Pincel

21 4 3
                                    

□🖌□🖌□

Estaba nerviosa... tanto que las manos le sudaban y había comenzado a doblar las paginas del libro que mantenía entre sus dedos.

¿Ese café sería un buen sitio para hablar con ella? No parecería que la estaba espiando... o si?

Simplemente la habia visto entrar allí y ahora quería devolverle el pincel e irse. Nada más, aunque... sí surgía una buena charla no se negaría a quedarse.

—Eh... hola, m-me parecía...
Aclaró su garganta y repitió el diálogo.
—Hola, me pasaba p-por aquí y... Hola, pasaba por aqui y queria devolverte el pincel... pues parecia caro y pense qué te importaria.
suspiró y se recargó de golpe en la pared.
—Ni yo me creería esa excusa ...

• • •

La pelirroja hablaba por teléfono mientras fumaba, parecía molesta pues hacia expresiones de enojo y algunos comensales sentados cerca de su mesa ya habian comenzado a mirarla, el mesero se acerco a dejarle un café y ella agradeció con una señal levantando la mano e incluso dando una pequeña sonrisa pero sin dejar de la llamada de lado.
En ese instante Natasha decidió entrar, la campanilla de la puerta sonó y mientras buscaba con la mirada la mesa de Mildred, se le acercó el mismo mesero.

—Buen dia señorita, le entrego el menú, Sigame la guíaré a una mesa.

—V-vale! Muchas gracias...

Internamente deseaba que la sentaran junto a la mesa de la mujer pelirroja pero su carácter un poco introvertido no le permitia pedirselo abiertamente al mesero.
Parecia que la suerte estaba de su lado aquella mañana, cuando descubrió que solo un metro de distancia la separa de ella.

—Aquí esta bien?

—Si perfectamente, gracias.
Colocó su bolso y su abrigo en el perchero y alzo la vista hacia él.

—Ya sabe que va a pedir?

—Un café americano con dos de azucar y... el postre del día porfavor

Le devolvió el menú y sonrío nerviosa. Por qué nisiquiera le gustaban los postres pero habia visto que Mildred saboreaba el chantilly de un pastel de fresas.

—Excelente, se lo traigo en un momento.

Respiro hondo mientras el chico se alejaba, intentaba no mirar demasiado a la pelirroja pero le estaba resultando inevitable pues parecía que esa llamada no terminaría nunca y ella solo estaba esperando el momento adecuado para acercársele.

Mientras esperaba, sus ojos empezaron a recorrer su cuerpo, grabandose a detalle su atuendo... el abrigo elegante que cubría su esbelta figura, cómo su falda negra contorneaba sus piernas y pies jugaban resonando sus tacones contra las lozas de cerámica. Estaba absorta en sus pensamientos cuando de de un momento a otro la mujer colgó la llamada, no sin antes decir un par de maldiciones para la persona al otro lado de la linea. Un suspiro pesado salió de su boca y después bebió un gran trago de lo que parecía ser un frappe.

Natasha no había descuidado ningún detalle en ese minuto hasta que los ojos azules de Mildred se clavaron en ella, y el nerviosismo la inundó haciendo que desviara su vista hacia el mesero que se acercaba ya con su pedido.

• • •

En cuanto recibió aquel pastel de fresas clavó el tenedor y sin pensarlo se llevó un bocado a la boca... sintio un leve atragantamiento y bebió café inmediatamente, intentando disimular lo que instantes atrás habia pasado.

Aun sentía los ojos de Mildred sobre ella pero fingía ignorarla y le estaba resultando difícil porque esos ojos azules parecían perforarle el alma.
Presentía que en cualquier momento se levantaría e iría directo a ella.

• • •

Pasaron minutos... muchos minutos, casi media hora en la que Natasha mantenia su vista en "Hamlet" repasaba su lectura sobre la misma escena de Ofelia... y aún su vista periférica le permitía notar que Mildred le dedicaba algunas miradas de vez en cuando.

Decidió dejar de peocuparse por cualquier movimiento que la pelirroja realizara y se enfoco en cambiar de página del libro. Pasado un rato, al fin logro concentrarse en la lectura, intercalando sorbos de cafe y cambios de página. Estaba tan concentrada esperando a que Hamlet al fin descubriera al asesino de su padre, que no notó cuando Mildred abandono la silla y de un instante a otro su voz se escucho cerca de su oído.

—El asesino es el tío de Hamlet...
Murmuró a un costado de su cabeza y despues se sentó frente a Natasha. Con una expresión completamente despreocupada.
Mientras que la castaña sentía que su corazón explotaria en cualquier momento, no podia articular ninguna palabra.

—Que pasa morena? Te comió la lengua el gato? Llevamos aqui casi dos horas y no te atrevias a hablarme.

Natasha bebió un trago de café para combatir la sequedad de su garganta qué habia sido causada por ver a la pelirroja sentada frente a ella.

Tomó valor y respondió.

—Por qué deberia de hablarte? sí no te conozco.

—Venga, por algo estás aquí, no soy idiota

—Vivo muy cerca de aquí y decidí venir a tomar café y leer. No todo gira en torno a ti.

—Ya... que raro, nunca te habia visto por aquí, solo en el contenedor.

—Ni yo a ti. Y seguro somos vecinas.

—No sabes mentir. Ya dime que es lo que quieres? No necesitamos mantener esta conversación patética

—Pfff pues... bueno... creo que tengo algo que es tuyo y quería regresarlo.

—Que tendrías tú que pueda interesarme?

Ella sacó el pincel de su bolso con sumo cuidado, estaba envuelto en un pequeño trozo de tela satinada. Se lo puso sobre la mesa.

—Que es esto?

—Lo habías tirado al contenedor por equivocación... supongo

—Sigues urgando en la basura? Como las ratas?

Ella rodo los ojos molesta y se puso de pie, coloco el dinero de la cuenta sobre la mesa. Si no se iba en ese instante terminaria por odiar aun más a la pelirroja.

—Bueno ya lo devolví, debo irme.

Mildred se habia quedado ensimismada con su pincel como si de una pelicula de recuerdos se tratase. Un momento despues alzó la mirada y le sonrió

—Gracias por debolvermelo...

Natasha solo acertó a sonreir sin poder escapar de esos ojos azules tan profundos, guardo el libro en su bolso y salió de la cafetería a pasos rápidos.

Deseaba alejarse tanto de ese lugar que hubiera querido tener alas para volar porque su casa estaba prácticamente al otro lado de la cuidad.... y es que si, mentir no se le daba muy bien. El cielo comenzaba a nublarse y eso aseguraba una tormenta espantosa, no le daria tiempo llegar caminando... pero había traído solo el dinero para desayunar, se resignaria a empaparse por lluvia ácida hasta llega a casa.

Sus tacones mantenian el ritmo de sus pasos y aunque iba lo mas rapido que podía, tan solo se habia alejado unas cuadras de la cafetería. Su cabello se habia tornado más oscuro a causa de la lluvia y el alaciado express ahora era un desastre.

Ni por la mente le pasó volver a ver a Mildred, hasta que el claxon de un auto negro la saco de sus pensamientos.

—Hey castaña! sube, te llevo

Frenó su caminata en seco y sonrío nerviosa.

—No no... ya casi llego... estoy bien, gracias.

Prosiguió caminado, deseando que la pelirroja se rindiera y se largara de una vez. Pero eso estaba lejos de ocurrir.

—Ya sé que no vives por aquí, anda sube qué terminaras resfriandote por la lluvia.

Bueno... ya no podía sostener su mentira y se estaba muriendo de vergüenza. Ni siquiera sabía por que sus pies avanzaron hacia el auto sin dudar más. Abrió la puerta del copiloto y entro.

SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora