One shot: Edmund Pevensie

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Edmund Pevensiex fem oc(pedido)

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Edmund Pevensie
x fem oc
(pedido)

"Ámame"

<♡>

Emily solía entrenar cada tarde al lado de su novio, Edmund Pevensie. Era cierto que era una de las mejores guerreras, eso sólo hacía más orgulloso a Edmund. Ambos compartían una personalidad un tanto... díficil.

Ahora mismo estaban espada contra espada, Edmund iba en desventaja. Su espada se había clavado en un árbol en una distracción y Emily no perdió la oportunidad de hacer su último toque. Golpeó su armadura dos veces y sonrió triunfante.

—Lo has hecho bien. Casi tan bien como yo —se burló, pinchando su arma en el césped y apoyándose en ella.

—¡Oye! Hubiera ganado de no ser porque me distraje.

—¿Sí?, ¿en qué?

—Viéndote a ti. —Pestañeó varias veces divertido.

—Qué tonto. —Suspiró riendo.

—Me amas.

—Sí, ¿y?

El azabache esbozó una brillante sonrisa y atrajo a Emily a sus brazos, la ojiazul apoyó sus manos sobre su pecho y lo miró con sus intensos orbes. Edmund rio y le plantó un pequeño beso en sus labios. Ambos se sobresaltaron al oír un silbido seguido de unas risas.

—¡Romeo, Julieta! ¡Vinieron a entrenar! —gritó Peter.

—¡Buscate una Julieta y deja de molestarnos! —contestó el pelinegro abrazando a su novia.

—¡No, gracias!

La castaña mordió su labio inferior aguantando una pequeña risa. Su novio se puso de mal humor.

—¿Te enojaste? —rio Emily, acariciando sus hombros.

—Sí... —bufó.

El justo atrapó la cintura de su chica y apoyó su frente en la de ella. Suspiró relajado ante el contacto, Emily sonrió al sentirlo así. El joven cerró sus ojos cuando la paz invadió su ser.

—¿Quieres dormir? —susurró calmada.

—Sí, pero... debo seguir practicando.

—Descansar te hará bien. Vamos.

La ojiazul tomó su mano, avisando que se irían y lo llevó hasta su cuarto. Ambos subieron en la cama matrimonial, Edmund se recostó rendido sobre el pecho de su novia y bostezó antes de decirle que descansara. Emily besó su cabello cerrando sus ojos lentamente. Cayeron en los brazos de Morfeo.

Edmund siempre solía pensar que debía dar lo mejor de él en cada entrenamiento. No se daba cuenta que esforzarse de más le hacía mal. Aunque Emily estaba detrás de el azabache siempre, cuidándolo, no podía detenerlo. Era casi una obligación consigo mismo. Tenía que ser el mejor. A veces cuando era derrotado por su novia, sentía que tenía que mejorar para poder ser como ella. ¿Ella se merecía algo mejor? La castaña sólo quería estar a su lado.

Cuando el justo despertó, su novia seguía en un profundo sueño. La noche iba a caer dentro de poco. Se levantó de su posición lentamente, sin despertar a Emily, y se puso de pie. Antes de salir por la puerta, cubrió a la ojiazul con una manta más.

Afuera del refugio no había nadie practicando, ya que sólo se entrenaba de día, por seguridad de los narnianos. Sin embargo, Edmund empuñó su espada y comenzó a golpear un árbol con fiereza. Cualquiera pensaría que él estaba loco. Y eso pensaba Q.A cuando lo vio. No tardó en acudir hacia la reina. Tocó la puerta y Emily despertó, sintiendo la ausencia de su novio; se puso de pie y abrió.

—Hola Q.A, ¿qué necesitas? —habló amablemente, con la puerta en la mano.

—Mi lady, sólo quería avisarle que el rey Edmund está afuera entrenando. Es un poco tarde para eso y puede ser peligroso.

—Oh. —Un dolor se instaló en su pecho—. Entiendo. Gracias por avisarme.

—Si usted lo desea, puedo buscarlo.

—No, no. Gracias pero, lo haré yo. Y no es necesario que me trates de usted, Q.A.

—No hay problema. Cuídese allá afuera.

La reina cerró la puerta y se despidió de su amigo, cruzando la salida del refugio. Suspiró. Debía buscarlo por todos lados, ¿por qué no le preguntó a Q.A? Después de estar vagando por todo el bosque, oyó unos bruscos choques de espada que le preocupó. Aceleró su paso cuando los ruidos incrementaban, ni siquiera se dio cuenta de que ya estaba corriendo. Su corazón se encogió al verlo. Hacía frío, la noche ya había caído.

—Edmund, ¿qué haces? —inquirió acercándose cada vez más.

—¡Emily! ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no sabes que es peligroso estar aquí de noche? Las tropas de Miraz...

—No me importan las tropas. ¿Por qué te haces esto? Todos saben que eres el mejor, puedes pelear contra cualquiera. Y tú vienes a golpear un árbol a la noche. Es una tontería, Edmund.

El azabache lanzó su espada al césped, caminando hacia su novia.

—Creo que me estoy volviendo loco.

—Bueno, parece que sí. No deberías, de verdad, todos los narnianos dicen que eres el mejor. Incluso mejor que Peter, que es el rey supremo.

—¿Y tú? ¿Qué piensas tú? —Alzó su mirada triste.

—Tú sabes que para mí eres el mejor, no lo dudes. Tú deberías saberlo también.

Emily abrazó el cuerpo cansado de su chico, envolviéndolo en sus brazos reconfortantes. Edmund se sintió en casa después de tanto.

—¿Me amas? —Escondió su cabeza en el cuello de su novia.

—Sí, te amo. Ya lo sabías.

—Yo también te amo.

Narnia, one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora