𝙽𝚂𝙴

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Cuando Lex llegó al jardín parecía feliz. Intenté sacarle información pero la cambió de rumbo la conversación cuando me vio "pensativa".

Y es que cómo no estarlo después de lo que Wilhemina me había dicho.

El resto del fin de semana estuve deseando que fuera Lunes para verla. No sé qué me pasaba porque aquella noche ni si quiera platicamos mucho, pero lo que dijimos fue lo justo para que no saliera de mi mente.

Iba a salir con Lee pero ella de verdad seguía enojada así que aproveché para cubrir turno extra en la cafetería.

El Lunes en la mañana, llegué 10 minutos antes. No había nadie y se escuchaban mis propios pasos lo que hizo que me asustara.

Estaba sentada fuera de la oficina de Wilhemina leyendo en mi Kindle hasta que se escuchó la más perfecta sinfonía. Sus pasos y su bastón.

- Veo que llegó temprano - dijo sin mirarme metiendo las llaves para abrir

- No quería que me volviera a castigar - no la vi, pero sé que sonrió

Abrió y entré tras de ella.

Prendió las luces de su oficina y abrió las cortinas que cubrían una ventana enorme, justo detrás de su escritorio.

Me dio unos papeles para triturar y después otro para ordenar meticulosamente en carpetas meticulosamente ordenadas.

Al principio creí que iba a ser raro, pero no lo fue.

Estaba sentada frente a ella y de vez en cuando, me sorprendía viéndola y después de un tiempo, yo la sorprendía a ella.

Ninguna decía nada y el silencio era cómodo.

Después de un rato se levantó de su asiento.

- ¿Me acompaña? - preguntó dirigiéndose a la puerta, me levanté de inmediato y salí tras ella - ¿Dejó de perderse? - habló

- Sí, su mapa es de gran ayuda - sonrío 

- Así que, ¿De dónde viene?

- México

- ¿Cómo es?

- Es hermoso, ¿Usted ha ido alguna vez?

- Sí - respondió medio sonriendo

- ¿Qué es lo que más le gustó?

- No lo sé, ¿A usted?

- Jamás he podido decidir sobre qué me gusta más, en nada prácticamente, así que menos en algo tan hermoso y grande como lo es toda una nación

- Tiene razón - dijo mientras entrábamos a la cafetería que estaba vacía

Abrió las puertas de la cocina y entró, yo no supe si era correcto entrar así que me quedé parada, después, la puerta volvió a abrirse.

- ¿No viene? - preguntó Wilhemina

- Claro

Entramos y agarró una taza de café, pero café que sí sabía a café y no como el que daban a partir de las 10:00

- Me sorprendió que conociera el libro que le dije, casi nadie lo conoce - dije dando un sorbo

- Lo encontré en una librería y el título me llamó la atención

- ¿Le gusta ese tipo de libros?

- ¿Qué le parece si antes de saber qué me gusta deja de llamarme por "usted"?

Me quedé en blanco unos segundos, no supe qué responder, además de que me atraganté con el café.

Tuve inseguridad de llamarla por tu, pero después, algo en su mirada me dijo que estaba bien.

Nuestra última cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora