capítulo catorce

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Ambos, de pie sobre la hierba húmeda en completo silencio

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Ambos, de pie sobre la hierba húmeda en completo silencio. Su abrigo pesaba sobre mis hombros y el frío de la llovizna arrastrado por el viento me congela las mejillas. Él no me ve a mí y yo tampoco a él.

Le había contado todo, desde el momento en el que lo volví a ver hasta el momento en el que dejé mi tonto plan atrás. Estaba avergonzada y aguardando por el momento en el que me pidiera que abandonara la casa y no me acercara más a ellos.

Resoplo.

—Y entonces te vi y de pronto esta boda estaba pasando, yo era la madrina y tenía que escoger el color de los vestidos de las damas —mi cabeza da vueltas y más vueltas—. Estaba tan enojada, tan celosa y se me ocurrió esta idea... Esta mala idea.

Resoplo, tan arrepentida.

—¡Por Dios! —exclamo, mirando al cielo, enojada con la lluvia— ¡¿En qué pensaba?!

—¿Estabas dispuesta a llegar tan lejos? —pregunta en un susurro, no sé si enojado o solo muy sorprendido.

—Sí —admito—, en ese momento, parecía tan real, tan correcto que olvidé por completo quién era yo. Mira, Alex, te amé mucho y quizá hace un año yo sí habría logrado mi cometido pero... Ya no estoy enamorada de ti y no quiero ser la psicópata en la que me he convertido estos días.

—Estuve todos estos días, tan confundido con tu presencia —sacude la cabeza, consternado—. Sintiéndome enfermo por siquiera dudar de esta boda y tan culpable por de alguna manera sentir que te extrañaba a ti.

—Esta boda es lo único que está bien en este momento —le digo sincera— y si pudiera revertir todos estos últimos días, créeme, lo haría. Todo esto fue producto de mis celos, mi ego herido y mi corazón egoísta negándose a dejarte en los brazos de alguien más ¡Me parecía inconcebible que amaras a alguien más de lo que me amaste a mí! Pero robarte de sus brazos sin seguir amándote no me haría feliz, no habiéndole roto el corazón a mi amiga.

—Me pasó lo mismo cuando te vi con Dex, de pronto tan cercanos y el karaoke, tu pánico a cantar y luego la despedida —una mirada perturbada y una risa incómoda de mi parte—. Ahora estamos aquí, esta boda va a suceder y nosotros... Digo, para nosotros...

—Pasó el tiempo —susurro pretendiendo que esto no duele de alguna forma.

Sus ojos dejan de observar las colinas por un momento, alejándose de todas esas estrellas y los restos de nubes rosadas que dejó el atardecer, mientras la lluvia sigue cayendo sobre nosotros. Sus ojos dejan de ver una de las más hermosas vistas del viñedo para verme a mí. Y sí, me aferro a todo lo que pueda significar todo o nada para no sentir que he perdido.

Porque amándolo ahora o no, de alguna forma el hombre que creí que era el de mi vida, el que alguna vez miré a los ojos y con tanto anhelo deseé que sea mío por siempre, este hombre que alguna vez amé con tanta locura que quise estar bajo su piel para no pasar un momento lejos... No lo es más. No es mío y todo este tiempo no era mío para perderlo. Y porque en realidad, nunca fue mío, era de ella.

—Liv... —susurra hacia mí.

—Alex —elevo una ceja.

—¿Lo quieres?

—¿A quién? —pregunto.

—A Dex —aclara.

Llevo mis manos a mi cabeza, intentando aliviar el latir de mi cráneo y suspiro. La respuesta era clara en mi mente, un sí certero y seguro. No quería hacerlo más confuso para él, aspi que debía ser sincera y encaminarlo a donde de verdad pertenece.

—Sí —asiento.

—¿Y a mí?

—Sí.

—¿Más que a él?

—No funciona así —niego.

No había a uno que quisiera más que al otro, ambos son imperfectos, como yo y ambos tienen tantas cosas positivas en ellos. Pero no se trata ya de eso, de lo que el mundo diría de nosotros. Hablando de mí, ni siquiera se trata de ellos.

Tenía dos mundos disponibles ante mí, cada uno de ellos ofrece algo completamente diferente. Alex es lo que hubiese escogido tiempo atrás, es el muchacho por el que habría abandonado todo, pero ahora no soy la misma persona de ese entonces. Ya no me siento como ella.

—Quizá hace un tiempo habría dicho que sí, habría corrido a casa a hacer mis maletas y esperar lo mejor a tu lado pero ya no es así.

—¿Y él? —pregunta— ¿Él es lo que quieres?

—Me quiero a mí, Alex —sonrío—. Siempre tendrás un espacio en mi corazón, porque de ti he aprendido mucho y espero que en el futuro podamos ser amigos.

Él asiente.

—Entiendo lo que dices —sonríe algo desganado—. Fuiste... —ríe por lo bajo—. Tú fuiste muy importante para mí, yo te amé y si vi un futuro parecido a este contigo. Quizá hubiese sido un lindo matrimonio o quizá no y hubiésemos peleado como gatos pero... Ahora tengo esto, tengo a Sofía y aunque lo que sentí por ti era muy fuerte casi como una tormenta, esto se siente correcto, se siente pacífico y creo que eso es lo que uno busca al final ¿No? Alguien con quien ser cien por ciento tú.

—Alguien que aún con tus peores mentiras te siga viendo a ti y te ame —le doy la razón.

Nos quedamos en silencio, parados uno al lado del otro, el agua recorre mi cuerpo entero y la lluvia parece no tenerme una pizca de compasión. Un movimiento y su paraguas está sobre mi cabeza también.

—Vas a encontrar alguien que te ame, así de loca como estás —se ríe.

Le empujo despacio, rodando los ojos.

—No tengo prisa —digo con calma.

Y esto era una despedida. La despedida que debimos tener tiempo atrás pero no pudimos. El cierre que esta historia debía tener y se siente bien poder estar a su lado sin anhelar su mirada, solo verlo como ser humano. Despedirme de un amigo que amé como algo más pero prefería entregar y soltar antes de dañar el corazón de alguien a quien hoy en día amo más de lo que lo amé a él.

Sofía.

El Novio de mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora