capítulo trece

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Abro los ojos, sintiendo el vientre pesado

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Abro los ojos, sintiendo el vientre pesado. La luz del sol inunda la habitación en un halo dorado ante la falta de cortinas. Desperezándome, bajo la mirada, notando el brazo que me tiene sujeta desde la cintura. De reojo alcanzo a ver a Dex, aún dormido a mi lado en la cama.

Ay.

Me giro, aún bajo su brazo, pegando la cara contra la almohada de funda arrugada.

—¿Ya te arrepentiste? —su voz, ronca, me despierta.

Me retuerzo una vez más, con mi cuerpo inclinado hacia él.

—La verdad no lo sé —respondo.

Asiente, restregando sus manos sobre su rostro y despeinados cabellos.

—No, yo... Creo que no debí dejar que esto pasara —niega, sentándose sobre las sábanas.

Su cuerpo, aún desnudo salta a mi vista. Aparto la mirada.

—Tú me preguntaste si quería y... dije que sí y anoche todo parecía tan correcto y te lo dije.

—Liv, yo sé lo que sientes por Alex y fue injusto dejarte llegar a esto —insiste en que él tiene la culpa de esto, cuando en realidad, no lo he culpado de nada.

—Creo que no fui clara, Dex.

—El que no ha sido claro he sido yo —vuelve a echarse de espaldas, frustrado—. Liv, Olivia... He estado junto a ti estas semanas, todo este tiempo y no sé cómo no te has dado cuenta de que... Bueno, a este punto es absurdo dada las circunstancias en las que nos encontramos pero me estás volviendo loco.

—¿Yo?

—Sí, no sé qué hiciste, cómo o qué pero... —rueda los ojos, como no creyendo que me está diciendo esto realmente—, me estás volviendo realmente loco.

La confesión no genera sorpresa en mí. No porque fuese algo que pudiese esperar de cualquiera que me mire, sino por el hecho de que estando aquí, envueltos entre sábanas y completamente desnudos, agregando también la forma en la que me tuvo anoche pues... Medio implícito estaba.

Y si él está lo suficientemente loco por mí como para que estemos así ahora, solo puede significar una cosa.

—Dex.

—Solo ve y dile  que lo amas, ahórrate todo este juego y trampas y sé sincera con el.

Reprimo una sonrisa tonta.

—No puedo...

—¿Por qué? 

—Porque sé que escogerá a Sofía al final del día —admito y de alguna forma me libera decirlo en voz alta—, estos celos psicóticos son solo eso, celos estúpidos, creía que aún lo amaba pero solo era egoísmo, Dex.

—¿Egoísmo?

Es muy temprano en la mañana para tantas vueltas y la forma en la que sus ojos azules no dejan de mostrar más y más confusión resulta casi memeable.

El Novio de mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora