capítulo siete

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Temprano por la mañana encuentro a Sofía dentro de la cocina, pasando un trapo amarillo sobre la mesada con movimientos vagos, por la forma en la que su mirada se pierde en la superficie blanca, sé que no se encuentra muy feliz

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Temprano por la mañana encuentro a Sofía dentro de la cocina, pasando un trapo amarillo sobre la mesada con movimientos vagos, por la forma en la que su mirada se pierde en la superficie blanca, sé que no se encuentra muy feliz.

Y es mi culpa.

—Oí su pelea —la abrazo—. Perdóname, no debí...

—Oye, no —niega—. Soy yo la que en verdad quiere que trabaje con mi padre... Tú lo mencionaste, sí, pero en realidad siempre he querido eso, no quiero vivir aquí.

—Lo sé.

—Tú sabes que me gusta mi ciudad, me gusta mi estilo de vida y...

—Entiendo por completo, Sofi.

Ella se encoge de hombros, asumiendo su culpa. Sin embargo, yo sé que soy la causante del conflicto, sabía que Alex iba a odiar de inmediato aquella propuesta y me siento mal por haberle hecho esto a Sofía.

—Hablaré con él —me ofrezco—, le diré que yo lo sugerí y que estaba preocupada por ti y te sugerí la idea sin saber.

—No, no... No tienes que quedar mal con él por esto —niega.

—¿Volvió anoche? —pregunto, apenada.

Ella niega, triste.

—Volverá, no podrá pasar más de media mañana sin ti —aseguro—. Ahora, creo que tú y yo tenemos una prueba de vestidos. La boda es en menos de una semana, no podemos faltar a los últimos arreglos.

Finalmente ella sonríe, aceptando dejar de limpiar el mismo cuadro de cerámica como una loquita de la calle.

—Llamaré a las demás —asiente—, y en el camino nos podrás contar qué anda pasando entre tú y el padrino.

—¿El padrino? —pregunto, elevando una ceja.

—Tú no cantas —señala acusadora—. Mmh... en tu cara se nota, ya hablaremos de esto, Waldorf

Sofía abandona la cocina un poco más animada. Pero mientras una Esquivel se va, otra llega. Su madre, aún envuelta en una fina bata color gris entra a la cocina.

—Buenos días, buenos días —saluda, pasando a besar ambas de mis mejillas.

—Buenos días, se ve muy animada hoy —comento.

—Aunque no parezca es lo contrario, niña.

—¿Puedo preguntar porqué?

—Solo si quieres una larga respuesta —rueda los ojos como si fuese exhaustivo.

—Si le sirve de desahogo...

Y a mí de chisme.

—Ay, no sé —se lleva una mano a la cara, como si fuese difícil de creer—. Alex no termina de convencerme y no creas que soy una ciega ante el hecho de que no durmió aquí anoche. Mmh... No sé, se aman, me queda claro pero siento que hay algo que él no deja ir.

—¿Ojo de loca no se equivoca? —cuestiono, solo para darme cuenta un segundo después de que le dije loca.

Ella se ríe.

—He dudado, pues faltan solo cinco días para la boda pero... Mejor pronto que tarde —parece discutir consigo misma—,Julio me dijo que no pero ¿Crees que deba indagar en su pasado?

¡No! ¡Soy parte de ese pasado!

—¡Ay, no! —exclamo— Creo que no hay nada de malo en él, el problema es que no están pasando mucho tiempo juntos como familia nueva, salgan a cenar estos días, solos, visiten algunos museos entre ustedes... Estoy convencida de que no hay nada que ocultar.

—Quizá solo sea eso... —lo piensa— Le llevaré su café a Julio antes de que empiece el mal humor, como sea, te has vuelto mi confidente en esto, si ves algo que no te gusta, algo raro, algo malo, dímelo.

—Claro —asiento.

¿Carta blanca para arruinar la boda? Sí ¿Quiero hacerlo? Ya no estoy tan segura.

Salgo de la cocina sin haber comido algún solo bocado de algo y voy directo al patio. Una figura emerge del agua. El ojiazul me saluda con la mano.

—¿Y la resaca? —le pregunto mientras me acerco.

—No estaba tan borracho —responde.

—ABBA no está tan convencido de eso —le digo.

Él ríe.

—Lo hice solo para hacerte reír —rueda los ojos—. No ibas a hacer el ridículo sola.

—¿O sea que hice el ridículo anoche? —elevo una ceja, ofendida.

—¡No, no! Cantas mejor de lo que crees —responde— ¿Qué pasó anoche? Él se fue.

Me encojo de hombros.

—Y eso no me hace sentir bien —confieso, en voz baja—. La madre de Sofía busca aliados para encontrar los trapos sucios de Alex y me escogió.

—¿Y vas a hacerlo?

—No —niego—. No así, la verdad, no sé nada.

—¿No has pensado en parar? —me pregunta, descansando su cabeza sobre sus brazos.

—Creí que estabas de mi lado —elevo una ceja—. Digo, no es que vaya a hacer algo pero, hasta donde sabía no querías que esta boda suceda, tampoco.

Ladea la cabeza, cerrando uno de sus ojos en una expresión pensativa. Sonrío, observando su apariencia de golden retriever mojado.

—Pareces un perro —le digo.

—Guau —ladra.

La sonrisa que lleva en los labios parece difuminarse cada vez más y de pronto me pregunto si algo más está pasándole. Me siento junto a él, metiendo las piernas dentro del agua tibia. Él solo me observa desde su lugar.

—Estoy casi segura de que algo quieres decir —digo— ¿Es que ya no quieres detener a tu amigo de una boda apresurada?

—No es exactamente eso, es solo que... —suspira, casi frustrado— No lo sé, creo que de alguna forma ahora lo entiendo un poco más.

—¿A Alex? —cuestiono.

—Sí —asiente.

—¿Por qué?

—Quizá sus sentimientos y razones para casarse si son correctas —se encoje de hombros—. Creo que lo que me llevaba a oponerme a la idea de él y Sofía era el hecho de no poder comprender cómo podía estar tan seguro de algo en tan poco tiempo...

—Hablas de... ¿Cómo pudo enamorarse de ella en tan poco tiempo?

—Sin verse la mitad de su relación... No entendía.

—¿Y por qué lo entiendes ahora? —pregunto.

—No lo sé, de pronto desperté un día y supe que no era tan descabellado —me jala del pie— ¿No quieres entrar?

—Tengo que probarme un vestido en tres horas —le digo—. Vendrá la modista, parece que ya no tendremos que ir.

—Te entrará mejor si estás mojada —me dice.

Entrecierro los ojos y le empujo.

—Veamos si es cierto —sonrío.

El Novio de mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora