capítulo diez

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Eso era todo lo que quería oír

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Eso era todo lo que quería oír. Todo lo que necesitaba para lanzarme a sus brazos y convencerlo de huir. Y ya lo tenía.

Lo tenía en la palma de mi mano, el movimiento que estuve esperando desde que enloquecí la noche de año nuevo. Solo tenía que tomarlo, hacerlo mío y no dejarlo ir, y aunque mi intensión inicial había sido aquella, en este momento, no lo sentía igual.

No sé bien porqué, no entiendo bien nada de lo que siento, la ansiedad y la culpa, en un cóctel que me entumece, todo ello me tiene pensando... ¿Por qué si era todo lo que quería no siento que me importe lo suficiente?

¿Es que realmente no amaba a Alex? Y de ser así, no tendría sentido alguno el que yo haya llegado a este punto, si mi amor no hubiese sido sincero no habría planeado robarlo de los brazos de otra de las personas a la que más amo.

Restriego mis manos por mi rostro, cansada, perturbada con todo el ruido que hace eco por toda la propiedad. Las voces de los invitados llegando, la familia enloqueciendo con los últimos detalles, los padres de Alex llegarían por la noche... Todo aquí me ruega que huya.

¿Qué podría merecer yo si estuve detrás del telón todo este tiempo moviéndoles las tablas?

Alguien llama a la puerta, tres golpes.

—Adelante —digo, sentándome sobre la cama.

La puerta se abre despacio, casi como si un niño pequeño la hubiese empujado con temor. Del borde emerge una frente y ojos conocidos. Sonrío a medias.

—¿Qué pasó? —pregunto. 

Dex mete medio cuerpo a la habitación, balanceándose con indecisión.

—Vine a disculparme por haber caído encima de ti —murmura con diversión—, pero te vi en el almuerzo y apenas comiste...

—¿Te preocupa mi alimentación? —elevo una ceja— ¿Pasamos de odio de colegiales a traernos comida?

Rueda los ojos.

—No traje comida conmigo —se disculpa—, pero... ¿Puedo preguntar por qué de pronto los ánimos están tan por el suelo?

Palmeo el lugar junto a mí en la cama. Sonríe, cerrando la puerta a sus espaldas para sentarse a mi lado.

—Alex me lo dijo.

—¿Qué te dijo?

—Todo lo que quería oír —asiento hacia él—, todo lo que necesitaba para decidirme a robarlo de una vez por todas. Dijo que me quería y que estaba confundido y me pregunto si yo lo amaba también.

Se queda tan quieto como piedra a mi lado, ni su respiración alcanza a perturbar el repentino silencio. Sus ojos se mantienen en sus manos, pensativo.

—Y le has dicho que sí —afirma.

El Novio de mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora