Nuestra Omega

3 | Descubierto

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La primera persona en comentar cinco veces el emoji del conejo (🐰) le dedicaré el próximo capítulo...
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Habían pasado cuatro años en los que Eider y Edric seguían con la misma costumbre. Enviando regalos para Ayra, y en los últimos meses, haciendo sus propias "vigilancias".

Era lunes, después de un largo día en la escuela, los jóvenes llegaron a su hogar. No les dio tiempo de subir a sus habitaciones cuando uno de los sirvientes se apareció en su camino.

—Los líderes los esperan en la oficina.

Los mellizos se miraron, ya se iban imaginando que algo no estaba bien. Se despidieron del mensajero, y fueron directamente a la oficina.

—Buenas tardes. — dijeron al unísono, sus padres esperaban en sus escritorios.

—Buenas tardes, jóvenes. Pueden sentarse, tenemos un tema un poco extenso que discutir. — los mellizos se miraron entre sí, e hicieron caso a su madre.

—Quiero que me digan exactamente qué hacían por las calles de Crisbell anoche.

Eider tragó saliva, Edric ni se inmutó

—Estuvimos en nuestras habitaciones anoche, madre.

—¿Te atreves a mentirle a tu madre? Edric. — Ethan le retó.

—No estoy mintiendo. — aseguró, a Eider casi se le salen los ojos de sus órbitas al ver el rumbo que estaba tomando su hermano.

—Dime, Eider. — los ojos de Mel se fijaron en su hijo —¿Es cierto lo que dice tu hermano?

—Yo...

—Les preguntaré de nuevo, ¿Dónde estuvieron anoche? — preguntó nuevamente Ethan. Queriendo escuchar la respuesta, qué, claramente, ya sabía.

—Estuvimos en el orfanato anoche, padre. — le contestó el mayor, Edric. Los ojos de Ethan fueron hacia su primogénito.

—¿Haciendo qué? — preguntó Ethan. Mel pensaba lo peor.

—Es complicado. — Edric no quería tocar el tema.

—Soy tu padre. Somos sus padres y cualquier situación la debemos afrontar juntos. — tomó la mano de su esposa, que seguía en silencio durante la conversación. Nunca habían tenido una situación similar.

Los mellizos soltaron un suspiro

—Encontramos nuestra pareja. — anunció Edric.

—¿Cómo? Pero, ni siquiera tienen la edad suficiente para saber eso. — a su madre le parecía confusa la situación. Increíble.

—Puede que lo sepan, portan sangre pura. — explicó el líder.

—¿Quiénes son?

—Quién es, querrás decir, estamos hablando de una. — aclaró Eider.

La situación no le sorprendió a la pareja. Era muy probable que esto sucediera, los mellizos tenían un tipo de conexión que los unía desde pequeños.