2 | Para Arya

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La primera persona en comentar cinco veces el emoji del conejo (🐰) le dedicaré el próximo capitulo...
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Al día siguiente

Al día siguiente, los mellizos se despertaron más temprano que nunca. Ambos con una sola cosa en mente; Ir al centro comercial, ¿Para qué? Bueno, la noche anterior se habían quedado con la idea de que a Arya nunca le faltaría nada. E iban a cumplir con aquello.

Edric fue el encargado de pedir permiso a sus padres, ambos aceptaron con la condición de que debían ir con su Nana, la señora Robinson. Su Nana desde que tenían meses de nacidos.

Ethan y Mel a veces estaban muy ocupados, y dejar a sus hijos a la deriva no era una buena opción; poniendo también que esos dos eran muy traviesos, no lo permitían, en cambio, con la señora Robinson todo era mucho mejor y contaban con su responsabilidad y eficiencia.

—Gracias madre, gracias padre. — Edric agradeció antes de salir de la oficina.

Y Eider, por otro lado, estaba animando a la señora Robinson para que fuera con ellos, asegurándole que los gobernantes le habían cedido el permiso de salir esa mañana.

—Sabes que primero necesito la autorización de sus padres. — canturreó por séptima vez al niño entusiasmando. —¿Para qué quieren ir al centro comercial?. — Edric había llegado y veía tranquilo la escena.

—Necesitamos hacer unas compras importantes. — contestó el mayor, llamando la atención de la señora Robinson.

—Muyyy importantes. — aseguró el menor, ganándose una mirada por parte de la señora.

—Sí, así lo dicen. Busquen sus cosas y vámonos, eso sí, no quiero discusiones en el camino.

—¡Lo prometo! — dijeron al unísono, ganándose una sonrisa por parte de la mujer. En muchas ocasiones eran como si los mellizos estuviesen conectados, decían palabras y hacían gestos al mismo tiempo.

Al cabo de unos minutos los mellizos y la señora Robinson bajaron del vehículo, habían llegado al centro comercial con su chofer privado, el señor Yoshi.

El lugar era grande y alto, era una plaza bastante grande y había tiendas de todo tipo. La creación del portal mágico les habían convenido notablemente, su territorio ahora era más grande y por ende habían más personas y establecimientos.

Al ver a los niños entrar a la primera tienda, la señora Robinson levantó una ceja y les llamó: —¡Niños!, esa tienda es para niñas. — les avisó por si se habían equivocado.

—Verá, señorita Robinson; tenemos una amiga en el orfanato, entonces, queremos hacerle un pequeño regalo.

—Oh, comprendo. Es muy lindo de su parte.

—Queríamos pedirle que por favor nos ayude a elegir las prendas adecuadas para una niña de nueve años. No sabemos sus gustos.

—Por supuesto, vengan conmigo. ¿Qué tipo de cosas les gustaría llevar?

—Vestidos, diademas...

—Zapatos.

—Juguetes...

[...]

Ese mismo día, se vio una gran caja en las puertas del orfanato; dedicado para nada más y nada menos qué, Arya Peterson, la pequeña coneja de nueve años de edad.

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