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Dos semanas pasaron después del baile de cumpleaños del príncipe. Era veintiuno de Febrero, y el Rey temprano en la mañana menciono que no se sentía muy bien. Se negó a probar comida y se quedó en cama. Durante todo el día se mantuvo descansando, así fue también el día siguiente.

Su hijo Hazel no le había dirigido la palabra desde el día ocho. Se notó distante, haciendo sus tareas de forma habitual. Era consiente que su padre estaba indispuesto, pero al estar enfadado con el no le quería ver, se recuperaría pronto.

Al pasar una semana con Su majestad en el mismo estado, de inmediato todos estaban preocupados, ya había una docena de doctores, pero a partir de ahí, cada día llegaban más.

La reina Adelaide se mantuvo preocupada por su esposo, y por primera vez mostró la iniciativa de hacer todo lo posible por ayudar, se quedó a su lado todos los días. Nunca había vivido algo así y estaba desconcertada, no sabía que más podría hacer.

En un momento mientras Hazel dormía entraron a su habitación mayordomos y sirvientes de su padre, le despertaron para decirle que era necesaria su presencia en una junta de consejo en la mañana. Le informaron que es lo que tenía que hacer, asistiría en nombre del Rey, tenía que escuchar a todos y dar su opinión, por un tiempo haría el trabajo de su padre.

Estaba disgustado por lo repentino que había sido el cambió, muchas personas lo seguían y hablaban demasiado, lo vistieron rápido y en ese día apenas tuvo el tiempo de comer algo.

Antes gozaba de una soledad agradable que le permitía pensar y preocuparse por sus cosas. Ahora eso había desaparecido.

Se suponía que le prepararon para eso, pero jamás lo había puesto en práctica. Tenía que adaptarse en demasiados aspectos.

Todas las personas eran amables con el, pero sentía que le exigían demasiado esfuerzo. Al pasar un par de días realizando el trabajo del Rey se percató que las demás personas, también se sentían invadidas de tareas y obligaciones. Le pareció que debía solucionar eso, menciono que quería dar las ordenes de forma directa sin necesitar la autorización de su padre, esto fue así por que al tener cierto control podría cambiar la organización de la corte y hacer que todo vaya mejor, pero le dijeron que no era posible debido a que el Rey no lo quería así. Se fastidio por eso, pero aún no podía hacer nada, solo siguió como estaba. En algún momento le tendrían que dar esa autoridad, por que su padre no estaba mejorando....

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La condición del Rey fue empeorando, antes apesar que estuviera en cama seguía leyendo y atendiendo reportes, pero ahora no hacía eso, tampoco quería recibir muchas visitas. Dijo que solo la gente más cercana a el pasará a la habitación. Esto hizo que el canciller y el conde Bhair que se suponía que eran amigos suyos se vieran moralmente heridos, no se les permitía ver a Su majestad y fue por su propia orden.

Hazel se encargo de mantener una buena relación con ellos y con los demás nobles, no le gustaba tener malentendidos con nadie y era tranquilo, de buen carácter. Rápidamente la gente comenzó a compararlo con Laurid.

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Durante una semana completa no descanso, le disgustaba totalmente dejar las cosas para después, era ordenado y no hacía nada de forma deliberada, consiguió en un periodo muy corto de tiempo resolver un problema que se llevaba meses atrasando.

No pensaba en tener la aprobación o las buenas miradas de las personas, pero al hacer tan buen trabajo se ganó una muy buena reputación. Era joven, apenas con dieciséis años y la mayoría de la corte opinaba que realizaba mejor las cosas de como las hacía su padre.

𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝐺𝑒𝑔𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora