Cuando Kilian cumple la mayoría de edad (según las tradiciones de su pueblo) como todo hombre Amish, tendrá que superar una prueba para dejarse crecer la barba, y convertirse totalmente en un hombre Amish.
Para eso, su padre lo enviara a la ciudad...
La vida de un Amish es muy complicada, sobre todo, cuando ya eres casi un hombre, ¿Por qué digo casi? Simple, tenemos que hacer una prueba se iniciación, o así lo llamo yo. Se que mi progenitor no me lo pondrá nada fácil. Me encuentro preparando mis maletas, cuando mi hermana menor entra a mi cuarto.
- Kilian ¿Hasta cuánto tienes que estar fuera?- pregunta la pequeña María-
- Bueno, eso depende de lo que escoja padre- hablo mientras me ajusto mi sombrero, cogiendo mis dos maletas y dirigiéndome a la puerta, seguido de María-
En la cocina, madre está desmembrado un conejo, al parecer, antes de irme, comeremos mi plato favorito. Dejo las maletas al lado de la puerta, y salgo en busca de mi padre, al rato, lo encuentro amarrando a uno de nuestros caballos a el carruaje que nos presto uno de los vecinos.
- Buenos días padre, me preguntaba que hasta cuándo tendré que quedarme en la ciudad- le saludé mientras acariciaba al caballo-
- Buenos días hijo- hizo una pausa para terminar de enganchar bien las cuerdas del caballo- pensaba en mandarte durante dos meses, sería más que suficiente para que demuestres que de verdad serás un buen hombre. Y si encuentras a una mujer, mejor todavía, así podrás dejar crecer tu barba- dicho eso último, miro con admiración la poblada barba de mi padre-
- Me parece perfecto- me limito a decir-
- Pero no te preocupes, si no encuentras a tu futura mujer, podremos emparejar te con Carmen, la hija del pastor- me tranquiliza, poniendo su mano en mi hombro-
Yo solo asiento con la cabeza, y ambos entramos en casa. Cuando madre ya tiene la comida hecha, nos sentamos en la mesa, agarramos las manos de quién tenemos al lado, y padre empieza a orar.
- Señor, muchas gracias por la comida que nos das cada día, por la salud que nos brindas, las prendas de ropa y el techo donde vivíamos. Te agradecemos por darnos a unos sanos descendientes y con buen corazón, te agradecemos por protegernos de no sucumbir en las tentaciones, gracias.
- Amén- decimos todos, y empezamos a comer-
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- Hijo, te voy a extrañar demasiado- dice madre mientras me funde en un abrazo- Dios, no me creo que ya seas un hombre-
- Casi hombre- corrige padre, mientras pone una de sus manos en mi hombro- espero que disfrutes, pero no demasiado. No dejes que las tentaciones de la ciudad te afecten- termina de decir-
- Hermano, te extrañare demasiado- salta María, dándome un abrazo- por favor, ten cuidado. Cuando vuelvas quiero que me cuentes con detalle las aventuras que tendrás- dice lo último con ilusión-
- Claro, te prometo contarte todo con mucho detalle- nos separamos de abrazo, para así poder subirme en el carruaje-
- ¿Estás listo muchacho?- pregunta el pastor, el cuál va a llevarme hasta el aeropuerto-