Venticinque ❀ Gloria y mal

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MING GI

Había quedado atónito en el momento en que mi padre me dijo que Kim Yun Seo, la madre del presidente Kim: estaba viva. Inmediatamente terminé de abrir el papel arrugado y lo leí con detenimiento, comprobando lo dicho.

—Wow, estoy sin palabras. —Reí incrédulo—. La vida de los Kim parece sacada de un libro de telenovelas.

—Y que lo digas hijo; pero ningún sufrimiento como el que han soportado, ninguna desgracia como la que han vivido, se la deseo ni al peor de mis enemigos.

—Tienes razón papá. Ahora cuéntame, por qué la mansión Kim tiene pasajes secretos.

—Esa fue idea de Yun Seo cuando mandó a construir esa casa, por si algún día se veía en la necesidad de usarlos para protegerse y proteger a todos aquellos que conocían parte de sus secretos, también para proteger a su familia. No es bueno vivir con miedo Min Gi.

Me levanté del sillón de donde me encontraba sentado, destrocé el papel en pedazos pequeños y lo eché en el cesto de la basura de la oficina de mi padre.

—¿Papá, ahora qué tenemos que hacer? El presidente Kim dijo que una vez que leyeras esa carta tú sabrías.

—Hijo, tú solo dedícate a proteger a Kim Sung Jae, debes vigilarlo las 24 horas del día, saber con quién se relaciona, a dónde va, qué hace...

—¿Papá eso ya no es mucho? Estaría irrumpiendo en su espacio privado, no me gustaría tener que hacerlo.

Mi padre se levantó y encendió una laptop que tiene sobre su buró.

—Pues ve acostumbrándote. Manda un equipo para que lo haga, con dos personas basta.

—¿Y qué pretexto les voy a dar para ese trabajo? —pregunté colocando ambas manos sobre la mesa.

—Ninguno, solo les darás dinero, vas a contratar a dos agentes encubiertos, expertos en ese trabajo.

—¿Y de dónde rayos saco el dinero?

Dejó de trastear en su laptop y me miró fijamente.

—No te preocupes por eso, cada mes recibiremos un millón de dólares, mitad y mitad para cada uno de los hombres que contratarás, empezando desde ahora.

Me quedé boquiabierto cuando escuché lo que dijo.

—¿Un... millón... de dólares papá?

—Sí, el presidente Kim nos lo hará llegar. Hijo, el perfume que Jae creó no debe caer en manos del enemigo. Ese bendito perfume es un botón rojo que si lo aprietas detona una bomba.

—¿Bendito, querrás decir maldito no? Nunca creí que un simple perfume causara tantos problemas.

Mi padre continuó lo que hacía en su computadora portátil y comenzó a picarme el bichito de la curiosidad.

—¿Hijo, cuando estuviste en la mansión de los Kim, te aproximaste lo suficiente a Sung Jae?

—No, por qué.

—Entonces no has sentido el aroma de su perfume, porque si lo hubieses hecho, ese comentario que hiciste anteriormente ni siquiera lo hubieras pensado.

«Ciertamente no he olido ese dichoso perfume; pero sigo insistiendo en que no puede ser la causa de tanta gloria y, de tanto mal».

—Bueno, un día de estos intentaré comprobar qué tan bueno es ese perfume; mientras, no retiraré lo dicho.

—Optimista.

—Realista papá y, explícame qué rayos estás haciendo en ese aparato.

—Ven a ver —dijo y le di la vuelta a su buró. Cuando miré la pantalla de la notebook me llevé una buena sorpresa.

𝑺𝒎𝒂𝒍𝒍 𝑫𝒓𝒐𝒑𝒔 𝒐𝒇 𝒂 𝑷𝒂𝒔𝒔𝒊𝒐𝒏 #EBWAWARS #PGP2024 [ EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora