Confesión 4

200 10 0
                                    


Confesión 4:

Mentí, conseguir un reemplazo no es difícil.


Obedezco a Jean al día siguiente.

Luego de que Cristian se va por la mañana, me hago una limpieza facial e hidrato mi cara con mascarillas coreanas, luego me exfolio el cuerpo y vierto casi el bote completo de crema hidratante sobre este. Después mimo mi cabello hasta dejarlo suave y brillante.

Para cuando se hacen las 7 p.m. estoy con el maquillaje casi hecho y mi ropa reposa sobre mi cama.

Estoy cantando al ritmo de Natti Natasha cuando la puerta de mi habitación se abre y July entra.

—No estoy segura de querer ir con ustedes, no me voy a sentir bien en medio de esa gente.

Evito poner los ojos en blanco. Ella odia hacer esto, no le gusta ir conmigo cuando estoy de caza, pero he de admitir que tampoco la invité, precisamente por eso, fue Jean quien dijo que le hacía sentir mal salir sin July. A mí también me sabe mal hacerlo, pero no quiero a alguien a mi lado que todo el rato esté diciéndome lo malo que es lo que hago.

—Puedes despegarte de nosotros mientras estoy en mi búsqueda y cuando encuentre a alguien, Jean se unirá a ti.

—Eso es tan malo como mirarte perseguir viejos.

Me tenso, enojada por sus palabras, pero trago lo que quiero decir para no iniciar una discusión.

Sí, sé muy bien que no estoy haciendo bien al buscar a un hombre mayor y adinerado que me mantenga, pero yo estoy bien con mis pecados y no me estoy martirizando por ello. Si a ella no gusta, bien, pero debería dejar de meterse en mis cosas.

—Es tu decisión si vas o no —digo suave, con una tranquilidad que en realidad no siento—. No voy a obligarte a hacer algo que no quieres.

Suelta un suspiro y se sienta en mi cama, pareciendo tener una pelea interna.

—Si no voy, tengo la sensación de que se van a meter en problemas y no habrá quien los saque de ellos.

En realidad, es probable que Jean y yo nos metamos en problemas, pero creo que podremos apañarnos solos.

—Somos adultos, July, podemos cuidar de nosotros mismos.

Suspira de nuevo y estoy por pedirle que no vaya cuando el timbre suena. Ella se levanta y camina hacia la puerta.

—Ha de ser Jean —murmura antes de salir.

Me aplico labial rojo y me levanto del tocador. Examino mi atuendo desde la distancia para después recorrer el espacio que nos separa y vestirme.

Cuando acabo, voy hasta el espejo de cuerpo entero y me miro desde todos los ángulos.

Es imposible no encontrar un nuevo prospecto hoy, estoy para comerme.

Cuando salgo a la sala, no hay rastro de July por ningún lado. Jean está en la cocina comiendo mis maníes.

—¡Mírate! —chilla cuando me ve—. ¡Estás buenísima!

Suelto una carcajada mientras le quito unos maníes de la mano y los meto en mi boca.

—Me bañé, eso hizo la diferencia.

Ríe fuerte, pasando un brazo por mis hombros.

—Iremos a una fiesta privada en un yate, un amigo mío nos consiguió las entradas —explica, haciéndonos caminar hasta la cocina, donde seguimos comiendo maníes—. La fiesta es de algún empresario superimportante que celebra el cierre de no sé qué proyecto. El motivo de la fiesta no es importante, sino que habrán muchos tipos ricos.

Confesiones de una oportunista ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora