Prólogo

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(Recomendación: Leer el capitulo con el formato oscuro para mejor experiencia)

— Cuéntame más papá — Con la mitad del cuerpo debajo de las sábanas, el pequeño niño imploró a su progenitor que continuará con su relato. El hombre de mediana edad, conmovido por la expresión inocente y emocionada de su hijo, no pudo si no reír mientras se acomodaba mejor en la suave cama del pequeño.

— Esta bien, pero no se lo diremos a tu madre por que se enojara si sabe que te mantuve despierto tan tarde – Arropo mejor a su hijo, mientras parecía meditar unos momentos que otras cosas que fueran apropiadas, le podría contar —. Veamos. Si bien las dos razas dominantes somos nosotros los feroces hombres lobo y los temibles vampiros, la verdad es que hay más criaturas de la noche que habitan este planeta. Ninguno es igual de fuerte que nosotros, pero sí peligrosos.

— ¿Cómo cuáles papá? Hace un momento me dijiste que nuestra manada tiene uno de los mayores territorios en el país y que nadie se atrevía a cuestionar nuestra autoridad — El pequeño lobezno, incapaz de entender la complejidad del entorno, cuestionó a su padre en un tono acusador. No creía que fuera un mentiroso, pero a su entendimiento no concebía quienes podrían ser más peligrosos que ellos o los mismos vampiros. Los otros seres de la noche con los que compartían el reinado.

— Bueno hijo, eso tiene una sencilla explicación. Bajo nuestro mando, yacen criaturas de la noche que se refugian en nuestra autoridad dominante. Ellos forman parte del pueblo beneficiándose de nuestra protección a cambio de que aporten a nosotros trabajo y recursos. Es un intercambio, lo mismo sucede con el Reinado vampiro. Sin embargo, no todas las especies de criaturas están de acuerdo con formar parte de uno de nosotros, prefieren más su autonomía, por sus diferencias físicas o directamente odian la autoridad y las normas con las que nos regimos — El padre trato de que su explicación fuera lo más clara posible, para que no generara demasiada confusión tan rápido. A futuro tendría que saber de todos estos temas, pero aún era muy pronto así que no quería que se preocupara de forma innecesaria —. Si quieres un ejemplo mi lobezno, podríamos pensar en las brujas.

— ¿Las brujas? — El pequeño, con su voz infantil y un poco chillona preguntó abriendo sus ojos sorprendidos.

— Si, así es. Las brujas de cualquier tipo no son capaces de respetar a ninguna criatura que no sea de su misma especie. Se retraen en lugares apartados, lejos de la luz de la luna donde no puedan ser molestadas ni cuestionadas por sus actividades.

— Pero papá, ellas son casi como los humanos. ¿Cómo podrían ser tan peligrosas como nosotros? Con nuestra forma de lobo podríamos contra ellas, ¿no? — Frunciendo el ceño, el joven lobezno miró fijamente a su padre a la espera de una respuesta que satisficiera sus preguntas.

— Es verdad, que en esencia son como ellos, ya que a diferencia de nosotros no cuentan con una forma más desarrollada y mortífera. La mayor parte de ellas, en sus inicios lo fueron, tan comunes y normales como un humano débil. Pero lo que las hace ostentar el título de bruja, es que su relación con el mundo cambió, eso es lo que las hace peligrosas, más aquellas que han hecho tratos con seres que incluso salen de nuestras pesadillas. Son mujeres y hombres, que han tocado realidades que desconocemos y que, por ello, sus vidas dejaron de estar atadas a las del destino de un humano.

— Papá no te entiendo — El niño incapaz de razonar y entender mucho de lo que su padre le había explicado, no pudo hacer más que cruzar los brazos y mostrar su enfado con el tono de su voz.

— Sé que esto puede sonar muy complejo en estos momentos para ti, pero cuando crezcas lo podrás entender mejor. Por ahora quiero que te quedes con la idea de que no debes subestimarlas, por frágiles que se vean jamás debes darles la oportunidad de que abran su boca. Aun con todo lo que te dije, la razón por la que no son de los seres dominantes de la noche es porque su mayor desventaja es lo mismo que las hace fuertes: Su habla — El hombre cambió rápidamente el tono de su voz con el que se dirigía a su hijo —. Cualquier cosa que puedan llegar a hacer, no servirá si no pronuncian sus conjuros y hechizos. Necesitan de su voz y boca para exteriorizar su voluntad. Quitándoles eso, no son nada a nuestro lado hijo.

— Ah... Ya veo — Asintió ante esa última explicación un poco más entendible para él —. Si, entiendo papá. Seré muy astuto y no dejaré que ninguna bruja hable dentro de nuestro territorio.

Con renovadas energías, el pequeño expresó sus pensamientos con alegría y firmeza. Prometiéndose a sí mismo, que nunca dejaría que una bruja entrara en sus dominios jamás y si una se atrevía a hacerlo, se encargaría de hacer que nunca pudiera volver a hablar en su vida.

Corazón de la noche (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora