Capítulo 2: Luces en el bosque

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Cassian miraba atraves de la ventana del coche. Los edificios de la ciudad pasaban rápidamente mientras recorría las calles camino a su cita.

El sol del mediodía se reflejaba en los cristales de los rascacielos, mientras a sus faldas humanos recorrían el asfalto, inmersos en su vida y cotidianidad, ignorantes de aquello que les rodeaba.

De niño, Cassian en algunas ocasiones deseo por momentos haber sido un chico normal, sin las pesadas y demandantes responsabilidades que conllevaba ser un alfa de una manada como lo era la suya. Nox, ese era su nombre y por generaciones fue acreedora de grandes y dignos lobos lideres que la llevaron a lo que era en la actualidad. Cuando creció, Cassian entendió la importancia de su destino y lo afortunado que era de estar en esa posición.

Quería ser fuerte, pero también justo.
Su pueblo dependía de él, su seguridad y bienestar estaban en sus manos y Cassian no quería defraudarlos. Sabía que tenían fe en él, aún si la Madre Luna dictará lo contrario y si su corazón se estrujara cada día cuando camiba por las calles de su pueblo.

Jamás olvidaría ese día.

Aún así, quitando todo aquello, su vida se podría considerar casi perfecta. Y si, casi, por qué faltaba la última pieza de su vida, algo que sin duda era indispensable para cualquier Alfa, según su padre: su Luna creciente

La doncella predestinada elegida por la Madre Luna, para acompañarlo en su vida. 

Cassian no dudaba del amor ciego e incondicional que se da y tiene cuando uno encontraba a su Luna Creciente, puesto que él mismo había visto a sus padres como ejemplo, pero la realidad es que él ya tenía una dueña de su corazón que él mismo había escogido por su cuenta y que justamente ese día pensaba presentarla oficialmente a sus padres como su prometida.
No le importaba lo que dijeran, él estaba seguro de su decisión.

Quería ser dueño de su vida, sin estar atado a ningún destino. No le importaba cargar con las consecuencias de esto, más no podría decepcionar a su padre.

Tal vez y solo tal vez, está sea la decisión que finalmente lo llevaría a la sima.

El carro se detuvo finalmente y entonces la vio, la mujer con la que quería compartir el resto de su longeva vida. Su sonrisa resplandeciente, sus hermosos ojos verdes que lo miraban con anhelo. Su cabello corto rubio y su esbelta figura con las curvas necesarias que siempre lo volvian loco. Ella lo era todo para Cassian en esos momentos. Cuatro años de relación habían bastado para que él supiera que si fuera o no su Mate, ya no le importaba y está misma podía irse muy lejos, por qué no estaba dispuesto a darle un lugar a su lado jamás. Él ya tenía una Reina, una que sin duda, era la indicada.

Giselle era su Luna. La única en su corazón.

— Lamento la demora — Cassian pronunció aquellas palabras, mientras bajaba del coche para acercarse a Giselle. La joven permanecía de pie en la orilla de la banqueta, con dos maletas a su lado —. Había mucho tráfico.

Cassian rápidamente llegó hasta ella y la envolvió en un fuerte y emotivo abrazo al mismo tiempo que juntaba sus labios con los de ella para transmitir más el amor y el deseo que lo había estado carcomiendo por dentro luego de un mes separados por cuestiones de trabajo de Giselle.

— No te preocupes, la espera a valido la espera — Después del primer beso, se dieron uno nuevo pero con más pasión.

Cassian podia sentir las emociones explotando dentro de si, tan emocionantes y fuertes, pero no lo suficiente como satisfacerlo plenamente, no de la manera en que padre le había explicado. No, por qué no era su Luna. Giselle no era su Luna Creciente y eso era algo que lo enfurecía, por qué él realmente la amaba y odiaba que el destino los fuera a separar en algún momento. La sola idea lo destrozaba por dentro. No podía imaginar una vida sin ella a su lado. Por eso, pensaba desafiar al destino y burlarse de él en su cara.

Corazón de la noche (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora