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Esa noche los militares británicos se quedaron atónitos, pues su ejército había desaparecido en tan solo unos pocos minutos. Habrían de exagerar con esa expresión, pero la realidad es que los sobrevivientes, mayormente heridos de gravedad, no habían revelado tanta información como la requerida para si quiera atreverse a dar un paso más; quedándose más temprano de lo previsto sin opciones en cuanto a las investigaciones.

La única información que fueron capaz de rescatar fue que aquel ataque no fue hecho más que por un grupo de terroristas, los cuales, al fallar con lo que sea estuvieran planeando, sacaron un arma capaz de hacer una serie de explosiones en un área extensa. Por supuesto, fue extraño; propósitos, aquella tecnología, cuerpos, identidades. Nada. Lo único dejado atrás por aquellos terroristas fueron diversas piezas metálicas rojas sin ningún propósito o forma; aunque sospechan que eran parte de aquel objeto, por lo tanto, no fue difícil descubrir que hicieron una limpieza de área para luego desaparecer.

Podría haber sido tomado como un ataque no tan exorbitante, pero tampoco es que solo fuera una simple base. Aquella base tendría años de historia que, si bien hoy en día no era demasiado utilizada, sí que estaba siendo vigilada por varios militares y su arsenal no tenía armamento digno de un museo. Eso realmente fue una amenaza.

Un acontecimiento el cual definitivamente no debería estar a manos de periodistas, pero era inevitable que esta no fuera difundida. Desde entonces llovieron noticias las cuales no hacían más que alejarse de la verdad con informes falsos y habladurías. ¿Cómo podrían explicarle al público que aquello fue provocado por un arma no identificada capaz de destruir una base completa en tan corto tiempo? Por si no fuera poco que haya salido de la nada, sea propiedad de un grupo peligroso que aún no se sabe quiénes son con exactitud y que fuera capaz de volar por los cielos sin ser un avión, helicóptero, misil, etc.

Simplemente no podían hacer eso.

Entonces una completa destrucción fue provocada por mentiras que iban desde un arma enterrada en el pasado hasta un grupo de alienígenas escondiéndose de la humanidad en viejas instalaciones que, al ver a los militares, se asustaron y activaron algún artefacto extraño alienígena capaz de hacer tal hazaña. Increíblemente funciono.

Finalmente, sin culpables ni explicaciones, no era más que una pérdida aplastante que no salió a la luz; no teniendo más opciones que solo estar precavidos ante cualquier sospechoso o ataque.

...

El constante pitido del monitor de signos vitales y el sonido del aire acondicionado hacían del ambiente uno relajante. La luz del sol que se adueñaba incluso de la noche entraba por las ventanas, traspasando las blancas cortinas e iluminando el rostro de aquel de cabello castaño claro.

Las vendas en su cuerpo sobresalían de la tela de aquel camisón hospitalario, picando de paso a su piel que, si bien ya estaba acostumbrada a esa constante sensación, jamás diría que es de lo mejor.

Mientras tanto, el rostro del paciente era uno tranquilo a pesar de su estado. Se encontraba recostado en aquella cama, observando hacía el techo y pensando en lo que tuvo que perder para poder estar finalmente en calma, sobre un colchón y con compañía de una almohada que realmente fuera cómoda; su espalda seguramente estaba contenta y su cuello agradecido.

Calma.

O eso habría seguido siendo, pero su atención se dirigió hacia la puerta en cuanto esta fue abierta; alerta de cualquier movimiento de la persona que fuera a entrar. Se esperaba un médico, un soldado o en la más imposible pero peor situación, aquel sujeto... no obstante, su expresión se relajó de inmediato en cuanto vio aquellas cejas pobladas junto a su otro amigo alto.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora