35

668 83 16
                                    

Los objetos rotos habían terminado en una bolsa grande, quien aún con dudas de tirarlas, las dejo al lado del escritorio de trabajo del noruego.

Su hombro dolía, saliendo de esta pequeña herida y poco profunda un hilo de sangre que lentamente se coágulaba en su piel. La cama ahora con sabanas y almohadas blancas se veía cómodo para dormir y no para vomitar. Los pitidos ya no se escuchaban, pues había sido igualmente roto por su dueño y la única luz del lugar se encontraba igual.

Ahora solo había silencio y oscuridad...

La puerta estaba abierta, provocando que el aire del pasillo entrará a causa de un ventilador que se encontraba en aquel pequeño corredor.

Silencio, oscuridad y frío...

Tan pronto como había detenido su actividad, los pensamientos habían llegado a él. Su enojo, su irritabilidad, su fastidio y odio por todo el mundo habían recaído hacía el mismo. 

Las lágrimas comenzaron a asomarse...

¿Por qué lloraba?

Sentir ese vacío, ese odio así mismo que a pesar de saber por qué, no quería recordarlo, más sin embargo, la vida lo despreciaba y hacia que aquellas cosas llegarán a su mente de un momento a otro, clavandose en su corazón como apuñaladas en su pecho.

Tan pronto como sintió una punzada, se dejo caer, llorando sin poder detenerse. Las gotas que derramaba de sus ojos o cuencas eran calidas y recorrían su piel como testigos de su dolor, sintiendose como quemaban su piel pero saliendo por una razón tan poco explicable.

Llevo ambas manos a su pecho, estrujando su sudadera, deseando no tener aquello llamado sentimientos.

Deseaba ser felíz, deseaba poder sonreír todo el tiempo, deseaba no ser él...

-¡Tom!- Escuchó un grito provenir por afuera de aquella habitación, pero por más que intentaba levantarse no podía. Se sentía tan débil, sus piernas flaqueaban y su voz salía entrecortada y con sollozos...

-¡¿Qué quieres?!- gritó lo mejor posible, lo suficiente como para ser apenas alcanzada por el de sudadera roja.

El silencio inundó nuevamente el ambiente, extrañando al de cabellos de pico, quien miraba el suelo.

Pero su tristeza fue reemplazada por miedo... Alguien, entre tropiezos y golpes había llegado al marco de la puerta, viéndose al otro lado al noruego quien cojeaba mientras tenía en una mano una botella de alcohol.

-Te he estado llamando maldito Testigo de Jehová-hablo, haciendo que el otro inmediatamente limpiara sus lagrimas y se levantará fingiendo haber juntado basura, para luego, "depositarla" en las bolsas.

Al terminar su actuación, llevo su mirada al de rojo, quien sin poder moverse mucho, miraba a un punto fijo sin decir o hacer nada.

Tom noto como su rostro ahora estaba más rojo que su propia sudadera y sus ojos estaban perdidos en la nada, tambaleandose a pesar de no estar avanzando.

-¿Cuánto ha bebido?- se preguntó así mismo, no creyendo no haberse dado cuenta de que el noruego se había levantado por su cuenta.

Tom suspiró, jamás creyó encontrar a alguien más ebrio que él mismo entre los cuatro.

El británico camino hacia el de peinado de cuernos, quien inmediatamente se recargo en él por sentir que todo se movía.

-Tom...-volvió a llamar, para luego tragar saliva-no te vayas...- dijo entre sollozos, sorprendiendo inmediatamente al contrario.

-¡¿Qué?!- preguntó, elevando una ceja; olvidandose por un segundo su propio dolor.

Tord miraba hacia abajo, sin pensar en lo que decía, mencionando como se sentía y expresandose con gotas saladas.

Tan débil...

-Eres el que más me entiende...- miró a Tom, quien solo escuchaba sin comprender- lo estupidamente mal que se siente vivir sufriendo-.

-¿A qué te refieres?- preguntó Tom, a la vez que su entrecejo se fruncia más y más, enojandose. -¿Quién se cree como para decir que entiende mi dolor?- pensó.

-Ese sentimiento de vacío- sonrío, pues para él "sentir vacío" era algo ridículo de decir- no poder hacer nada a causa de tu propia apatía y cuando por fin logras hacer algo... todos te mandan a la mierda sin saber lo mucho que te costó- trago saliva, para después tomar un trago del alcohol en su mano.

Tom poco a poco había agachado la cabeza, hasta quedar nuevamente en el suelo, apretando sus puños.

-No tener ganas de hacer nada e incluso de morir, porqué ya te sientes tan muerto que te es difícil mover tu propio cuerpo-Tord llevó su mano a sus cabellos, frustrado, jalando algunos de ellos- entonces intentar levantarte y mandarte más a la mierda...- siguió, haciendo que el de azul lo aventara.

-¡Callate!- habló entre lágrimas- ¡Estúpido de mierda! ¡Lo dices como si me entendieras, pero ¿qué has estado haciendo todo este tiempo?!- gritó, mientras Tord chocaba contra la pared.

El de rojo se recargo, acomodandose, mientras su mirada se encontraba en el piso, escuchando al contrario.

-¡Me has despreciado, diciendome que soy una mierda que se alimenta de sus amigos, un alcohólico que no sirve de nada! ¡¿No es cierto?!- se acercó a Tord, arrinconandolo en la pared, para luego agarrarlo del cuello con ambas manos- ¡Dime Tord, ¿no es cierto?!- repitió, no esperando a que le respondiera.

El de rojo miraba espectante lo que hacía el contrario, sin intentar defenderse.

Era cierto, es una mierda y lo sabía...

-¡¿Y sabes que es lo peor de todo, Tord?! ¡Tú eres el menos indicado para decir todas esas mierdas! ¡Te haces el sufrido, teniendo todo lo que yo no tengo!- apretó más su agarre, mientras sus pupilas se achicaban y las lágrimas no paraban.

Tord, con dificultad, decidió preguntar.

-¿Todo lo que tú no tienes?- habló de forma apática.

Tom río desesperado, estaba tan enojado e irritado que verlo tan tranquilo hacía que su ira aumentará.

¿Qué es lo que tenía que él no tuviera?

Entonces deshizo su agarre...

-Trabajo...- sonrío con burla, no creyendo que hizo todo aquello por algo tan patético.

-¿Cuál?- preguntó confundido.

Tom rápidamente lo vio confundido.

-¿Cuál más?, ese que tienes de inventar cosas y esas mierdas- respondió sin saber mucho acerca de su oficio.

El de sudadera roja inmediatamente captó lo que decía, para luego suspirar.

-No creo que a esa estupidez se le deba de llamar trabajo- lentamente se fue cayendo al suelo, cansado, bebiendo de aquel líquido tan tóxico.

La curiosidad de Tom aumentó, ¿por qué dirá eso?, pero decidió mejor no preguntar.

Entonces la botella de Tord fue arrebatada de un rápido movimiento.

-Ya no tomes, estúpido Commie- dijo contradiciendose, mientras la boquilla era llevada a su boca.

Tom se agacho junto a él, sentandose a su lado.

Tord miraba hacía adelante en silencio, pues su mente se encontraba nublada por distintos recuerdos de su pasado.

¿Por qué odias sin razón?

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora