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Se que la vida no es para pensar su significado, es para vivir cada uno de los momentos, pero entonces, ¿por qué no puedo ser felíz?
¿Cuál es mi felicidad?

—Alcohol, bajo, joder a las personas, arpones, molestar a Tord— nombró Edd, enojado de lo que acababa de pasar en el supermercado.

—Si, si, Edd. ¿Ya nos podemos ir?— le respondió irritado, cruzado de brazos y tratando de ignorar al castaño.

—Eres una basura— insultó Tord sosteniendo su brazo en un agarre fuerte, haciendo que los dobleces de su sudadera se marcarán más.

—No es mi culpa que seas tan idiota como para atravesarte cuando probaba mi nuevo arpón— dijo con ironía, sonando como una burla para todos los presentes, mientras mostraba lo con orgullo.

Tord iba a gritarle, claro esta, pero la mano de Edd se dirigió a su boca inpidiendole elevar la voz.

—¡Ya basta! ¿No puede haber un maldito día en el que ustedes no se esten peleando como gatos en celo? ¡Fue un arpon Tom, un arpon! Yo no compraré eso, así que devuelvelo a donde estaba— regaño, al mismo tiempo que alejo su mano de la boca de Tord.

Tom se fue refunfuñando a devolver el arpon.

Edd vio a Tord directamente, para luego mirar su mano, pensar un momento y limpiar su mano en la sudadera del noruego.

—Hijo de puta— susurro el del acento extranjero para sí mismo, conteniendo su enojo para evitar nuevamente hacer el ridículo en el supermercado; además de tener que pagar por las revistas sin que se dieran cuenta.

—Siguiente— se escuchó a sus espaldas.

Edd suspiro, para luego tener que pasar cada cosa que comprarían a la señora que los atendía.
Mientras que Matt y Tord se encontraban haciendo lo suyo; el más alto viéndose a un espejo, y el de cabellos claros mirando su celular.

Tom regresaba con una cara de decepcionado y molesto, haciendo de esta un rostro para nada amigable.

—¿También llevarán las revistas?— preguntó la señora con cara de aburrimiento y de asco, un dilema.

—Si— respondió Tord rápidamente.

—¿Cómo?— Edd no había escuchado claramente, por lo que pregunto. No quería ser estafado.

Tord desde atrás carraspeo la garganta, señalandole a la despachadora que no dijera nada.

La señora suspiro, negando con la cabeza.

—¿Quiere dar propina?— salvó a Tord, mintiendole al de mirada confundida.

—Mmmm, no— y nuevamente fue haciendo las cuentas en su cabeza, aunque su forma de contar los precios era revoltosa y única que incluso haría a un amante de las matemáticas llorar sangre.

—Dijo que si llevaríamos las revistas pornográficas de Tord— Tom había llegado desde atrás, sonriendo con burla a Tord, quien se encontraba apretando sus puños.

—Yo no pagaré por esas estupideces— quitó las revistas y se las dio a Tord.

—Entonces te quitaré el robot que te lleva las cocas cuando estas dibujando— amenazó, haciendo que las revistas de sus manos fueran arrebatadas y dejadas en el mostrador.

—¡Pero Edd! ¡¿En serio?!— se quejó, apuntando con sus brazos a Tord creyendo que era una injusticia.

—Es mi dinero Tom, yo puedo decidir que hacer con él— entregó el dinero, quitándole el espejo a Matt y decirle que le ayudará a meter las compras en la bolsa.

Lo cual hizo para que le devolvieran su espejo.

La felicidad no es constante.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora