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El agua de la lluvia golpeaba fuertemente el suelo, creando una melodía triste que se escuchaba a través de los sonidos de la ciudad.

El tiempo transcurrió con normalidad y llegó la noche. Edd caminaba por la acera junto a su amigo alcohólico, Tom, dando pasos desenvueltos que acompañaban a su cara despreocupada y alegre. A pesar del frío en el ambiente, Edd sentía un gran alivio al haber finalmente terminado su estancia en aquel infierno blanco. Con cada paso que daba, podía sentir cómo la tensión de los últimos meses se desvanecía lentamente. A su lado, Tom caminaba con paso vacilante, evidentemente aún afectado por su enfermedad.

Edd caminaba con una sonrisa en su rostro, frotando sus manos con ansias en sus guantes. Su mente estaba en su cama, imaginando la sensación de sumergirse en las sábanas cálidas y cómodas. El ruido de los pasos apresurados de Edd se mezclaba con el golpeteo de la lluvia y el sonido de su respiración acelerada. Sin embargo, su alegría se vio interrumpida por un estornudo de Tom, recordándole que no estaba solo en esta lluviosa noche.

—Si querías volver solo, solo tenías que decírmelo... — reprendió Tom agitado por el rápido paso de Edd; le costaba seguirle el ritmo.

Cuando el de cabello castaño lo miró, esperaba encontrar una cara de molestia, pero en lugar de eso vio a Tom con una expresión perdida.

—Quiero llegar a casa cuanto antes y no ayuda que camines tan lento— dijo Edd con un poco de burla, pero al mismo tiempo preocupado por el resfriado de su amigo—. ¿Estás bien? — pregunto con extrañeza—. Te veo distraído desde que hemos salido. ¿Ya tomaste medicamento?

Tom se encogió de hombros, intentando protegerse de la lluvia fría que se colaba a través de su ropa. Sus dientes castañeteaban mientras caminaba junto a Edd, maldiciéndolo mentalmente a su amigo por proponer salir a caminar bajo la lluvia con un resfriado y se maldecía aún más a sí mismo por aceptar.

—Sí, estoy perfectamente bien. Solo me encanta caminar bajo la lluvia con un resfriado— murmuro Tom con ironía mientras Edd reía—. Y ¿qué dices? ¿Yo distraído? Díselo al sujeto que camina rápido mientras sonríe como un psicópata. Oh, y no te olvides de decirle que deja a su amigo enfermo atrás.

Tom soltó una risa forzada al ver la mirada en blanco de Edd, siendo de inmediato interrumpida por un ataque de tos. Finalmente, cuando recuperó el aliento, decidió responder con seriedad.

—Ya lo tomé, estoy bien. Aunque no tanto como me gustaría en este momento— dijo con cierta incomodidad, algo que no pasó desapercibido por el otro británico

—Entonces... supongo que ya estarás mejor...

El de verde le dio una palmada a su hombro y luego, con las manos en su bolsillo, continuó su camino.

—Si, supongo...

Edd y Tom continuaron caminando bajo la lluvia en silencio, con Tom unos pasos detrás de Edd. El amante de la cola solo redujo su paso cuando vio su vivienda a la vista y se dio cuenta de que Tom estaba quedando atrás.

Edd se rasco la nuca, incómodo. No sabía qué más preguntar. Intuía que había algo más detrás del resfriado de Tom, pero hacía tiempo que no hablaban de temas personales y dudaba de si debía involucrarse. Primero miró a su alrededor, después a sus pasos y, por último, fue distraído por el sonido de la tos de Tom.

—¿Pasa algo? — preguntó en lo que sacaba las llaves de su bolsillo, preparándose para abrir la puerta de su tan querida casa y posiblemente de algo más.

El amante de la cola aún dudaba, pero dejo en manos de Tom aquella decisión. Si Tom no quería hablar, Edd no insistiría, pero dejaba la oportunidad abierta. ¿No es mejor dejar ese tipo de decisiones a los demás? Uff, te quitas una preocupación encima. Ya si Tom no entendía o no le contestaba, no era su problema.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora