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Sucio, sucio, asqueroso de mierda.

¿Por qué?

¿Por qué tengo que hacer esto y ser lo más estúpido posible al haber engañado a ese imbécil?

Él no me importa, no me agrada y mucho menos me preocupa; solo lo hago para no estar en un basurero como antes de que Commie me hubiera llevado a su casa.

No quiero estar entre la basura, no quiero ser lamentable nuevamente, aunque, ¿no lo estoy siendo ya?
Lamentable al tener que mentirle a mi enemigo con una sonrisa en un momento de debilidad, justamente cuando estaba desesperado en sus sueños yo me aproveche de aquello.

Soy tan miserable e hipócrita...

-Pero no se puede evitar. Esto solo es algo pequeño a comparación de todo lo que me ha hecho ese estúpido. Se lo merece, ¿verdad?- pensé para mi mismo, llegando al súper que se encontraba en una esquina de la calle en la que andaba.

Al entrar, cogí un carrito, llevandolo por los pasillos para ir directo a la zona de alcohol.
Compré muchas botellas de smirnoff, para luego encaminarme a donde se encontraban las frituras y todo tipo de botanas, tomar los que me gustaban y creía que le gustarian al Commie.

Miré el dinero restante, pensando en que todavía podría incluso comprar unos cigarros para él, después de todo es su dinero. Al terminar de elegir lo que compraría, fui a la caja registradora, uniendome a la extensa fila.

Uno, dos, tres, diez minutos esperé hasta mi turno. Estaba tan ansioso que me olvidé que el estúpido me estaba esperando en su casa.

Fui dejando las cosas en la banda que arrastraba las compras hasta el empleado y al terminar de registrar los precios junto con la suma de todos ellos, le di el billete para pagarlos.

Al terminar de ello, al ya haber recogido las bolsas me dirigí a la casa de Tord.

-Hey Tord, ¡abreme la puerta!-le grité desde el pasillo de los departamentos, no pudiendo abrir la puerta por mi mismo a causa de las bolsas de las compras.

En cuánto el idiota abrió la puerta, me introduje en la habitación de la sala, encontrandome con todo ya puesto; los controles, la consola, los videojuegos y la mesa para colocar las botanas.

-¿Qué miras estúpido?- Tord me reclamó después de ver como me quede observando todo para comprobar que estuviera listo.

-Solo comprobaba que todo estuviera en su lugar- le dije ocultando mi enojo, después de todo, tenía que fingir para poder quedarme más tiempo en este lugar.

Miré a Tord, notando su cara de un tenue rojo, pues estaba ebrio.

-Sigues siendo débil con el alcohol, ¿estarás bien? Debí haber traído agua o un refresco- mencione, creyendo que no aguantaría ni la segunda ronda.

-¿Me ves cara de marica? Claramente puedo con esto y más- se sentó en el sillón, tomando un control y fijando la vista en la pantalla.

-Commie, no... Tord, ¿sabes que la televisión está apagada?- levante una ceja confundido, aguantandome con una sonrisa torcida las ganas de reírme adelante se su cara.

-Claro que sí, estoy esperando a que pongas tu culo aquí para prender la televisión maldito idiota. Aún no estoy tan ebrio como crees- miro las botellas de alcohol, extendiendo un brazo indicandome que le pasará una de ellas.

Tuve que caminar hasta llegar al sillón, para después acomodar las cosas en la mesa y tirar las bolsas al suelo. Al final, le pasé la botella, luego de haber prendido la televisión y la consola.

Al voltear hacia Tord, pude ver como bebía con desespero el líquido.

Suspire, para luego tomar una smirnoff y bebermela de tope.

Porqué no puedo fingir y mantener una sonrisa sin tener que estar ebrio...

¿Es esto lo correcto?

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora