XXXIV. FINAL

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—No me va a pasar nada, Steve—dijo Jane riendo y mirando a su hermano—Te quiero, te llamaré todos los días, lo prometo

Steve la abrazó con fuerza;—Me vas a dejar solo, Janey

—Sólo son cuatro semanas, Steve—dijo y le regresó el abrazo también con fuerza, probablemente lo iba a extrañar pero no iba a renunciar a ese viaje por nada del mundo

—Adiós, Max—abrazó a la pequeña pelirroja con fuerza y ésta también lo hizo—Cuida de Steve, ¿okay?

—Okay, tú tienes que cuidar a Billy—dijo encogiendose de hombros y ambas sonrieron

—Adiós niños, los voy a extrañar mucho—los abrazó rápidamente a los cuatro, quiénes sólo murmuraron que ellos también

—Cuídala, Billy—dijo Steve dándole un abrazo a el de cabello dorado junto con una palmada mutua en las espaldas—Y diviértanse pero no demasiado

Billy rió ante el comentario de Steve y después abrazó a su hermana con fuerzas y con mucho cariño

—Cualquier cosa, me llamas, cuídate y trata de no meterte en problemas, pelirroja—dijo Hargrove antes de menearle el cabello a su hermana—Estaré de vuelta pronto

—Lo sé, pórtate bien, Billy—advirtió la menor mirándolo seria—Me alegra que estés feliz

—Pasajeros para el vuelo 7843 con destino a California, favor de prepararse para abordar—se escuchaba por todo el aeropuerto, era su vuelo, ambos se miraron con una sonrisa que no podían evitar, estaban tan felices por visitar California

—Ese es nuestro vuelo, los quiero—dijo Jane yendo con Billy, quién sólo les dijo adiós con la mano, Steve miraba a su hermana con felicidad y orgullo y sólo asintió en una forma de decirle que todo estaba bien

Billy y Jane comenzaron a caminar hacía la fila de abordaje con unas cuantas maletas en las manos

Cinco horas y media después bajaron del avión y estaban oficialmente en tierras californianas, tomaron un taxi para llegar a la dirección de la casa y no tardaron mucho en hacerlo

La casa había sido rentada por los padres de Jane, quién al saber que su hija iba a quedarse en un hotel barato, decidieron regalarles la estancia allá y para ser sinceros, ni Billy ni Jane se opusieron a eso

—Esta casa es preciosa—dijo Jane entrando, con la mayoría de los adornos y muebles blancos y toda la casa de colores claros, además de estar justo enfrente de la playa, era perfecto

—Tenemos la playa justo al frente—dijo Billy mirándola por la ventana, se sentía como un niño de nuevo, estar ahí era algo triste para él pero también era tan feliz—Debemos ir

—Sí, déjame ver la casa primero

Jane recorrió cada rincón de la casa, era preciosa, la habitación principal era muy grande y tan bonita, la cocina era lo más bonito de la casa y Jane sentía que no se quería ir nunca

—¡Vamos!, ¡ven!—gritaba Billy desde la playa, Jane camino hasta él a paso rápido, sintiendo toda la arena en sus pies pero le gustaba la sensación, ver el mar, las gaviotas volando, el sol, la arena y a Billy en medio de todo era lo mejor que podía haber visto en la vida, estar ahí era tan relajante, se sentía calmada y en paz. El aire fresco haciendo que su cabello ondeara un poco y ver a Billy sonriendo con pura felicidad hacia que sintiera que ese era su hogar

Jane llegó con Billy y lo abrazó por la cintura, apoyando su cabeza en el pecho desnudo del chico de cabello dorado y se sentía tan bien, Billy la rodeó con sus brazos también, admirando la belleza de lo que era California

—Es muy hermoso—susurró Jane mirando la playa—California

—Te lo dije—contestó Billy sonriéndole—No hay lugar más bonito que mi California

—Se siente bien, siento que puedo estar todo el día aquí escuchando a las gaviotas y las olas del mar, es muy calmante

—También te lo dije—ambos rieron—¿sabes?, estar contigo siempre me da la misma sensación que estar en California, esa sensación de la que hablas, me la das tú también y más cuando estábamos en Hawkins

Jane sonrió con ternura, sentía el corazón tan lleno de amor

—Creo que estoy lista—murmuró Jane y Billy la miró confundido—Creo que te amo, Billy Hargrove

Los ojos de Billy brillaron como nunca lo habían hecho antes, él ya sabía desde muchos meses antes que la amaba pero nunca lo había dicho

—¿Crees?—rió levemente—Yo también te amo, Jane Harrington

Ambos sonrieron con dulzura y se besaron, el beso más dulce, tierno y amoroso que se habían dado en los meses que tenían juntos

Después de todo lo que había pasado, tuvieron largos meses en paz, casi un año y en todo ese tiempo habían estado juntos, los padres de los Harrington ya conocían a Billy y los padres de él ya conocían a Jane

—Creo que te hacen falta unas clases de natación, en la playa—murmuró Billy cerca del rostro de Jane, quién soltó una carcajada

—Cállate y métete al agua—dijo tomándolo de la mano y corriendo hacia el mar, sintiendo como poco a poco empezaban a mojarse hasta adentrarse a el mar hasta que les llegaba a la cintura para Billy y casi a los pechos para Jane

—Hace mucho que no me metía a nadar

—Por eso te dije de las clases...—

Jane lo interrumpió con un largo beso, sabía a que se refería con lo de las clases y definitivamente no tenía nada que ver con nadar

—Soy mejor nadadora que tú, Hargrove

—¿Quieres probarlo?

—Sí, quiero probarlo

Billy no pudo evitar soltar una sonrisa coqueta y con picardia, claro que él solo había malinterpretado las cosas en una manera sexual aunque sabía que su novia no se refería a eso

—Ven—Billy la jalo de la muñeca y la pego a él, dándole un abrazo y los dos se quedaron ahí, viendo el atardecer con los ojos brillando de felicidad y de amor

—Esto es hermoso—murmuró Jane admirando el atardecer, levantaron la cabeza cuando escucharon a las gaviotas pasar y luego se miraron a los ojos, esas miradas fuertes que ambos tenían y que fueron las principales razones del que estén ellos ahí ahora mismo

—Estoy muy enamorado de ti, Jane Harrington

—Yo también estoy muy enamorada de ti, Billy Hargrove

Ambos sonrieron antes de volverse a besar, con el atardecer a un costado, el sonido de las gaviotas y de las olas del mar chocando entre ellas, sentían que ahí era dónde debían estar, que habían encontrado su hogar.

Y sí que iban a pasar el mes más maravilloso que iban a tener en la vida; sólo ellos dos y California.

Jane HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora