Capítulo 3: La rosa del Nilo - Parte 1

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Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.

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"Era el Egipto amado por los dioses, la tierra sagrada que ocupaba el centro del universo."

La reina sol - Christian Jacq

Capítulo 3: La rosa del Nilo – Parte 1.

Al llegar al ministerio ellos clasificaron cuidadosamente los objetos que habían copiado del museo. Sabían que al ser duplicados estos se deteriorarían con rapidez pero esperaban que soportasen lo que durara la expedición. Todo el mundo sabía que los objetos copiados estaban destinados a degradarse rápidamente, era por eso que uno no podía simplemente copiar las cosas ya que estas carecerían completamente de valor monetario.

Hermione guardó las prendas y armas, ordenadas de acuerdo a la épocas de cada ventana, en un morral simple de cuero gastado que Draco cargaría y que habían hechizado para que no tuviera fondo. También colocó una tienda mágica de campaña y algunos implementos modernos de pociones que debían procurar no perder para no alterar la historia. Ellos también llevarían elementos básicos de higiene y medicamentos modernos pero no estaba muy segura de que pudieran usarlos allí a donde iban.

Mientras ella empacaba, Draco revisaba los libros en busca de algún hechizo de último momento que pudiera serles útil durante el viaje. A él le hubiese encantado invertir roles con Granger pero ella prácticamente le había golpeado cuando lo sugirió. Al parecer tenía cierta manía que le impedía dejar que otro empacara sus cosas y a él ahora mismo le gustaba como lucia su nariz.

Cuando ambos culminaron sus labores, tenían un brillo de satisfacción en sus ojos. Ellos estaban listos para comenzar la travesía más extraordinaria de sus vidas.

- Son las cuatro de la mañana, quizá deberíamos dormir algo antes de que Stone venga con el Alphwyn.

Hermione secundó la idea y se dirigió al armario para buscar el equipaje que había guardado esa tarde cuando llegó al ministerio. Se daría, quizá, la última ducha caliente en mucho tiempo y quería disfrutarla.

Cuando salió del baño pudo ver que Draco estaba usando un pijama de seda negro, como toda su ropa, y leía un libro de historia antigua ayudado por un pequeño velador que colgaba de la pared sobre su propio sofá.

- Esperé a qué salieras para avisarte que iría a dormir al pabellón de descanso. Estaré aquí temprano, antes de que Stone venga.

Draco colocó el señalador que apuntaría la página donde había cortado su lectura y se puso de pie dispuesto a marcharse, pero antes tomó la varita que había puesto bajo la almohada.

- No es necesario que te vayas. - dijo Hermione mientras secaba su cabello con una toalla. - estaremos viviendo juntos en una tienda por los próximos meses, una noche no hará la diferencia.

Draco se encogió de hombros dándole tácitamente la razón y volvió recostarse en el sillón. En vez de retomar su lectura, él observó fijamente la rutina de Granger. Luego de colocarse alguna clase de crema en el rostro, ella había comenzado a secar su cabello con una toalla. Su madre y Daphne tenían sus propias habitaciones y él jamás había visto la rutina nocturna de mujer alguna y tenía que admitir que aquello lo tenía curioso.

Ella lucía un pijama de dos piezas de una tela que parecía suave y esponjosa. La cosa, horrenda comparada con los pijamas de Daphne, tenía gatos color naranja dibujados sobre un fondo color borgoña. A decir verdad, esa era la primera vez que Draco veía a una mujer en un pijama tan poco sugerente o someramente erótico. Eso estaba bien, él no tenía intenciones de ver a Granger en negligé.

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