–Buen día, cariño.– Apenas abrir los ojos era ya un esfuerzo enorme. La luz que entraba por el ventanal lastimaba y quemaba sus retinas. Su garganta estaba casi tan seca como sus labios y el dolor de cabeza parecía ir en aumento con cada parpadeo. Pero esa voz, esa voz casi hacía que cualquier síntoma de resaca desapareciera y lo único que pudiera sentir fuese miedo.
–Papá...–soltó como un murmullo la castaña. No quería siquiera imaginar el sermón que se avecinaba.
–Papá nada, Camila– recién volteó a la silla que estaba en la esquina de su cuarto y ahí estaba su papá, con pantalón de mezclilla y camiseta lisa color azul.–Hija, si necesitabas ayuda podías simplemente pedirla.
Camila se lanzó de nuevo a la cama y su papá se levantó poniendo la mano en la espalda de la vaquera. Esta había comenzado a llorar.
–El problema es que ni siquiera me di cuenta que necesitaba ayuda.–Su voz sonaba entrecortada.–Papá estaba todo bien, bebía una cerveza ocasional, años sin tener una recaída, no se qué pasa.
–No será esa amistad tuya, verdad.–Camila cerró los ojos mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.–¿cuál es su nombre? ¿Austin?.
Si pensaba a profundidad, tenía sentido, desde que conoció a ese chico lo único que hacía era volver a salir a bares, era verdad que no tomaba en la medida que antes lo hacía, pero sus borracheras más recientes fueron gracias a él. Y Lauren, Lauren también tenía mucho que ver de forma indirecta. Lo único que calmaba sus pensamientos y los celos que sentía por Lucy, era el alcohol. No estaba bien y quería dejar de sentirse así. De pronto escuchó su celular sonar en el buró y ni siquiera quiso saber quien era, porque quizás ya lo sabía.
–Deberías responder, ha estado sonando desde muy temprano...–una leve pausa y luego continúo–esa Lauren, algo debe necesitar porque no ha parado de llamar.
Y si, sus sospechas eran ciertas, quien llamaba era la persona de quien menos quería saber algo en ese momento. Tomó su celular para colgar la llamada, pero se sorprendió al ver 47 llamadas perdidas y 30 mensajes, todos de Lauren. Tanta insistencia le parecía extraña, pero no quiso saber más.
–¿Preparaste el desayuno?– pregunto mientras secaba sus lágrimas.
–Chilaquiles con salsa extra picante, mija.– Camila le sonrió y se levantó de la cama. Solo quería volver a ser una niña pequeña y que su papá cocinara para ella todos los días mientras mamá estaba en el jardín regando sus plantas y plantando árboles frutales.
En algún otro lugar de texas...
–¿Nada?– era la vez número 100 que Lucy hacía aquella pregunta y Lauren hizo su mayor esfuerzo por no rodar los ojos.
–Creí que la última vez, que de hecho fue hace 5 minutos, acordamos que si había algo yo te lo notificaría.–Lucy se acercó al escritorio y sonrió, estaba tan tranquila después de todo que incluso daba miedo.
–Solo procuro cuidar tu imagen...–antes de caminar hacia la pequeña sala de cuero verde que estaba dentro de la oficina suspiró y aunque para la empresaria aquel suspiro sonó como el de quien tiene un plan a punto de ejecutar, prefirió ignorarlo.–...y la mía.
–Cariño, no soy Beyoncé, ha habido algunas notas sobre mi en el periódico, eso es cierto, pero definitivamente no hay un camarógrafo persiguiéndome a cada lado al que voy, deja la paranoia.– Desde que se despertó ese día, Lucy había estado muy insistente con saber si había alguna nota sobre la borrachera que se puso Camila el día anterior. Era obvio que no la habría, no era algo tan relevante como para hablar de ello.

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Cowgirl.
Fanfiction-Quiero montar.- ronroneó Camila. Y Lauren comprendió de inmediato la insinuación.