Capitulo 7

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Narra Lauren

Verla ir de un lado a otro arriba del caballo, con el cabello pegado al rostro por el sudor. Y sus caderas moverse en un vaivén exquisito al ritmo de los galopes del animal, sus mejillas rojas por el acaloramiento. Los labios ligeramente entreabiertos y de vez en cuando el inferior aprisionado entre sus dientes cuando una maniobra requería mucho esfuerzo. Definitivamente observar a Camila montar a caballo era una de las cosas más sensuales que había  tenido  oportunidad de apreciar. Aunque si soy sincera, Camila realizando cualquier actividad es extremadamente sexy para mi.

No estábamos en un corral tan grande como en el que normalmente eran los rodeos, este era mucho más pequeño y en vez de muros, tenía unas barras de madera que unidas formaban el cerco para que los animales no se salieran. En una de esas estaba recargada yo. Observándola hacer lo que tanto le gustaba. De vez en cuando me regalaba una mirada discreta y alguna sonrisa. Pero estaba demasiado concentrada en no caer del caballo. Estuve viéndola por al rededor de 2 horas, pero la verdad es que no fue aburrido. Todo lo contrario me atrevería a decirme, cuando pensaba que había visto todo en ella, encontraba otro detalle que me encantaba y no podía dejar de admirar. Como un lunar que había en su cuello. O la manera en que su coleta se movía de un lado a otro. O como los músculos de sus piernas se tensaban cada vez que el cuadrúpedo hacía un salto. La forma en que tragaba saliva con fuerza cuando pensaba que el caballo no correría el tiempo que el entrenador le estimaba. Y la lista continuaba sin fin. La vi salir de ahí encima de Jordan, así era como se llamaba ese potro. Su pelaje era color crema. Con pequeñas manchas en café. La silla de montar color vino  adornaba su lomo. Pensé que había ido a cambiarse, cuando sentí unas manos cubrir mis ojos por detrás.

–¿Te cambiaste tan rápido?– cuestioné sonriendo. Pero no respondió y solo sentí una leve respiración en mi nuca. Seguido por una risita. No quiero presumir de mis habilidades para reconocer a Camila. Pero definitivamente no era ella.

–Error– una voz suave, delicada y aguda que no era la de Camila llegó a mis oídos. Sabía que la había oído antes pero no sabía donde.

–¿Alguna pista?– volvió a reír. Y sentí sus manos alejarse de mis ojos. Me giré con la intriga carcomiéndome y ahí estaba. Cabello rubio brillante, labios rosados y un poco de maquillaje. Tenía tejana, aunque Camila no me dijo nada de que se dedicara al rodeo, también parecía una vaquera original.

–Madison.– no recordaba si ese era su nombre, así que esperaba no equivocarme. Me sonrió.

–Lauren, que sorpresa verte aquí en día ordinario y no de evento.–  bien, tal vez había heredado un poco esa forma de ser tan entrometida que tenía su madre.

–Vine a acompañar a Camila.– me miró de inmediato, confundida.

–¿Camila y tú son amigas?– mi pulso se detuvo. Aún no había pensado que debia contestar cuando me cuestionaran sobre eso.

–Si, amigas. Tu sabes...Si, somos amigas.– Rió un poco ante mi nerviosismo y acarició mi hombro para que me tranquilizara. Alguien carraspeó detrás mío y por la sonrisa de Madison, algo me decía que ella ya había visto a Camila desde hace algunos minutos.

–¿Socializando, Lauren?– no sonaba molesta. Pero tampoco demasiado feliz. Solo neutral.

–Un poco.– cualquier cosa que saliera de mi boca en los próximos minutos era crucial para la discusión que seguro se vendría después.

–Ya veo.– Madison nos veía a ambas, sus ojos solo denotaban Malicia. Algo estaba planeando.

–Bueno pensé en que, porque no ir a comer las tres. ¿Saben? Una tarde de chicas o algo así.– tragué saliva. Listo. Mi tarde con Camila estaba arruinada. Le sonreí.

Cowgirl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora