38. ¿Dónde está? 😣

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Desperté sobresaltada encontrándome nuevamente en la cama del hospital, mi respiración era agitada, observé por la ventana donde el sol había comenzado a salir, suspire y me quede en silencio, un tiempo más tarde entro la enfermera

- Ya estas despierta – Sonrió – Vine a sacarte pruebas de sangre, las enviremos a un análisis nuevamente para ver la evolución - Asentí, saco los exámenes de sangre en total silencio, nuevamente quede completamente sola, me levante y camine al baño, tome una larga ducha y me vestí, me senté junto a la ventana recordando aquel extraño sueño, cada vez que mi madre aparecía en mis sueños se me hacía más difícil despedirme de ella, ya que nunca estaría segura de sí sería la última vez que podría verla, abrazarla, sentir su presencia.

Sali de mis pensamientos al sentir unas pesadas manos en mis hombros, percibí el olor de Richard y sonreí antes de girarme a su encuentro

- ¿Ya son las 8? - Asintió

- Mira lo que te traje levanto una bolsa del suelo

- ¿Qué es?

- Te traje algunas frutas y – Alargo la y – Tu celular, pensé que te aburrias así que te traje celular y cargador – Los coloco en mis manos, rápidamente lo rodee con los brazos

- Te lo agradezco tanto – Bese sus labios – Papá debe estar muy preocupado

- Si, me llamo y se lo explique todo

- ¿Y qué te dijo?

- Que llamaría nuevamente hoy, además de que solo traigo problemas

- ¡Lo siento, no quiso decir eso! - Acaricio mi mejilla

- No tienes por qué pedir perdón, lo entiendo perfectamente – Sonrió dejando un beso en mis labios

- Quiero irme de aquí - Se acerco a mi oído

- Sera pronto, ¿olvidas que eres tan fuerte como una loba? - Sonreí con gracia

- Eres un idiota – Sonrió

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Pasaron un par de días, me sentía muchísimo mejor, me habían hecho un par de exámenes más, algunos días estuve sola debido a algunos conciertos de Richard, siempre regresaba, en este momento me encontraba recostada con el celular, lo dejé en el cajón y me dispuse a dormir

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¿Richard?, ¿Qué está haciendo en este lugar? Me encontraba caminando por un oscuro sótano, el cuerpo de Richard atado a una silla, sus ojos me pedían ayuda, me acerqué rápidamente, su cuerpo se cubrió por neblina oscura, una sombra se colocó a su espalda, una mano se puso sobre su hombro y allí lo reconocí su dedo índice no se encontraba, corrí al lugar cuando una profunda voz se levanto

- Ni se te ocurra acercarte, si no haces caso lo matare – Inmediatamente frene

- ¡No se te ocurra tocarlo! - Una risa sarcástica dejo sus labios, su mano se movió en el aire y sentí unas manos pesadas agarrarme con fuerza - ¡Suéltenme!

Las manos de aquel hombre se colocaron a cada lado de la cabeza de Richard - ¿Quieres despedirte?

- ¡Suéltalo!, ¡No puede hacer eso! - Me sacudí con fuerza, sus manos giraron su cabeza emitiendo un crujido sordo - ¡No!, ¡Déjenme!

- Suéltenla – Inmediatamente me soltaron, corrí hacia Richard

- ¡Richard! - Las lágrimas brotaron de mis ojos - ¡No!, ¡Richard, no puedes hacerme esto!, ¡No! No, no, no

- ¡___!

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- ¡No! - Me senté de golpe en la cama - ¡¿Dónde está?!

- Reacciona, respira – La enfermera me observaba

- ¿Dónde está? - Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos

- ¿Quien?

- ¿Dónde está Richard? - Dije entre sollozos

- No ha llegado – Me puse de pie - ¿A dónde vas?

- ¡Tengo que encontrarlo!, ¡Fue toda su culpa, por su culpa Richard no está!

- ¡No puedes irte! - Me agarro con fuerza del brazo, me solté empujándola

- ¡Es mi problema si me largo de aquí! - Me arranque el suero antes de salir a correr por todo el hospital.

- ¡No la dejen salir! - Grito nuevamente la enfermera, rápidamente me vi rodeada de médicos y guardias, traté de esquivarlos, pero me sujetaban con fuerza

- ¡Déjenme! - Grite tratando de zafarme - ¡Tengo que encontrarlo! - Mis rodillas tocaron el suelo un segundo, forcejeaba con fuerza, finalmente me vi alejándome de la puerta, gritaba esperando ser ayudada, pero solamente me observaban con curiosidad e indiferencia, mi cuerpo cayó sobre el colchón de la camilla y rápidamente me puse de pie, nuevamente me empujaron a la cama y me inmovilizaron desde cada lado de la camilla

- ¡Colóquenle el calmante está muy alterada!

- ¡No! - Grite enojada - ¡No pueden obligarme a permanecer aquí!, ¡No pueden obligarme a nada! - Me movía con fuerza, siendo completamente inútil, pude ver una enfermera preparando una jeringa y nuevamente grité con fuerza - ¡No van a ponerme sus porquerías!, ¡Tienen que dejarme ir!, ¡Tengo que encontrarlo!


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Noche Inolvidable Richard Camacho y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora