Capítulo 6: Olvido

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Son las 6:30, Crowley que estaba en el cuerpo de Aziraphale al percatarse de la hora, decide que es tiempo de partir. Es muy probable que los busquen luego del enorme desastre que resultó ser el armagedón, y sería realmente conveniente estar distanciados para evitar sospechas, sobretodo por Zira, definitivamente no merecía seguir sufriendo.

Aziraphale había caído rendido, aparentemente en un sueño profundo, su energía estaba por completo acabada, por lo que no sintió al demonio cuando entró en la habitación y se sentó a los pies de la cama.

Ángel... Oye Angel... despierta .- Susurra Crowley, sin recibir respuesta.

Ángel, vamos tienes que despertar, los ángeles no necesitan dormir.- Sigue susurrando, evita hablar alto para no alterarlo y trata de no tener contacto físico con Zira, para no asustarlo más con su presencia. Crowley sabía que la había cagado, lo mejor era no tocarlo por un buen tiempo, o mejor NUNCA.

Aziraphale, hey, posiblemente no vayas  recordar esto, pero es mejor que me vaya. Ahora que estás utilizando mi cuerpo, es mejor que te quedes solo en este lugar, yo me iré a la librería, o más bien lo que quede de ella.- Pausa por unos segundos, para continuar mientras se pone de pie y se ubica frente a la cara del ángel.

Ángel, odio haber estropeado todo, quizás era cierto que iba muy rápido para ti, quizás era cierto que esperar mil años más hubiese hecho la diferencia, quizás era cierto que no debía enamorarme y menos de un ángel. Pero el daño ya está hecho, soy una maldita bestia y nada cambiará eso, sin embargo, yo aún puedo ayudarte.- Crowley se acerca quedando a solo un par de centímetros del ángel. No debía tocarlo, él lo sabía, pero no pudo contenerse, colocó una mano en su mejilla, este era su adiós. 

Zira, espero que algún día tu alma me perdone por lo que te hice y por lo que haré ahora.- El demonio deposita un tierno y duradero beso en los labios del ángel. De forma milagrosa Aziraphale solo recordaría que bebió demasiado, y que terminó casi en un coma etílico en la casa de Crowley, pero no recordaría nada de lo que pasó esa noche, absolutamente nada. O eso creía el demonio.

Para que no se alterara, Crowley le dejó una nota en el velador, explicando cómo se emborrachó y porqué cambiaron sus cuerpos. Y como era de esperarse, no mencionó ni siquiera uno de los besos que se habían dado aquella noche. A ojos de Crowley, si contaba aquello solo serviría para confundir a su ángel, su ángel que ya no era suyo.

Lo que al demonio jamás se le hubiese ocurrido, es que Aziraphale sí había despertado con sus llamados, y había decidido hacerse el dormido para no tener que enfrentarlo. El ángel a pesar de la preocupación y amor que sentía por el demonio, también sentía mucho temor de él.

Cada palabra que dijo el demonio, llegó y desgarró el corazón del ángel, sentía muchas ganas de llorar, pero no podía hacerlo, o quizás no quería. Aziraphale necesitaba sacar ese dolor. Y en eso se quedó pensando cuando el demonio le brindó aquel último beso, beso que posiblemente no recordaría.

Al abrir sus ojos, no encontró más que lagrimas por doquier, no podía parar de llorar, no entendía porqué, pero sentía el pecho apretado, le costaba respirar, como si algo no estuviera bien. Cuando pudo calmarse, miró a su alrededor, logró reconocer el departamento de Crowley, miró hacía el velador y notó la carta que el demonio le había dejado. 

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"Querido Aziraphale, anoche tomaste como un loco, tuve que llevarte a mi cuarto, porque no te podías los pies, traté de hacerte poner sobrio y no resultó muy bien...

Pues bueno, mientras estabas en tus delirios de ángel borracho, comenzamos a pensar en lo que nos dejó escrito Agnes, eso de "cambiar nuestros bandos", así que en mutuo acuerdo decidimos poseer nuestro cuerpos. Espero no te entusiasme mucho con el mío, sé que soy guapo, pero tranquilo Ángel, ya pasará.

Good Omens// Suceso Inefable ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora