Entre mi jefa y la chef

1.4K 40 3
                                    

En capítulos anteriores, me fui a vivir una semana con cada una de las camareras de Femboy Hooters. Al principio, me resistía a esta isla Futanari pero poco a poco me fui adaptando. Primero, la pasé con Sakura: una chica fanática del animé muy servicial a quien terminé penetrando y masturbando. Después, me fui a vivir con Emma: una chica gótica enorme que me humillaba obligándome a disfrazarme de mucama y que todas las noches se masturbaba sobre mí simulando ser sonámbula. Al final, yo mismo me excité y terminé chupándole la pija. En tercer lugar me fui a vivir con Pamela: una adorable chica rubia y muy femenina. Allí me ví obligado a vestirme de rosa todos los días, me tragué la leche de ella y su madre durante toda la semana y me mastubé metiéndome dedos en el culo. Al final de la semana, me penetró dos veces (una con consentimiento). Por último, me fui a vivir con Déborah: la camarera afro enorme que tenía los músculos tonificados. Me transformé en la esclava sexual de esta mujer a quien se la tuve que chupar en todo momento y me metía supositorios que me fueron feminizando cada vez más. Al final, Déborah me metió su gigantezco pene dentro de mí. Al final de todo, me habló de su primo que vendría de visita desde la isla Leche Negra: su nombre era Maestro.

Me acosté debajo de un coche. Mi intención era revisar los frenos, sin embargo, mi mano quedó atascada por un pequeño orificio y, cuando metí la otra mano para sacarla, esta también quedó trancada.

Yo: ¡Ayuda! ¡Señora! ¡quedé atascada!

De una puerta al costado del Garage entró la Señora Sweetmilk. De lentes, pelo atado, obesa y con enormes tetas. Era un caluroso fin de semana y la Señora no se molestó en vestirse: llevaba unas bragas negras y una musculosa blanca. Me miró desde arriba, con poder. Yo me encontraba en el suelo, con las manos atrapadas y boca arriba. Llevaba una ajustada musculosa color rosa y un pantaloncito blanco.

Señora Sweetmilk: No me lo puedo creer ¿otra vez atascado?

Yo: Si ¿podría darme una mano, por favor?

Señora Sweetmilk: ¿una mano cómo? ¿así?

La señora me empezó a tocar la entrepierna.

Yo: Wow ¿qué...? ¿qué está haciendo?

La señora acercó su dedo índice al rededor de mi ano y comenzó a rodearlo. Mis piernas, involuntariamente comenzaron a levantarse. Cuanto se acercaba a mi ano, se levantaban. Cuando se alejaba, se bajaban. Me manejaba como a un títere.

Yo: Ah---aaaaa-aaaayyy no ¿qué hace?

Señora Sweetmilk: Me parece que lo estáis haciendo a propósito.

La señora me sacó el pantaloncito y pude ver cómo de sus bragas negras salió un gordo y venoso pene y procedió a penetrarme sin lubricación.

Yo: ¡AAAAY!

Señora Sweetmilk: Uf, qué rico culito.

Mis piernas se levantaron completamente. Estaban temblando. La señora comenzó a bombearme cada vez más fuerte y podía sentir sus rollos del estómago apretándome con cada embestida. Me tenía acorralado: era un monstruo enorme sudando en pleno verano pentrándome a mí: una pequeña sometida... y eso me excitaba enormemente.

La señora me agarró de las patitas pero yo no podía evitar temblar del placer con cada orgasmo anal que me estaba proporcionando. Mi diminuto pene no tardó en acabar llenarme el estómago de lechita pero mucho más cargada fue la eyaculación de mi ama quien, mientras se corría, se acostó sobre mí con toda su enormidad y, a punto de aplasrme, me empezó a lamer las tetas.

La señora se salió de adentro mío y me dejó en el suelo. Se paró y se limpió las gafas.

Yo: Ahora si ¿me puede ayudar a salir?

Femboy HootersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora