En capítulos anteriores conté mis primeros años después de dejar la isla Futanari y Femboy Hooters: trabajé en un hotel como mucama y después me fui a vivir con el dueño de Cummer's Factory durante un año. Tomé pildoras que hicieron que mi inútil y pequeño pene se transforme en una pequeña vagina y comencé a ir a la iglesia con mi pareja. Sin embargo, un día mi papi me hechó de casa porque no aguantaba mi hiper-actividad sexual. Ahora no tenía donde ir y sospechaba que estaba embarazada...
Pero no fue así. No estuve embrazada ni me costó encontrar un lugar a donde ir. Afortunadamente, tenía mis contactos en la iglesia y me dejaron quedarme en una casita a cambio de cumplir funciones de servicio y ayuda en la institución. Allí fui acercándome a la comunidad y poco a poco me interesé más en la premisa de los hombres sissys que no aceptaban su lugar y debían ser transformados como yo lo fui. No volví a ver a mi ex-pareja nunca más: el director de Cummer's Factory no volvió a aparecer en la iglesia y estaba seguro de que era porque se la pasaba fornicando con ese nuevo empleado. Me enojaba mucho haber sido sustituida por un putito de mierda no asumido y me costó superar ese dolor.
Al tiempo, fui haciéndome amigos de la comunidad y conocí a un señor de traje y corbata: el Intendente Black. La primera vez que lo ví fue cuando vino de visita a la iglesia por una obra de beneficiencia y fue un saludo oficial. Yo sabía quién era y me quedé mirándola embobada. El hombre se acercó y me dió un fuerte abrazo como saludo. Puse sentir sus enormes bolas y su gigantezco cañón através del pantalón. Iban desde mi ombligo hasta la mitad de mi pierna. Eso sí que era enorme y me dejó pensando ideas como loquita. "¿Te gustaría ir a cenar conmigo algún día?" me dijo este señor caballerósamente. Acepté y, a los dos días, tenía un enorme pene a mi disposición.
Me enamoré de ese pene. Era realmente gigantezco y no podía saciarme. A la mañana siguiente, el señor Black comenzó a vestir para irse.
Intendente: Puedes quedarte en mi habitación y follaremos de vuelta toda la noche.
Yo: ¿A dónde vas?
Intendente: Tengo una reunión política. Me voy a encontrar con el Ministro Blanquín. Parece que busca mi apoyo para presentarse a la campaña presidencial.
Yo: No puedo creer que tu partido político permita hombres blancos como mandatarios. Son seres inferiores que todavía no asumieron su lugar.
Intendente: Ya, pero ¿qué puedo hacer? tampoco es que pueda mucho.
Yo: ¿Sabes qué? él debería ser el que te apoye a tí para ser presidente. Serías el mejor mandatario que esta isla jamás a tenido y podrías poner el orden que los blanquitos necesitan.
Intendente: Bueno, en eso tienes razón pero ¿qué sugieres que haga? tampoco es que pueda forzarlo.
Yo: En eso te equivocas. Este pedazo de carne embobecería a cualquier idiota.
Intendente: No es mala idea... lo voy a pensar...
Dijo eso, me dió un beso en la boca y se fue.
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Al final del día, el señor Black me contó cómo le fue. Cuando llegó a la oficina, ahí estaba el Ministro Blanquín. Un hombre joven de lentes, debilucho y torpe que había llegado al poder por una estúpida ley de cuotas.
Black: ¿Cómo estás, mi hermano blanco?
Blanquín: Ho... ¡hola! ¡Señor Black! ¡me alegra mucho verle!
El hombre estaba nervioso frente a varones negros. Nunca pudo acostumbrarse.
Blanquín: Iré al grano. Tú sabes de mis intenciones para mi campaña presidencial y creo que tu distrito se vería fuertemente beneficiado ante una eventual victoria. Sabes que podré ofrecer grandes servicios a la comunidad que llevas adelante y... te tendré en cuenta cuando quieras proponer algo ¿que... qué me dices?
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Femboy Hooters
RandomLejos de aquí, existe una isla poco conocida. Se trata de una nación formada casi únicamente por futanaris. Si estás leyendo este relato ya sabés de que estoy hablando: mujeres con pene y un sobredimensionado libido. Una isla en donde peligra la het...