5.

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La semana siguiente transcurrió con relativa calma, aunque no sin ciertos desafíos. La vista de Kirishima estaba casi curada; podía distinguir las cosas claramente, aunque los colores aún se le escapaban. Sin embargo, Katsuki parecía estar en un estado constante de mal humor. Se había estado trasnochando para ponerse al día con todas sus materias. Y, a pesar de las insistencias del pelirrojo para ayudarlo, se negó rotundamente, argumentando que había prometido hacerlo todo por su cuenta.

-Ya te dije, Kirishima. Yo me encargo - había dicho con determinación.

Esa era la respuesta que siempre obtenía cuando decía que haría algo, y al final, aunque me costara, me quedé sin hacer nada, observando cómo Katsuki se agotaba cada vez más. No había dormido dos noches seguidas, y su irritabilidad estaba alcanzando niveles peligrosos. Cada vez que intentaba acercarme, se iba a tomar café o encontraba alguna otra excusa para apartarse. La situación me frustraba y preocupaba.

Una noche, mientras estaba en mi habitación tratando de pasar el tiempo, escuché a Kirishima entrar. Traía una bandeja con algo de comida. No le di mucha importancia al principio, pero pronto se acercó a mí con la bandeja en mano.

-No debes olvidarte de comer, Kats... es importante - dijo, su voz llena de preocupación genuina.

Katsuki miró la comida y se volteó nuevamente, ignorando la comida por un momento, intentaba mantenerse ocupado, pero se podía ver el cansancio en sus ojos. Finalmente, Kirishima se cansó y habló.

-Katsuki, esto no puede seguir así. Necesitas descansar - insistí, con un tono más firme.Él gruñó, pero no discutió. Tomé la bandeja y se la puse encima de los cuadernos, obligándolo a hacer una pausa.

-Solo un momento, ¿sí? - le pedí suavemente. -Te hará mal seguir sin antes hacer una pausa y comer. - dije y sonreí suavemente.

Sorprendentemente, aceptó sin protestar. Se sentó y comenzó a comer en silencio. Kirishima se quedó a su lado, observándolo con preocupación. Cuando terminó, parecía un poco más relajado, aunque aún estaba lejos de estar bien.

-Gracias, pelos de mierda - murmuró, aunque sin la usual dureza en su voz

.

Sabía que necesitaba un cambio. Esa noche, mientras Katsuki trataba de estudiar e igualarse una vez más, me acerqué y apagué la luz de su escritorio.

-Oye, ¿qué demonios haces idiota? - protestó, pero no con la misma energía de antes.

-Necesitas dormir, Katsuki. Solo por unas horas. Yo estaré aquí vigilando que descanses tranquilamente, ¿de acuerdo? - le respondí con firmeza.

Y, después de mucha insistencia, finalmente cedió. Se tumbó en la cama y, en cuestión de minutos, estaba profundamente dormido. Me quedé a su lado, asegurándome de que no se despertara.

Los días siguientes, me aseguré de que Katsuki tuviera pausas regulares para descansar y comer. Aunque todavía se mostraba obstinado, podía ver que empezaba a aceptar mi ayuda. Su humor mejoró gradualmente y, con ello, la tensión entre nosotros disminuyó, volviendo a la tranquilidad de antes.

Una tarde, mientras revisaba algunos apuntes, Katsuki entró en la sala de estar y se desplomó en el sofá junto a mí. Me sorprendió cuando apoyó su cabeza en mi hombro, algo completamente inusual para él.

-Gracias por cuidarme, Kirishima - dijo en un susurro, casi inaudible.

Sentí de nuevo esa calidez en mi pecho al escuchar esas palabras. Le sonreí y, sin moverme, le respondí: -Siempre estaré aquí para cuidar de ti y ayudarte, Katsuki. No tienes que hacer todo solo. - y sin pensar mucho en las cosas besé suavemente su cabeza, sintiendo como el cenizo se erizaba ligeramente, pero no reaccionó de una manera brusca, solo acomodó más su cabeza y cerró ligeramente sus bellos ojos color carmesí.

Esa noche, la atmósfera fue diferente. Había una sensación de paz. Ambos sabían que, sin importar lo que viniera, estarían allí el uno para el otro, formando un lazo que seguiría fortaleciéndose con el tiempo, al igual que los sentimientos que ambos tenían hacia el otro.

Ciego -Kiribaku- (remaking)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora