Capítulo Dos:

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Mi padre dejó de venir de un poco. No fue repentina su desaparición, ni preocupante porque un par de conocidos lo cruzaron en otros lugares. Simplemente dejó de venir, se marchó y una parte de mi ruiseñor sintió el alivio de que le habían quitado el barro de un ala. Para mi madre era una pesadilla, pero yo sentí la ligereza en mi pecho de no verle el rostro nunca más. Ethan, Eddie, Ramon y Lola me preguntaron todo el momento si me sentí bien, pero no había forma de sentirme mal. Hasta que mi madre me dijo que debía buscar otro trabajo porque los gastos no alcanzaban. Allí sí encontré la forma de sentirme mal.

Nuestras vidas se destruyeron en una odisea de agonía y temor. Descarte la idea ese mismo año de que podría estudiar en alguna universidad buena. Los ahorros de mi futuro se invirtieron para no perderme en el presente y las tardes de los viernes se volvieron aterradoras.

―¿Cómo está tu madre?―preguntaba un ya maduro Ethan.

―¿Cómo realmente está o como ella demuestra estar?―apreté mis labios buscando algún casete que mejorara mi estado de ánimo―. Apenas me queda la posibilidad de enviar solicitudes a universidades porque no puedo pagar los gastos mínimos.

―Eso se resolverá con el tiempo. No creo que sean tan idiotas de dejarte afuera si les cuentas tu situación―comentó Lola comiendo helado de frutilla desde el pote de tergopol.

―Mira el lado positivo, no tendrás que estudiar y pasarte la vida dentro de un sistema que se encarga de controlar nuestras cabezas para inyectarnos consumo―se encogió de hombros Ramón aportando su idea anti-capitalista al asunto. El comentario, repleto de ideales, nos dejó en silencio y todos bajamos la mirada. Desde que la guerra había terminado los pensamientos anti-consumo y capitalismo de Ramón habían anunciado con frecuencia. Los padres de Eddie estaban al tanto de esto y tiempo después de que le prohibieron juntarse con nosotros por ello. Tenían miedo y era entendible, decían que de seguro había agentes secretos norteamericanos escuchando por todos lados, que era muy común en estos tiempos. Pero no lo juzgamos por ello.

―Cambiando de tema―era como Ethan afrontaba esos comentarios―, Radio Coke lanzó su segundo álbum que es una bomba.

―Tenias cientos de expresiones para usar y vienes a decir esa―Lola viró sus ojos llenándose la boca de más helado y sonreí.

―Como sea, quiero escucharlo si será igual que el primero.

―No puedes hacer un álbum dos veces, Ellie―dijo Ethan antes de colocar el casete en su lugar y las canciones comenzaron a sonar. Podría decirse que fue la primera vez que todos coincidimos en la música. Radio Coke era nuestra banda, unía el estilo hippie de Lola con el estilo rockero de Ethan y los ochenta de Eddie para luego cerrar con letras profundas de inmensas metáforas, ahí me encontré yo, en cada una de ellas.

Ese álbum fue un éxito que colocó a la banda en un escalaón visible para todo el público. Escuchamos "Not the Same" a todo volumen y en repetición cuando nos enteramos de la muerte de Freddy Mercury, un héroe para esta pandilla de adolescentes. Escuchamos "Living" cuando Ethan nos regaló su primer paseo con licencia de conducir. Coloque "Forever" cuando Ramón se enamoró de una chica que había conocido en su visita a la universidad y "I'm Fine Like This" cuando le rompieron el corazón a Lola. Ramón dijo que puso "Under" de fondo cuando tuvo su primera relación sexual y llegamos a buscar a Ethan a la comisaría esperando a sus padres escuchando cuando chocó su auto y estaba un tanto ebrio. Nos reunimos ese verano para escuchar el resto de los cassettes.

1995, en nuestro último año de secundaria Radio Coke lanzó su tercer álbum, "Radio Dream" luego de una gira por todo el país y mi madre me regaló una televisión a color donde pasaban mis tardes mirando MTV. Creo que este acercamiento tuvo que ser algun indicio para ella. Escuche por primera vez en mi televisor una canción de Madonna, y lo aprecio, pero a pesar de eso mi recuerdo siempre se congelara en el momento exacto en el que me encontré ordenando mi cuarto un sábado por la mañana y sonó "Here I Stay" de Radio Coca-Cola. Esta canción tenía un ritmo adictivo del cual años después un estudio psicológico estudiaría hasta titularla como la canción más adictiva de la historia. Escuchamos "Sings" y  "Window"cuando fuimos a un karaoke todos juntos para el cumpleaños de Ethan. El mismo le pidió a la chica que le gustaba que la acompañara al baile de graduación con "The Way" y luego escuchamos "Black Box" en el auto mientras intentábamos animarlo todos juntos porque lo rechazamos. Le dediqué "One Night" al vocalista de la banda en mi primera borrachera y me sentí lista para dar un paso gigante en mi vida al cantar "Music 4 Life" en mi cuarto a solas. La mañana siguiente le dije a mi madre que trabajaría en las fiestas para pagar un viaje a Los Ángeles y conseguir vivir de la música.

Pase el resto del día con la puerta cerrada escuchando "You Don't Exist" . Porque en ese momento era la verdad. Mi madre no existía. No para mí.

―¿Qué quieres decir?―frunció el ceño cansada.

―Tengo ahorros. La escuela hizo un concurso de informes de lectura y gané el segundo puesto, no es mucho dinero pero será lo necesario si trabajo esta temporada. Con la llegada de las fiestas las tiendas necesitan más personal, y ahí es donde entro yo porque quiero el trabajo y no me interesa pasar mis vacaciones trabajando. Como tú.

―Te irás―afirmó pero con cierta duda.

―Será una aventura.

Recuerdo perfectamente el momento en el que se detuvo para analizar mi rostro buscando algún rastro en él por si pudiera delatarme a mi misma de esta mala broma. Mi madre siempre tuvo el superpoder de decir las cosas con la mirada, o yo era la única que se había quedado a aprender cada una de ellas.

Me miró a los ojos y vi en ellos un prado encendido. Reproducía imágenes en mi cabeza mediante su mirada que me generaban un terror inmenso. Sin decir nada apoyó a ambos manos en la mesa que chillo al sentir el peso y se movió un poco. La luz de la cocina junto a la entrada alumbraba la escena al fondo de ella oscureciendo entre nosotras, pero no era necesario mirarla.

―¿Crees que es una aventura?―levantó su mirada y sabía que mi respuesta estaba siendo analizada microscópicamente. Analizaba ese silencio anterior, mi mirada confusa y aterrada. Hace varios años mi madre me había enseñado a leer imágenes, el lenguaje corporal, etcétera. Y en ese instante ella me analizo de esa forma.

―Solo quiero ser feliz.

―¿Acaso no eres feliz con lo que me he matado en darte?―cuestiono y la llama en su interior se avivó con el papel de mis palabras que recayó sobre su fuego. Abrí la boca para decir algo pero su voz ahorcó cada una de mis palabras―. ¡¿Crees que es una aventura irte y vivir sola en una gran ciudad donde pueden violarte o raptarte?! ¡¿Crees que es una gran aventura irte y descuidarte?!

Su grito se impregnó en las paredes de la estrecha habitación que llamábamos sala de concepto abierto y la miré fijamente a los ojos. Cuando otros encontraban más fortaleza en el vacío de lo abstracto, yo solo me centraba en desafiarla y mirarla directo a los ojos como si me retara a mi mismo a hacerlo.

―¡Contéstame!―gritó ahora con más fuerza.

―He pensado en esto por años, mamá. Sé que puedo lograrlo y conseguir un mejor hogar, algo mejor para ambas...

―¿Con qué? ¿Con la música? ¿Qué carajos harás con un par de canciones que no dependen de ti si son escuchadas o no?―. Su rostro se convirtió en aquella pesadilla tan lejana que me había procurado alejar.

―Viviré de la música, porque tengo la voluntad de hacerlo, porque no puedo pasar un día sin pensar en ello. Y porque más que nada eso es lo que quiero para el resto de mi vida.

―Ellie...―levantó el dedo índice deteniendome y bajando la mirada como si le hubiera dicho que había asesinado a la familia vecina en una gran masacre donde los apuñalaba a todos uno por uno como si no hubiera nada―, debes ser realista.

―¿Realista?―murmure y solo se desbordó de mi―. Mis sueños no son realistas―use su misma metodología al afirmar algo que seguramente estaba interrogando―. ¡Tuviste cientos de sueños! ¡¿Estuviste en mi lugar y no puedes simplemente apoyarme?!―grite ahora con más ganas y sin pensarlo solté:―¡Si tus sueños han sido víctimas de tu indolencia no significa que debas tirar los míos a la basura!

Y si no fuera porque golpeó la mesa, quizás esas hubieran sido mis últimas palabras. Pero lo fueron para ella.

𝙀𝙡𝙡𝙞𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora