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La universidad es un tema totalmente distinto a la escuela preparatoria.
Aquí cada quién se preocupa de sus propios asuntos sin importarles el culo de nadie. Literalmente el individualismo y la autonomía se practicaban a la par de la incorporación social, unión, compañerismo y convivencia. Nadie se metía en la vida de nadie, los rumores se quedaban en un sólo círculo y realmente habían interacciones con otros compañeros por las tareas y proyectos formulados para su cumplimiento en equipo.

Al atrasarme dos años por cumplir con el servicio entré a mis veintidós años a quinto semestre, técnicamente yo estaría graduado en este entonces.
Mi primer día no fue la gran cosa, evidentemente todos eran menores que yo y ya se conocían. Aún así los profesores nos hicieron presentarnos uno por uno porque "puede haber personas que no se conozcan en este grupo". Esa persona era yo.

—Im Jaebeom, tengo veintidós años. Acabo de volver de mi servicio militar. 

—¿Algún gusto que tengas en especial? —me preguntó la profesora amablemente.

—No.

—¿Pasatiempo?

—Ninguno.

—¿Deporte?

—Voy al gimnasio. 

—Algo es algo, gracias Jaebeom —respondió rindiéndose y dejándome sentarme.

La mayoría de mis compañeros hablaban de lo "cool" que me veía al responder así. Sus estándares eran tan idiotas como sus comentarios. No obstante, alguien que me repetía lo cool que fui era mi hoobae. Por lo que fue un extranjerismo que comencé a odiar.

Como si fuera requisito para vivir, seis de las siete materias que tenía solicitaban un proyecto final en equipo. Obviamente los docentes me incluyeron en equipos en los que faltaba un integrante. Un equipo se dignó en rechazarme porque le guardaban lugar a un chico que llegaría en días posteriores debido a que no estaba en el país.
Ahora estaba en un equipo de cuatro chicas.

—¿Qué tan bonita es su letra, oppa? —preguntó una de ellas—. Para que tú llenes el formato de equipo.

—Mi escritura es horrorosa.

—Bueno, la mía no es mejor —respondió. Posteriormente volteó a ver a otra de las chicas—. Llénala tú —añadió entregándole el formato.

Ellas realmente eran lo más desinteresadas posibles. No parecía que les importara verdaderamente la escuela pues al reunirnos en equipos dentro del salón de clases, lo que menos hacían era hablar del proyecto o cualquier cosa referente a la universidad. Los temas eran de lo más triviales y espontáneos posibles.

—Me he dado cuenta que el ombligo es lo más parecido a un culo —dijo una de ellas.

—¿Por la forma? —inquirió otra de lo más normal, como si lo que acaba de decir la anterior fuera lo más común del mundo.

—Por el aroma. Después de un largo día caluroso, introduce tu dedo en el ombligo y huélelo. Huele exactamente a un culo.

—Nunca lo he intentado. Creo que lo haré una vez llegue a casa.

—Es porque lo que provocan los malos olores en adición al sudor son las bacterias, al ser el ombligo casi un segundo culo por lo apretado que está da esa impresión.

—¿Puede algo oler a culo sin ser un culo?

—Además del ombligo, mi hermano mayor los fines de semana. 

Esas conversaciones eran el motivo por el que la mayoría de las mujeres del grupo no les hablaban. Igualmente, los chicos más superficiales tampoco lo hacían. Eran pocos, pero se notaba el rechazo hacia chicas tan abiertamente honestas. 
La diferencia entre los niveles escolares anteriores era que ahora no habían charlas a espaldas de nadie, todo se hacía de frente.

I guess this is KARMA [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora