彼の?

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Se volvió lejano.

Yo realmente no entendía su actitud. De un momento para otro, lo encontraba divagando o mirando hacia otro lado, su mirada estaba vacía y su entusiasmo disminuyó. 
Intenté preguntarle qué le sucedía, pero siempre respondía que no se sentía con ánimos.

—¿Le diste los panecillos? —inquirió mi novia al terminar de escucharme—. Eso puede ponerlo feliz.

—Lo de los panecillos fue de hace días, tuve que comérmelos antes de que se volvieran duros.

—Prepara otros, unos más deliciosos. De esos azucarados rellenos de crema pastelera. ¡Son mis favoritos!, ¡sé que los va a adorar!

—Necesitaría dárselos después de clases, un profesor me llamó la atención por entrar al edificio de primer año.

—Este viernes tengo ensayo general para la obra del festival de primavera así que no podré acompañarte a casa después de la escuela, aprovecha y encuéntrate con él —añadió poniéndose de pie—. Debo ir al club, procura que tu amigo esté bien y trata de preguntarle qué tiene sin agobiarlo. No quiero conocerlo deprimido. ¡Ah!, y pídele su número, creo que así sería más fácil. ¡Suerte, cariño!

Era fácil decirlo para ella, pero encontrarlo se volvía una hazaña cada día que pasaba. Temía ir al club de música y volver a ver una situación así. Internamente sentía que debía intervenir, pero otro lado de mi conciencia me decía que quizá yo malinterpreté todo.

El jueves en la tarde preparé las donas rellenas que mi novia me recomendó después de hacer la tarea. Mi madre no preguntó, debió deducir que eran para mi novia.
En la noche no pude dormir, pasé la mayor parte del tiempo pensando en cómo iniciaría la conversación y la forma de persuadirlo.

—¿No puedes dormir? —preguntó mi hermano susurrando desde la litera de abajo. Me asustó escucharlo hablar de repente en medio del silencio de medianoche, pero me asustó más que supiera que estaba despierto.

—¿Cómo sabes?

—Por tu respiración. Y porque te mueves más que un gusano sobre una plancha caliente.

Tenía sentido, yo no me muevo mucho al dormir.

—¿Sucede algo? —añadió.

—Siento que algo preocupante le sucede a un amigo, pero no sé cómo preguntarle porque lo vi en una situación algo extraña. Me da miedo preguntar de más y que se sienta incómodo. 

La puerta de la habitación se abrió de golpe mostrando a mi hermana menor con una linterna en la mano iluminándonos directamente.

—Sabía que estaban despiertos, ¿qué sucede? Necesito la historia completa —susurró cerrando la puerta y colocando una almohada que traía en el suelo para sentarse.

Como en algunas noches, mi hermana Jaehwa -de en ese entonces doce años- y mi hermano Jaesang -de veinte- escuchaban mis problemas mientras intentaban aconsejarme. Jaesang insistía en que le diera tiempo de explicarse, Jaehwa decía que las cosas se solucionan de frente y que lo solucione lo antes posible. Evidentemente, omití lo de la situación incómoda en el salón del club de música para que mi despeinada hermana prepuberta no se asustara, por eso su postura firme. 
Para dejar de pensar en ello, jugamos videojuegos en la televisión de mi hermano por unas dos horas y al ella irse a dormir le hablé a mi hermano sobre la parte omitida.

—Puede que sea su pareja —dijo—. No necesariamente tiene que estar siendo obligado.

—Él no se veía muy cómodo.

—Dijiste que cruzaste miradas con él, puede ser que la incomodidad haya sido porque los viste, por eso ha de evitarte le da vergüenza. Ha de pensar que eres homofóbico porque ya sabes cómo son algunos chicos en esa edad. 

I guess this is KARMA [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora