四十六

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Me miraba en el espejo de mi habitación. Sentía que mi escuálido cuerpo necesitaba ejercitarse como forma de desahogarme. Lo gracioso de la situación era que como acababa de tomar una ducha, salía vapor de mi cuerpo por lo que me recordaba que cuando era pequeño Jaesang hyung y yo solíamos decir que se debía porque teníamos poderes que despertaban con el agua. Mamá apoyaba la idea para que fuera más fácil hacernos tomar un baño.

Suspiré y traté de no tener pensamientos negativos nuevamente.

Estaba tan cansado de las conversaciones con los chicos en posgrado que sólo quería dormir. Cuando terminé de secarme el cabello, mi teléfono comenzó a vibrar en la cama de mi hermano donde lo dejé. Respondí la llamada entrante de Sungmi y me recosté donde estaba el teléfono con la esperanza de que la conversación no se alargara.

Hola, Jaebeom oppa —tarareó—. ¿Cómo se encuentra?

—Hola, linda. Estoy bien, ¿tú cómo estás?

Mi madre abrió la puerta de mi cuarto para que -sorpresivamente- Choi Youngjae entrara.

—¡Mamá! —exclamé colocando el teléfono debajo de la almohada.

Al sentarme de golpe casi me impactaba con la litera de arriba y por la velocidad del movimiento me acomodé la toalla de tal forma que no se viera nada. Estaba enormemente sorprendido de la presencia de ese chico, que aunque no es non grata, es inesperada y podía terminar mal en muchas formas.

—¡Lo siento! —clamó ella de vuelta riendo—. No sabía que estabas en toalla. Sucede que Youngjae vino a buscar a tu hermano y no vuelve hasta las ocho. Por eso le dije que estuviera aquí para que no se encontrara solo en la sala mientras trabajo.

Miré a mi hoobae. Ambos estábamos sonrojados. La diferencia era que él evitaba verme lo más que podía por obvias razones.

—Está bien —dije—. Deja la puerta abierta por favor.

Mamá asintió y el peliazul se reverenció en agradecimiento mientras ella se iba.
Me tumbé sobre la cama para seguir con la llamada señalándole a él la silla de mi escritorio para que se sentara.

¿Oppa?, ¿oppa?, ¿todo está bien? —preguntó Sungmi.

—Sí. Mi madre entró a mi habitación.

—Oh —rió—. ¿Tienes problemas con que tu mamá sepa que hablas conmigo?

—No, es sólo que acabo de salir de la ducha y no tengo nada puesto más que la toalla.

—¿Estás desnudo, Jaebeom oppa?

Miré de reojo cómo mi hoobae veía con atención los libros en las encimeras sobre mi escritorio. Nunca supe si a él le gustaba leer, por lo que por lógica no tenía ni idea si reconocía algún libro o lo que sea. Miró mis dibujos en la pared contigua. Nada en particular especial, sólo paisajes, siluetas de parejas, mujeres, hombres, animales. No era muy bueno dibujando ya que usaba una técnica más minimalista que otra cosa.
Estudiaba cada detalle de mí sin siquiera verme. Dándome a entender que el amor de mi vida estaba literalmente en mi zona segura haciéndose de toda mi esencia que debió conocer en su momento. Como siempre, perturbaba mi paz en gran medida ya que me alteraba con sólo ver las decoraciones. Y es que todo lo que observaba era tan mío que me sentía expuesto. 
Aunado a que estaba desnudo.

Me sentí nervioso. 

Para mi fortuna, todos los escritos que le dediqué estaban en libretas guardadas en una de las puertecillas de los contenedores del escritorio bajo llave. Y al menos para mí, abrir contenedores en casas ajenas es de mala educación.

I guess this is KARMA [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora