—¡Jaebeom!, ¿estás bien, cielo?
Mi madre me abrazó como nunca al llegar a mi casa. Sus ojos cansados me daban a entender que no durmió siquiera un minuto. Parecía haber estado esperándome sentada en el sofá de la sala de estar desde muy temprano, quizá por no poder conciliar el sueño de estarme esperando a que llegara.
—Tu prima me dijo que te sentías mal y tu hermano dijo que te quedaste con un amigo —sollozó por lo bajo en mi pecho—. Sabes que nunca dudaría de tí, mi amor, pero algo me dice que no te sentías mal de salud, o al menos no por una enfermedad.
Cuando miró mi expresión, me dedicó una triste sonrisa.
—Esto mismo pasó hace dos años, Jaebeom —dijo separándose pero sin soltar mis manos—. Al graduarte de la preparatoria siempre "te sentías mal" y "necesitabas tiempo para tí mismo". Salías de casa y volvías en peor estado. ¿Tú crees que me tragué el cuento de que entraste a clases de defensa personal, Beom? Por favor, ya no más excusas, ¿qué-te-está-pasando?
En ese momento, las cosas con Choi Youngjae se vieron minimizadas por ver el dolor de mi madre. Ella no entendía lo que sucedía conmigo, ella quería comprender, quería ayudar y yo sólo me encerré en mi estúpida desdicha. Siempre he sentido que tener que explicarle todo a mi mamá era el equivalente a haber fallado como hombre. Una vez que se regresa a los brazos de una madre después de la mayoría de edad debe ser por dicha, no por tristeza. Esa es mi forma de ver las cosas.
La hice que se sentara en el sofá y me arrodillé frente a ella. Fue por la inercia de probablemente el Jaebeom de cinco años que le daba explicaciones de porqué estaba la alfombra llena de jugo.
Ahora debía explicarle todas mis mierdas a una mujer que no tiene porqué sufrir por ellas.—Lo siento mucho, má —susurré—. Sé que mereces todas las explicaciones del mundo, pero no pued...
—Sí puedes. Y debes hacerlo. Tu ojos están tan cansados pero no porque necesitan dormir, si tu aspecto es así, no quiero imaginarme tu corazón. Te lo ruego, Jaebeom, dile a tu madre qué es lo que te está pasando. No hay nada más difícil para mí que asimilar que algo malo te esté sucediendo y yo no pueda hacer nada para evitarte ese sufrimiento.
—Es una estupidez, mamá.
—Si te tiene así de mal, no es una estupidez.
—Es un amor imposible —dije mirándola desde abajo, como un niño—. Hace cuatro años fue lo mismo, la misma persona.
—Recuerdo que hablaste de eso cuando volviste aquella noche de con tus amigos. ¿Qué tan malo tuvo que haber sido para que arrastres con ello por cuatro años?
Miré a la cocina, las escaleras, el patio. Era domingo, por lo que me resultó extraño que nadie más estuviera.
—Papá sigue dormido —dijo mamá—. Jaehwa también y tu hermano salió. Puedes hablar tranquilamente.
Suspiré mirando hacia el techo con esa falsa idea de que las lágrimas se quedaran en mis ojos. Repasé mentalmente de forma rápida que podía contarle lo que sucedió hace cuatro años pero no lo que sucede actualmente con mi hermano, sin embargo, al decirle que mi hoobae está aquí y que no puedo tener una relación con él (que es el motivo de mi estado) tendría que estar la explicación del porqué. Y es dónde Jaesang hyung entra.
Pero ya estaba causándole demasiados problemas.
—Cuando estaba en el último año de la preparatoria, estaba en una relación con aquella chica —comencé—, ya sabes, estábamos por cumplir tres años de relación. Por aquel tiempo conocí al chico, un hoobae. Fue una amistad que poco a poco trajo sentimientos distintos a lo que serían un par de amigos. En el momento en el que me enteré que ella me había engañado, me refugié en él comenzando una especie de relación no oficial por ambos ser chicos.
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I guess this is KARMA [2Jae]
FanfictionYugyeom tiene una peculiar forma de llamar a su grupo de amigos: «El Club de los Aferrados» y no es de extrañarse el porqué. Cada uno de los integrantes de este pequeño círculo social se encuentra aguerrido a un objetivo que es poco aceptado socialm...