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Se encontraba sentada en la mesa más cercana a la barra de la cafetería, miraba su celular y contestaba mensajes pendientes, mientras esperaba su orden regular, de las mañanas un Capuchino de vainilla con frambuesa, un toque dulce perfecto para empezar su mañana.

Starbucks era de sus cafeterías favoritas, aunque fuese una de las más típicas, la idea de poder pedir e inventar y mezclar variadas bebidas, le agradaba bastante.

— Capuchino para Mina. — Llamó un trabajador desde la barra, llamando así la atención de mina, quien fue inmediatamente hacia de donde provenía la voz que la llamaba, con su celular en mano y la mirada en este.

— Muchas gracias. — Sonrió levemente y tomo su bebida de la mano de el trabajador, haciendo que este devolviera la sonrisa.

— No hay de que. — Su mirada se posaba en la hermosa chica que tenía enfrente, esta solo se alejo sin contestar nada, y salió de la tienda caminando hacia el Laboratorio.

Tomó un sorbo de su bebida, y al ver su vaso pudo observar que había un número anotado junto con un mensaje, "buena elección, te puedo recomendar otras opciones, ¿Me escribes?" y una simpática cara guiñando dibujada a un lado.

Mina era una chica preciosa, con un porte bastante elegante y refinado, su belleza era irreal e hipnotizante, que impactaba y llamaba la atención de cualquiera que la veía.

Y Mina, era claramente consciente de eso, tanto así que sabía que incluso, personas que consideraba cercanas quedaban atónitas ante su belleza, y a veces sabía usar aquello a su favor, a pesar de que no le agradaba nada la idea de que la gente la viera más por su belleza que por otros aspectos de su persona.

Al entrar al edificio, las miradas se posaban en ella, en su largo y sedoso cabello negro, en su perfectamente elegido y combinado atuendo.

Mina era aquel tipo que el resto de chicas envidiaba y al mismo tiempo deseaba ser ella, e incluso algunas veces, gustaban de ella, aunque fuese físicamente.

— Buen día, Minari, te traje algo. — La pelirroja y le entregó una pequeña bolsa de papel a su contraria.

— Gracias Sana, que lindo detalle. — sonrió y tomó la bolsa de las manos de su compañera. — ¿Qué es?

— Un muffin de arándano, de tus favoritos. — Se alejo con simpatía aún con una gran sonrisa en su rostro.

Mina notaba que la gente a su al rededor hacia cosas por ella, cosas como favores, regalos, y detalles como ese, que ya eran cosa de rutina para ella, era algo normal.

Fue cuando derrepente escuchó una voz detrás suya, que la dejó congelada por unos segundos. No la había visto desde el pasado viernes, y Mina, para su fortuna o desgracia, recordaba todo, por lo que su meta de el día era poder estar en el trabajo, metida en sus propios asuntos sin tener que encontrarse a Chaeyoung, pues le aterraba la idea de que está también pudiese recordar lo que había pasado, y no es que hubiesen matado a alguien, pero a Mina no le constaba como podría reaccionar ante ese evento estando completamente sobria. Y su idea de encontrarse a Chaeyoung fue un fracaso desde el momento en el que escucho su voz, lo cual era de esperarse, pues no sólo trabajaban en el mismo edificio, sino que también en la misma zona.

— ¿Si te das cuenta porque lo hace? — Cuestiono Chaeyoung a espaldas de Mina, como si le hablara indirectamente.

— No se de que hablas, Son. — Dijo comenzando a cambiar con dirección a su oficina, con la esperanza de que esta no la siguiese, esperanza que claramente fue arruinada al escuchar su voz nuevamente atrás de ella.

— Solo evitas la verdad, casi todos aquí lo saben, o al menos lo rumorea, y dentro de ti lo sabes, ¿O no? — Siguió caminando esta vez estando casi a un costado de Mina.

Love Lab | MiChaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora