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La pelinegra movía una pierna con ansia, mientras estaba sentada asomando su cabeza hacia la puerta para ver si la persona que esperaba, llegaría en algún momento.

Una figura masculina tocó su hombro y al voltear, sonrió y se levanto, para ver a su padre cara a cara, quien la abrazo, y esta devolvió el abrazo. Mina movió la cabeza, buscando a una persona en particular.

— ¿No vino mamá? — Preguntó con un tono triste y con notable desepción.

— No cariño, lo lamento mucho, dijo que tenía mucho trabajo. — Mencionó tratando de hacer la noticia lo más suave posible.

— Siempre es lo mismo ¿No?, yo estoy al último de todas sus prioridades, y se supone que soy su hija... — Miró para abajo con desepción, intentando ocultar la evidente cristalización que se formaba en sus ojos.

Sentía una profunda tristeza, y un gran coraje cada vez que recordaba como su madre jamás asistía a ningún evento suyo, y esta, siendo su entrega de título de la universidad, el día más importante de su vida, tampoco estaría ahí.

Mina se sentía vacía, incompleta, y en soledad. Y era culpa de su madre, y de su abandono, la mujer más ausente de su vida, y a la que tristemente, Mina necesitaba más que a nadie. Lo cual, también por otro lado, hacia que esta tuviese un gran rencor, y furia guardada dentro de su ser.

Se sentía demasiado mal, porque sabía que su madre era completamente consciente de él daño pisicilogico y físico que había llegado a causarle a Mina, pues el más mínimo detalle, la había afectado en grandes dimensiones, las cuales su madre parecía ignorar.

Y el simple recuerdo de su madre, le hacia mal, no importaba que tan insignificante, o pequeño fuera, hasta la más mínima mención de su madre, le traía lo peor de sí misma, sus peores recuerdos y traumas, cosas que Mina quería guardar en un baúl enterrar en lo más profundo de la tierra, para asegurarse que nadie volviera a ver eso, nunca.

Mina volvió de sus pensamientos en cuanto escucho una aguda voz diciendo su nombre para llamar su atención, tomó un largo suspiro para podrr volver a el tiempo presente, y dejar de perder el tiempo en pensamientos de el pasado.

— Mina, ¿Todo bien? — La pelirroja chasqueo los dedos enfrente de él rostro de la pelinegra intentando ayudar a regresarla a la realidad.

— ¿Qué? Ah, disculpa, si, no es nada. — Sacudió un poco la cabeza y descruzo las piernas, para poder levantarse del banco de metal en el cual estaba sentada.

— No parece que lo estés, ¿Te puedo ayudar en algo? — Sana posó su mano derecha en el hombro derecho de Mina, rodeandola con su brazo, e intencionalmente, acercandola más hacia ella.

Mina se sintió extrañada, y un tanto incomoda ante la acción de la ajena, a lo cual con una ligera mueca, hizo un movimiento de hombro para quitar la mano de Sana, la cual noto claramente el gesto de incomodidad, y quito por completo su mano.

Mina se sentía un tanto incomoda estando al rededor de Sana desde que Chaeyoung le sugirió, o más bien, le afirmó esa misma mañana, que Sana, una de sus mejores amigas, estaba enamorada de ella.

La pelinegra recarcaba su brazo derecho en  la mesa de mostrador de metal, y con su mano izquierda masajeaba una parte de su cuello y hombro, con una notable expresión de molestia.

— Mina, ¿De verdad te encuentras bien? — Preguntó con ligera preocupación, alejándose de Mina, sentándose nuevamente en el banco de la mesa, y comenzó a ajustar el microscopio que tenía frente a ella.

Love Lab | MiChaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora