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2013, Enero.
Tokyo, Japón

Mina usaba sus audífonos alambricos a todo volumen, mientras leía "Carrie" de Stephen King, tratando de concentrarse en su lectura y en la letra de una de sus canciones favoritas; "Do I wanna Know?" de Arctic Monkeys.

A la corta edad de 15 años, Mina ya había encontrado sus maneras de esconderse y olvidar de los problemas que la rodeaban, le gustaba hacer varias cosas en las que se consideraba buena; como dibujar, cantar, leer, bailar, entre otras.

Escuchar desde su habitación entre la letra de la música, y los gritos, a ambos de sus padres castigando a su hermano por llegar borracho a su casa, por segunda o tercera vez en la semana, ya era parte de la rutina de Mina.

Al estar pasando por esto desde que tenía 13 años, estaba acostumbrada a los gritos ocasionados por el evidente olor a cigarro, alcohol, y ocasionalmente marihuana, que llenaban su sala cada vez que su hermano llegaba a la casa al pasar la 1 de la mañana.

Y no era que realmente no le importará lo que pasaba a su al rededor, simplemente fue que comenzó a no dejar que aquéllo le afectará. Pues las primeras veces que pasaba, la pelinegra se escondía en el calor de su cama y sus sábanas, hasta cubrir su cabeza y comenzaba a llorar, por la impotencia, el miedo, y la incertidumbre.

Realmente odiaba ver así a su hermano, porque para ella; ese no era el chico con el que ella solía ir a los museos, visitar las plazas, o contarle sus problemas.

Aquel chico que llegaba borracho o drogado a después de horas, no era el hermano que quería tener.

Su relación Hiroshi -su hermano-, era demasiado buena, a veces, según sus padres, mucho mejor de lo que ellos habrían esperado. Ellos tenían un vínculo irrompible, y aunque Mina tuviese cierto rencor, (que nunca admitiría), lo amaba demasiado.
Ser el favorito de su madre, y el que siempre se llevaba la atención de esta, dejandola a ella a un lado, estaba implícito, escrito en piedra y destinado a ser así.

Pero para su hermano, Mina siempre sería la número uno, era su prioridad, lo que más amaba y cuidaría en el universo, a costa de todo, por quien entregaría la vida si fuese necesario.

Y es por eso que Mina se sentia culpable por guardar tanto rencor hacia su hermano por robar la atención de sus padres durante toda su vida. Realmente no era la intención, ni la culpa de Hiroshi, sino de sus varios trastornos psicológicos que ni siquiera el sabía que tenía.

Ansiedad, Mentira patológica, trastorno narcisista de la personalidad, y trastorno límite de la personalidad. Y sobre todo la mitomanía; también conocida como pseudología fantástica, es un trastorno psicológico que consiste en una conducta repetitiva del acto de mentir. La persona mitómana suele mentir de manera espontánea con el fin de conseguir beneficios como atención, admiración o bien evitar un castigo.
Todo eso era lo que su hermano tenía, adjunto de una clara adicción al tabaco, al alcohol y a las fiestas.

diecinueve años tardaron sus padres, y su mismo hermano en notar que tan jodido estaba de la cabeza. Y la linda pelinegra de 16 años, no era la excepción, pues los problemas mentales, lamentablemente eran una de las herencias que la familia de su madre había dejado.

Depresión, ansiedad y cleptomanía, era lo que Mina había comenzado a desarrollar desde la pubertad. Junto con un notable trastorno del control de impulsos; Los cuales son un grupo de comportamientos que provocan la incapacidad de resistir un acto o comportamiento impulsivo que puede ser perjudicial para uno o para otros.

Entre los antecedentes familiares, la ansiedad, depresión, trastornos de personalidad (y esquizofrenia en algunos casos), eran los que más resaltaban en el expediente de la familia Miyoui en casi todos los especialistas; psiquiatras y psicólogos de Japón.

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