Capítulo 10: Compañía

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La charla con sus madres les había servido para desahogarse y aclarar sus mentes, después de eso, ambos se calmaron y se sentían más tranquilos.

- Cualquier cosa que necesiten, no duden en llamarnos.- Le dijo Izo a su hijo, atreviéndose a dar un pequeño beso en su frente.- Nos vemos.

Sus padres se fueron, y una vez sólos, pasaron el tiempo con Kiki, hasta que llegó la hora de dormir para el pequeño pelirojo y se fue a su habitación.

Mu se aseguró de que Kiki estuviera dormido, y volvió a la habitación de Alde. Sería un tema difícil e incómodo para ambos, pero debían hablarlo tarde o temprano.

- Lamento tanto que te hayas enterado de esa forma.- Suspiró Mu, manteniendo baja la vista.- Es solo que... Ya tenías demasiada presión encima, y... Y yo...

- No, tranquilo, Mu.- Le respondió Alde, sin atreverse a alzar la mirada tampoco.- Ya te dije que no estoy enfadado, solo no lo esperaba.

Mu guardó silencio, llevando una de sus manos a su vientre, sintiéndose aún bastante culpable por no haber dicho nada y dejado que Alde se enterara de esa forma.

- ¿Cuánto tiempo tienes?- Preguntó Aldebarán, intentando desviar la atención y culpa que Mu sentía hacía sí mismo.

- Tres meses y medio.- Respondió Mu, bajando aún más la mirada.- N-No te preocupes. Con Kiki tampoco me creció demasiado el estómago durante los primeros meses, es genético que el embarazo no se note demasiado hasta que ya está algo avanzado.

- N-No, tranquilo. Te creo.- Aclaró el castaño, no queriendo que Mu creyera que desconfiaba de él.- En las fotos tampoco se notaba demasiado.

Mu solo suspiró, haciendo todo lo posible por mantenerse tranquilo y no desmoronarse, aunque sus ganas de llorar no ayudaban.

- Mu...- Lo llamó Alde, captando su atención.- ¿Estás bien?

- Sí, no es nada.- Respondió, intentando sonreír.- ¿Sabes?, cuando éramos niños, muchas veces hablábamos de cómo sería nuestra vida cuando nos casaramos.- Dijo, con una melancólica sonrisa al recordar aquellos días.- Tú siempre decías que querías una familia grande, con muchos hijos... Yo siempre decía que con uno era suficiente.

El castaño bajó la mirada, sintiendo que quizás en algún punto de su vida había presionado a Mu para tener otro hijo.

- No te preocupes, jamás me obligaste a nada.- Aclaró Mu al notar su reacción.- Cuando Kiki tenía un año comenzamos a hablar de otro bebé, dijimos que lo tendríamos cuando Kiki cumpliera los 3 años. Y ahora... Bueno, aquí está.- Dijo, tocándose el vientre con una mano.

Alde miró a Mu, y aunque no pudiera recordar nada, algo dentro de él no podía evitar emocionarse y que su corazón saltara de alegría al ver al peli-lila.

La belleza de Mu era innegable. Desde su piel blanca como la nieve, hasta sus verdes ojos decorados por largas y tupidas pestañas, sin olvidar sus finos rasgos y su esbelta figura, así como su largo y hermoso cabello, todo era perfecto en él. Pero en esos días, Alde no podía evitar fijarse en todas las cualidades que el Omega poseía.

No era solo su belleza física lo que llamaba fuertemente su atención, sino su belleza interna. La paciencia y el amor que parecían ser infinitos en él, su dedicación, su empeño, su honestidad, su sinceridad, su fortaleza y su valentía para soportar y hacerle frente a la situación a la que se enfrentaba... Todas esas características hacían de él alguien hermoso en todos los sentidos. Y aún si no lo recordaba, Alde no podía negar lo agradable que le resultaba la compañía de Mu.

- No te presiones, estoy seguro de que pronto recuperarás tus recuerdos.- Le sonrió Mu, tomando su mano.- Tú siempre estuviste a mi lado, sin importar nada. Aún me cuesta entender cómo es que me aguantabas aún cuando actuaba como loco.

- ¿Por qué lo dices?- Preguntó Alde, sintiendo algo de curiosidad.

Mu fue a buscar el álbum de fotos y lo tomó en sus manos, buscando una página, hasta que la encontró.

- Si te contara cada ocasión por separado, nunca acabaría.- Sonrió el peli-lila, mostrándole varias fotos.- Sin importar lo que pase, tú siempre sabías qué decir y cómo calmarme, incluso en las peores situaciones.

Alde miraba las fotos, esas eran en familia. En una estaban en la playa, con un pequeño Kiki de poco más de un año de edad. En otras intuyó que habían ido a acampar o algo por el estilo debido al bosque y la ropa que portaban. Otra parecía haber sido tomada en un parque de diversiones. Otra más en un circo... Cada una retrataba diferentes momentos, todos parecían hermosos, y desearía poder recordarlos.

- Tranquilo.- Le sonrió Mu al ver su reacción.- Dale tiempo al tiempo.

Alde solo asintió, intentado sonreír.

- Oh, cierto. Ya es tarde, y ni siquiera te pregunté si estás cansado.

- No te preocupes, es imposible cansarse estando en reposo todo el día.- Le sonrió el castaño para tranquilizarlo.- Pero tú sí luces agotado.

El comentario de Aldebarán no era para menos. Las ojeras bajo los ojos de Mu eran más que evidentes, así como sus ojos algo hinchados, sus labios resecos y su semblante.

- No es nada. En la mañana estaré como nuevo.- Afirmó Mu con una sonrisa.

- Hablando de eso, ahora que Kiki está aquí, ¿dónde dormirás?- Preguntó el Alpha, con algo de vergüenza por la posible respuesta.

- Tenmos un sofacama en la sala, es bastante cómodo en realidad.

- Mu, por supuesto que no.- Respondió de inmediato.- Tú duerme aquí, yo ya me siento bien, puedo moverme. Tú necesitas un lugar cómodo por el bebé.

- Nada de eso.- Le sonrió Mu, tomando sus manos.- Tú necesitas guardar reposo. Además, es mi segundo embarazo. Yo estaré bien, no te preocupes por mí.

El ver la sonrisa de Mu le transmitía un conjunto de emociones, y aún así no recordaba al Omega, algo en su interior no podía evitar preocuparse por él y querer cuidarlo. Así como le decía que Mu no aceptaría cambiar lugares para dormir, pero sí aceptaría otra propuesta.

- Entonces quédate aquí.- Pidió, esperando que Mu accediera al menos a eso.

Las mejillas de Mu se sonrojaron suavemente. Sabía que Alde no lo recordaba, pero él sí, y añoraba su compañía como antes del accidente, pero no se atrevía a presionarlo.

- L-La cama es bastante grande.- Tartamudeó Alde.- C-Creo que al menos es mejor que dormir en un sofacama en el suelo.

A Mu le fue imposible no sonreír al ver el tierno sonrojo de su Alpha, así como su nerviosismo al aclarar la situación, no queriendo que la malinterpretara... Sin duda, algunas cosas nunca cambian.

- Está bien.- Accedió con una tímida sonrisa.- Pero si te sientes incómodo, dime. Puedo dormir con Kiki.- Pidió Mu.- No quiero ser una molestia.

- Por supuesto que no lo eres.- Dijo Alde.- Después de todo, también es tu cama.

Mu le dió un pequeño beso en la frente, incrementado el sonrojo en el más alto.

- Gracias de todos modos.- Sonrió Mu. Alde solo asintió algo nervioso.

Después de un rato, Mu se recostó en el lugar de la cama que solía usar antes del accidente.

Para sorpresa de ambos, el silencio no era incómodo, sino agradable. La simple compañía del otro les transmitía una inmensa paz y tranquilidad, tanta que en cuestión de minutos después de apagar las luces y decir "buenas noches", se quedaron dormidos.

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