Epílogo

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Años habían pasado, y tal y como pensaron, las cosas cambiaron.

- ¿Estás listo?- Preguntó el peli-lila con una suave sonrisa.

- Sí.- Asintió Alde, devolviéndole la sonrisa.- Aún no puedo creer que esté a minutos de entregar a mi hija en el altar.

Mu se acercó, abrazándose a su Alpha, siendo correspondido.

- Yo tampoco puedo creerlo. Parece que fue ayer cuando nació, y ahora es toda una mujer, lista para emprender el vuelo.

Era un día tan felíz y a la vez tan melancólico para ambos. Sus hijos ya no eran niños, Raki, la más pequeña ya tenía 27 años, y ese día estaba por casarse. Kiki hace algunos años había dejado el nido para irse a hacer su vida con su propia familia, y hace un año los había hecho abuelos.

- Bueno, sabíamos que este día llegaría, ¿no?- Sonrió el Alpha castaño.- Al menos Kiki fue de ayuda para prepararnos mejor, y a Raki seguramente también para evitar que quisieras echar a patadas a su prometido, ¿no?

Mu no pudo contener la pequeña risa que se le escapó al recordar cuando Kiki les contó de su— en palabras de Mu— peculiar relación.

- En mi defensa, me tomaron desprevenido. Y además, sabes que me llevo bien con todos ahora.

Ambos rieron levemente al recordar aquel acontecimiento. Su hijo mayor había decidido mantener una relación poliamorosa, con un Alpha y dos Omegas, y cuando decidió presentarles a sus parejas, Mu casi se desmaya por la noticia tan inesperada, y después casi se le va al cuello al pobre Alpha. Pero afortunadamente, Alde tomó mejor la noticia, y se encargó de calmar a Mu, así como hablar con los chicos.

Alde y Raki, aunque al inicio se les hizo raro, lo aceptaron relativamente rápido e incluso entablaron una buena relación con los chicos. A Mu le tomó un poco más de tiempo, pero al final lo terminó aceptando completamente, y ahora era bastante cercano a todos.

- La novia ya está lista.- Escucharon a una amiga de su hija, y segundos después, vieron a su pequeña, junto a sus Omegas y damas de honor.

Ninguno de los dos logró contener las pequeñas lágrimas de emoción al ver a su hija más pequeña, vestida de novia, bajando las escaleras con todo su séquito, lista para su gran día.

- ¿Están llorando?- Preguntó la Beta con un pequeña sonrisa.- Tranquilos, todo estará bien.- Añadió, dándoles un abrazo a sus dos padres.- ¿Qué tal me veo?

- Eres la novia más bonita del mundo.- Respondió Aldebarán, sonriendo mientras se limpiaba las lágrimas al mirar a su hija.- ¿Estás lista?

- Sí.

- Entonces vamos. Si llegamos tarde, tus abuelas nos matan.- Bromeó Mu, besando la frente de su hija, y después la mejilla de su Alpha.- Los veo en la iglesia.

Después de despedirse, Mu se fue junto a todo el séquito de Raki, las damas y Omegas de honor debían esperar a la novia, para entrar antes, lo mismo para los niños de las flores, y era la madre quien se encargaba de su traslado de un punto a otro.

Alde ayudó a su hija a subir al auto que a ellos les correspondía, dónde esperaron unos minutos antes de arrancar, todo con el fin de darles ventaja de tiempo al séquito. Pero para ellos el ambiente era bastante agradable y alegre.

- Papá, ¿todo está bien?- Interrogó Raki con la jovial sonrisa que desde niña siempre la caracterizó.

- Sí, cariño.- Sonrió su padre, limpiando la pequeña lágrima traicionera que se le escapó.- Es solo... Que no todos los días ves a tu hija casarse. Estoy felíz, pero a la vez, es algo difícil asimilar que ya creciste, que ya no me necesitas, y que es hora de dejarte ir.

- Papá, siempre te necesitaré, a ti y a mi mamá.- Replicó la peliroja, abrazando a su padre.- Mi hermano se fue hace cinco años con Harbinger, Fudo y Seiya, y hace un año que nació Helena, y él a pesar de todo, sigue acudiendo a ustedes siempre que lo necesita, y ustedes siempre están ahí para él.

En eso debía darle la razón a su hija. A pesar de todo, ellos siempre estarían para sus hijos, aún si ya eran unos adultos. Sabían que sin importar la edad, absolutamente todos requerían apoyo de vez en cuando.

- Si mamá incluso terminó aceptando al "ejército de yernos" que Kiki le consiguió...- Rió la chica junto a su padre, recordando las palabras que Mu solía decir.- Estoy segura de que nada cambiará entre nosostros.

- Sin duda, eres de las mejores cosas que me pudieron pasar en la vida.- Sonrió el mayor, abrazando a su pequeña, ya no tan pequeña.

- Y tú el mejor padre del mundo.

- Hago lo que puedo, pequeña. Por tí, tu hermano y tu madre, jamás me dí por vencido, y siempre intenté hacer lo mejor.- Replicó el castaño, recordando todos los momentos importantes en su vida.- Por ustedes, cualquier esfuerzo y sacrificio vale la pena.

El resto del trayecto fue mucho más tranquilo y ameno, con ambos compartiendo un agradable momento padre e hija, hasta llegar a su destino.

Alde se encargó de ayudar a su hija a bajar del auto, así como de acomodar el velo que se movió un poco de lugar. El resto rápidamente tomó sus lugares, listos para avanzar cuando se les indicara.

- ¿Lista?- Sonrió Alde, dándole ánimos.

- Por supuesto.- Afirmó la Beta, devolviendo la sonrisa.

Y dicho y hecho, comenzaron la caminata cuando se les dió la señal, tal y como lo habían ensayado por varias semanas. El camino fue mucho más corto de lo que Aldebarán recordaba, pero confiaba en que su querida hija sería felíz y no sería dañada de ninguna forma. Así que una vez dijo sus palabras, se retiró a su lugar, al lado de su Omega, dejando que el resto de la ceremonia siguiera su curso.

Cuando todo terminó, el nuevo matrimonio fue aplaudido y celebrado por todos los asistentes, aún con algunas lágrimas de emoción incluidas.

- ¿Todo bien?- Le cuestionó Mu, aún abrazado a su brazo.

- Claro, ¿y tú?- Asintió, acariciando la mejilla de su Omega.

- Igual.- Sonrió el peli-lila.- Criamos a dos personas de bien, fuertes, inteligentes y capaces. Estarán bien.

Ambos se sonrieron mutuamente, y después compartieron un pequeño beso, para seguir a los demás. Tenían una recepción que festejar.

[...]

- Y ¿qué tal les va con Helena?- Preguntó Mu, sosteniendo a su nieta en su regazo.

- Contra todo pronóstico, es muy tranquila.- Respondió Fudo, quién era el más cercano a Mu.- Le encantan las clases de natación, incluso estamos considerando tomarlas más en serio.

- Más bien, no tiene ni dos años y Fudo ya tiene su futuro planeado.- Murmuró Harbinger, ganándose las miradas de sus Omegas y su suegra sobre él.

- No es mala idea.- Respondió Alde, tratando de desviar la atención. Sabía que Harbinger no era un mal Alpha, aunque sí un poco directo y sincero sobre lo que pensaba.- La activación física es buena para los niños en sus primeros años de vida, y si a ella le gusta, entonces no hay ningún problema. Y si en un futuro deja de gustarle, solo se busca otra actividad y listo.

- Sí, quizás tenga razón.- Afortunadamente, Harbinger captó el mensaje de su suegro.- En fin, después pensaremos en eso.

Demasiadas cosas habían pasado en esos años, algunas buenas, otras no tanto, pero definitivamente, todo había valido la pena.

Algunos de sus recuerdos habían vuelto, otros aún seguían perdidos pero manteniendo la esperanza de recuperarlos, y muchos otros habían sido creados.

Desde ver a Raki en su primer día de escuela, a Kiki en su primera cita, a ambos graduándose, hasta ahora, ambos casados, y Kiki con una hija... Eran miles de recuerdos los que habían sido creados en esos años, cada uno hermoso, único y preciado.

Sus vidas después de aquel accidente no habían vuelto a ser las mismas, pero eso no era algo malo. Fue difícil al comienzo, eso era innegable, pero al final, lograron superar todos los obstáculos, y recuperar el paraíso que por derecho era suyo.

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