Capítulo 13: La vida en un beso

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El tiempo había seguido su inevitable curso, y poco a poco todos habían conseguido aceptar y adaptarse a su rutina y nueva realidad.

Seguían acudiendo a sesiones de terapia por semana, reduciendo paulatinamente, hasta ser una sola cita semanal. En palabras de la doctora, todos estaban teniendo un progreso bastante bueno y tan rápido como podía serlo. Incluso llegó a felicitarlos por poner de su parte, y apoyarse mutuamente. Cosas que no cualquier familia logra.

Alde no se daba por vencido. Aunque al inicio, todo era demasiado incómodo y agobiante, gracias al apoyo de su doctora, así como al de su familia, todo parecía volver a su lugar lentamente.

Había mantenido aquella tarea que Sasha le había encomendado, documentando cualquier sensación, sentimiento o recuerdo fugaz que cruzara por su mente. Incluso se atrevió a hablar con Mu al respecto, y en conjunto, armar el rompecabezas que cada recuerdo representaba.

Así habían logrado reconstruir varios pedacitos de su vida juntos, trabajando en equipo, cómo desde hace años lo eran.

- Entonces, ¿esa fue nuestra primera cita?

- Sí, fue cuando aún éramos algo jóvenes.- Asintió Mu con una sonrisa, después de que lograran reconstruir uno de esos recuerdos fragmentados.- También... Ese día fue nuestro primer beso.

Las mejillas de Mu estaban algo ruborizadas, y su mirada desviada, mientras con sus manos acariciaba la foto que ambos habían estado mirando.

En esos instantes, un travieso mechón de cabello resbaló por la oreja de Mu, cayendo a un costado de su rostro. Alde, de forma inconsciente y casi automática, tomó con sumo cuidado el mechón, al mismo tiempo que Mu.

Sus miradas se cruzaron, causando un fuerte sonrojo en sus mejillas. Aldebarán no pudo evitar sonreír, contagiando a Mu, mientras peinaba el mechón detrás de la oreja.

- Gracias.- Sonrió el Omega peli-lila, desviando la mirada algo tímido.

Al observar a Mu, Alde no pudo evitar que aquella sensación de haber vivido una escena así antes, lo invadiera. Ya comenzaba a familiarizarse con aquella sensación, pero de cierta manera, era grato sentir que tenía un lugar al que pertenecía, y que algún día lo recordaría completamente.

- Mu, ¿cómo dices que fue el final de esa cita?

- Pues, nada inusual en realidad.- Contó el Omega.- Solo... Esperábamos a mi padre en la estación de autobuses, cuando empezó a llover. Recuerdo que tú me acomodaste el cabello, y... Solo pasó. Nuestro primer beso.

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14/02/xxxx. Atenas, Grecia

Tenía apenas un puñado de meses que ambos habían confesado su amor, y que habían comenzado esa tierna e inocente relación.

Ambos se habían graduado de la escuela primaria, para comenzar con la secundaria, y ahora enfrentaban todos los cambios que esa nueva etapa de la vida traía consigo.

Sus padres estaban felices y aprobaban su relación, incluso les seguían permitiendo dormir juntos y poco a poco darles más libertades. Debían confiar en sus hijos, y hacerles ver que podían contar y confiar en ellos.

Ese era su primer día de San Valentín juntos, y sus padres habían decidido dejarlos tener una cita a solas, sin ningún adulto enmedio. El plan era simple: Izo los llevaría a la plaza y los dejaría ahí. Ellos irían al cine y harían las actividades que quisieran en la plaza. Y finalmente, Dohko iría a recogerlos antes del atardecer para llevarlos de vuelta a casa.

Así había sido todo, un día perfecto a decir verdad. Mu al inicio estuvo algo inseguro por su aspecto, pero Alde no dejó de decirle lo lindo que lucía, haciendo que cualquier duda se fuera antes de que se dieran cuenta.

Fueron al cine para ver una película que los dos llevaban meses esperando, y al terminar la función, siguieron con su cita en el patio de comidas, y después a un arcade, dónde lograron hacerse de varios premios. Quizás para otros el peor lugar para una primera cita, pero para ellos fue lo mejor y más divertido del mundo.

Aún así, el fin del día llegó, y era hora de volver a casa, aunque una inesperada y repentina lluvia los sorprendió. Así que se vieron en la obligación de correr lo más rápido posible hasta donde el padre de Mu los recogería, cargando con todas las cosas que habían comprado ese día, y se sentaron a esperar en el asiento metálico techado.

Ambos aún comían de un par de helados que compraron como último capricho del día, riendo por los chistes ridículos y sinsentido que se les ocurrían sobre el incidente de la lluvia. Hasta que sus miradas chocaron, justo cuando un mechón húmedo del cabello de Mu se despeinó y cayó a un costado de su rostro.

Un silencio cálido, que logró hacerles sentir mariposas en el estómago, se hizo presente. Alde solo sonrió, mientras peinaba la rebelde mecha, obteniendo cómo recompensa una suave sonrisa de Mu.

A pesar de tener ya unos meses siendo novios, no se habían atrevido aún a darse un primer beso que no fuera en la mejilla. Su amor era aún bastante inocente a decir verdad, pero la curiosidad cada vez les invadía más el pensamiento, y en esa ocasión, terminó ganando la batalla.

Mu puso su mano sobre la de Aldebarán, que aún le acunaba la mejilla, y sin decir nada, solo se acercó a su rostro, exhalando sobre sus labios, antes de dejar un pequeño e inexperto beso en ellos.

Los dos estaban algo nerviosos, pero ninguno se separó. Simplemente trataron de acomodarse lo mejor posible, hasta que unos segundos después, lograron coordinarse y encontrar su ritmo.

Al separarse, solo pudieron sonreírse mutuamente, con las mejillas encendidas al rojo vivo, pero sin una sola pizca de arrepentimiento. Perdiéndose en sus pensamientos... Hasta que el sonido de la bocina de un auto los hizo volver a la realidad.

- Hasta que se dignan a separarse.- Habló Dohko, desde el auto, justo frente a ellos.- ¡Dense prisa o se van a mojar aún más!

En ese momento, Mu quería que la tierra se abriera y se lo tragara. Su padre no iba a dejar de mencionar el tema durante al menos una semana.

Aún así, Alde le tomó de la mano y le sonrió, logrando calmarlo, para después subir al auto y volver a casa.

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- Alde, ¿estás bien?- Preguntó Mu al mirar como su Alpha se quedó en silencio y con la mirada perdida por unos segundos.

- Yo...

- Alde...

- Ya lo recuerdo.- Dijo el castaño.- Ya recuerdo ese día. Recuerdo... Que al final del día, Dohko nos recogió en un auto rojo. Los dos fuimos en el asiento trasero, comiendo helado, hasta llegar a casa. ¿No es así?

Ahora fue Mu quien se quedó callado, mientras un par de lágrimas traicioneras resbalaban por sus mejillas... Era exactamente lo que había pasado al final de ese día.

- Sí... Así fue.- Confirmó, con una sonrisa producto de la nostalgia y esperanza que inundaban su corazón al mismo tiempo en ese momento.- Entonces... ¿Lo recuerdas?

- Sí... Lo recuerdo.

Mu, en un pequeño impulso de emoción, abrazó a su Alpha, sollozando débilmente en su cuello, recibiendo una cálida protección de aquellos brazos en los que durmió por años de su vida.

Alde, contagiado por la emoción de Mu, no pudo contener las lágrimas que se le escaparon, dejándose envolver por el Omega peli-lila, que cada vez era menos desconocido para él.

Al separarse un poco, y observar el rostro ajeno, nuevamente, ese impulso hizo de las suyas, acercándolos lentamente, hasta fundirse con los labios ajenos, en un tímido beso, cómo el que fue el primero hace tantos años atrás.

Por esos instantes, todos los problemas que los habían estado atormentando por los últimos meses, dejaron de existir. Únicamente existian ellos, el amor que ni siquiera la pérdida de memoria había conseguido borrar, y la voluntad para recuperar lo que la vida les arrebató.

¿Quién diría que algún día vivirían la vida en un beso?

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