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Anahí consiguió entrar caminando por el pasillo del brazo de Ron, pero pasó la ceremonia sentada junto a Alfonso para no cansarse y poder reposar. La habían vuelto a peinar de manera que la pequeña herida que se había hecho en la cabeza quedase cubierta y le habían retocado el maquillaje que se había corrido por sus lágrimas.

La ceremonia fue breve y a Alfonso le pareció que se casaba con la novia más guapa que jamás hubiese imaginado. Salieron juntos de la iglesia, con Anahí apoyada casi por completo en él, cosa que no le molestó lo más mínimo, sino que lo excitó. Se sacaron fotos con todos y también solos, besándose, abrazándose, sonriendo... Todo lo que les pedía el fotógrafo que había contratado Melisa.

En el banquete hecho en su salón, todos les volvieron a felicitar y Alfonso aprovechó el brindis para anunciar que estaban esperando un hijo. La noticia sorprendió a muchos, aunque otros ya lo sabían y otros pocos sospechaban sobre la idea después de ver a la novia caminando hacia el altar.

— Bienvenida a la familia, Anahí —la saludó Ron con un abrazo—. Y enhorabuena por el bebé, espero que te encuentres mejor.
— Gracia Ron —sonrió tímida, los habían presentado minutos antes de la boda, porque habían decidido que él la llevaría hasta Alfonso, por si pasaba algo—. Por todo, eres un buen hombre.
— Intento serlo —le guiñó el ojo.

La fiesta duró bastante, hasta que Alfonso vio lo cansada que estaba Anahí y comenzó a despedir a los invitados junto con ella. Cuando se quedaron solos, la agarró de las rodillas y del cuello y la subió en brazos hasta su habitación. La deposito en el colchón y dejó un beso en su frente antes de alejarse.

— Estás muy cansada.

Anahí asintió en silencio, observando todos sus movimientos. Alfonso se sentó en el borde de la cama y le quito los zapatos de tacón que llevaba y que me habían hinchado los tobillos. Cuando comenzó a masajear sus pies, Anahí soltó un gemido imposible de ocultar.

— Que... ¿qué haces?
— Darle un masaje a mi esposa. Tienes los tobillos hinchados por esos zapatos y hoy has pasado por mucho, creo que te lo mereces.

El masaje empezó en el pie derecho para luego seguir en el izquierdo. Después de un rato fue subiendo hasta la rodilla y poco a poco hasta la mitad del muslo, haciéndola suspirar y desear más. El vestido estaba cada vez mas arrugado, hasta que Alfonso decidió que era hora de quitárselo.

— Para seguir con el masaje, por supuesto —le dijo a Anahí, con una voz inocente.

Cuando por fin se quedó solo con la ropa interior, la hizo sentarse de nuevo en el borde del colchón y se colocó tras ella para comenzar a masajearle la espalda.

— Relájate —susurró.

Anahí sentía todo menos relajación. Estaba excitada, tensa y ansiosa por hacer el amor con Alfonso y él no hacía mas que jugar con ella dándole masajes por todo el cuerpo. Además, el todavía estaba vestido completamente, mientras que ella llevaba solo un pequeño conjunto blanco de ropa interior.

— Alfonso —suspiró, echando la cabeza hacia atrás.
— ¿Si, querida? —respondió, sin mostrar el mayor interés.
— Te deseo.
— Pensé que nunca me lo dirías —sonrió, antes de dejar un beso en su cuello y apoyarla contra su pecho—. Pero aún estás débil y la boda ha sido larga. Deberíamos descansar. Mañana te llevaré al médico para que te revisen y depende de lo que diga nos iremos de luna de miel o no.
— ¿Me llevarás de luna de miel?

Alfonso asintió, mirándola sonriente.

— ¿Dónde?
— Sorpresa —besó sus labios—. Mañana veremos lo que nos dice el médico y entonces decidiremos qué hacer.
— Oh, vamos ¿Y cómo hago la maleta si no se donde vamos?
— Tú no te preocupes por eso, yo me encargaré de todo. Ahora, a dormir.

Embarazo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora