𝐶𝑎𝑡𝑜𝑟𝑐𝑒

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A pesar de que está de vacaciones se interrumpen momentáneamente cuando Aidan exige —porque no hay otra palabra para definirlo— que sea Dawn quien hable con él. No le vale McAffee, no, tiene que ser ella con la que hable o, de otro modo, no piensa decir nada. Y así se lo dice a McAffee por lo visto.

Así que Dawn interrumpe sus vacaciones improvisadas en Rumanía por tener que volver al Ministerio de Magia.

McAffee la llama con tanta urgencia por la red flu que Dawn llega incluso a asustarse y más teniendo en cuenta que McAffee le dice que puede usar la chimenea para llegar cuanto antes al Ministerio y que no hace falta traslador porque la han aprobado para ese viaje.

Lo peor es, probablemente, no poder despedirse de Charlie. Garabatea rápidamente en un trozo de papel que tiene que irse al Ministerio y luego se mete en la red flu para llegar cuanto antes a Inglaterra.

—Espero que sea algo importante de verdad —dice nada más llegar, realmente molesta y McAffee señala a Aidan, que está ya sentado frente a la silla de Dawn—. Ah, Aidan, ¿qué haces aquí?

—¿Qué llevas puesto?

No le gusta el tono con el que lo pregunta y Dawn se mira. La verdad es que no ha pensado mucho en lo que se ponía cuando se ha levantado, ha cogido de nuevo los pantalones que le había dejado Irina y había cogido una de las camisetas de manga larga de Charlie. Se la ha anudado en la cadera y la verdad es que no se ha visto mal del todo en el espejo del baño. Tampoco es que pensase salir de la casa de Charlie, la idea era que se quedase un poco más, se suponía que iban a ir a ver a Wallace después de que Charlie llevara el desayuno. Y luego ella volvería a Inglaterra por la tarde para cenar con su familia porque era Nochebuena.

—Sí, perdonad por ello, estaba de vacaciones. ¿Qué es lo que pasa?

Decide ignorarlo porque va a ser lo mejor, pero la mirada de McAffee le deja claro que no debería dejarlo pasar. Aún así Dawn avanza hasta su escritorio y se recoge el pelo en un moño alto improvisado mientras espera pacientemente a que Aidan hable.

Pero no lo hace.

—¿Aidan? ¿Qué es lo que pasa?

—Es un asunto importante que quiero tratar contigo —responde él y Dawn suspira.

—El Delegado McAffee también tiene que estar aquí si es tan importante como para tener que parar nuestras vacaciones —dice ella, pero Aidan niega.

—No creo que quieras que lo oiga —dice y se inclina sobre la mesa—. Es sobre el chico con el que te fuiste.

La curiosidad puede con Dawn porque no tiene muy claro que puede decir sobre Charlie que no pueda decir delante del Delegado McAffee. Pero le mira y el anciano niega, así que Dawn se levanta de la silla y va hacia él.

—Por favor, Ian —le dice, susurrando y el anciano vuelve a negar.

—No, Dawn —responde automáticamente y avanza hasta que se coloca detrás de la silla de Dawn—. Habla, Callaghan, no tenemos todo el día.

—No digas que no te he advertido —dice Aidan y Dawn no entiende qué es lo que pasa con él.

Al principio parecía simpático, alguien que podría estar de su lado y ser un amigo más. Quizá, con el tiempo, podría superar a Charlie y Aidan no parecía estar tan mal. Pero desde la reunión con el Delegado Neagu todo había ido a peor. Aidan solo parecía querer tenerla cerca cuando había algo importante que la Delegación británica tenía que decidir. Si no solo estaba allí, no era importante, ni siquiera escuchaba lo que decía.

Probablemente solo había sido amable con ella porque quería ir a la reunión con el Delegado Neagu.

—Ha llegado hasta mis mano una serie de... datos —empieza a decir y saca de su túnica un montón de cartas—. Sobre uno de los magos británicos que trabajan en el Refugio de dragones de Rumanía.

Efecto Coriolis [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora