𝑉𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑜𝑐ℎ𝑜

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Vuelve al Santuario el domingo, en un intento ridículo de que a Charlie le de tiempo a volver a Hogwarts y pueda intentar hablar con él de nuevo, algo que no pasa. Así que no puede seguir dándole espacio como ha estado intentando hacer.

Llega pronto, demasiado pronto, pero tampoco podía dormir. No sabe qué va a hacer Irina con ella, se merecería cualquier cosa que se le ocurra a la chica, la verdad. Desde que le haga el vacío como que no la deje volver a entrar en el Santuario de Dragones. Como si quiere lanzarla delante de Nymph, se lo merecería y que la auror haga lo que tenga que hacer.

Pero resulta que Irina no tiene nada de eso planeado, no. Ni siquiera dice nada porque no haya dicho antes, solo abre la puerta de su casa y la invita a pasar. Le ofrece chocolate caliente y pastas hechas por su madre y enciende la chimenea para que estén cómodas. Y esa hospitalidad pone más a Dawn de los nervios que los gritos que sin duda se merece.

—¿No vas a decir nada? —acaba preguntando porque no le queda paciencia. Irina se encoge de hombros y bebe de su chocolate caliente.

—No sé por qué te tengo que decir nada.

—Porque no te dije que no ibas a dar la asignatura —contesta ella e Irina niega.

—La estoy dando —dice, pero Dawn resopla.

—Tú eres quien iba a estar en el castillo.

—Sí, lo sé, es lo que planeamos en junio.

—Y no te avisé.

—Te lo dijeron el día de antes de venir, entiendo que no te diera tiempo —responde la chica y da un sorbo a su chocolate caliente—. No te creas que nosotros lo supimos mucho antes que tú, la carta para Charlie llegó el dia 30.

—¿Y no estás enfadada conmigo por no venir?

—Oh, no, sí que lo estoy, Dawn, pero tienes ¿qué? ¿Veintitrés años? —ella niega.

—Los cumplo en enero —aclara e Irina suspira.

—Da igual cuando los cumplas, ya tienes trabajo, vives sola, no necesitas que te griten y se enfaden contigo cada vez que la cagas.

Tiene razón, no lo necesita, no es algo que tenga que pasar, pero es lo que pensaba que iba a pasar. Es lo que siempre ha hecho Nymph cuando la cagaba con algo. Aunque ese algo siempre era Charlie. Espera lo mismo de los demás porque ella era su única amiga y así es como arreglaban luego las cosas, Nymph la gritaba, Dawn se hundía un poco más en la autocompasión y luego se disculpaba tanto con ella como con Charlie.

Pero Irina no hace esas cosas, ella es más madura que las dos juntas, Dawn lo tiene claro, por eso le ha ofrecido chocolate, pastas y están manteniendo una conversación.

—Esperaba que vinieras en septiembre, no te voy a engañar, pero he leído el periódico, sé que tenías mucho trabajo entre la Delegación y las clases —dice y Dawn va a hablar, pero Irina levanta la mano, indicando silencio—. Pero no es excusa porque podías haber mandado una lechuza.

—Ni siquiera lo pensé.

Es la verdad porque ha estado tan centrada en ella que se ha olvidado del resto del mundo. Y tiene que cambiar eso, no puede seguir así, no puede perderlos a todos solo porque ella no pueda sacar la cabeza de su culo. Así que se pone en pie y deja la taza de chocolate encima de la mesa.

—Te juro por mi puesto en la Delegación que el año que viene vas a dar las clases en Hogwarts —se lo promete y está dispuesta a darlo todo porque se cumpla.

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Las clases de séptimo son en las que Dawn más disfruta para estar tranquila y ponerse al día con todo lo que tiene que hacer. Son los que más saben porque piden leer el temario que asigna el ministerio por su encuenta y, muchos de ellos, dedican la asignatura a ponerse al día con todo lo que tienen que estudiar para los ÉXTASIS.

Efecto Coriolis [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora