capitulo 7

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Había pasado bastante tiempo desde que Atenea se marchó, pero Medusa seguía inmóvil en el mismo lugar

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Había pasado bastante tiempo desde que Atenea se marchó, pero Medusa seguía inmóvil en el mismo lugar. Su reencuentro con Atenea no fue como lo había imaginado; siempre pensó que cuando volvieran a verse, Atenea la abrazaría, le confesaría su amor y ambas llorarían, olvidando todo lo pasado. Suspiró y esbozó una sonrisa amarga ante esa fantasía, ya que, al encontrarse hoy, solo sentía enojo. Todo era tan diferente en comparación a lo que fue en el pasado, reflexionó mientras caminaba hacia el patio del santuario. Ahí, la estatua de Atenea se hallaba corroída y cubierta de musgo debido a la falta de mantenimiento.

Medusa despertó en una habitación desconocida y automáticamente llevó su mano al cuello, donde notó el collar que su hermana le había dejado

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Medusa despertó en una habitación desconocida y automáticamente llevó su mano al cuello, donde notó el collar que su hermana le había dejado. A través de la ventana, pudo ver que era pleno día. En ese momento, una mujer entró en la habitación, lo que hizo que Medusa se asustara y se encogiera en la cama.

—Tranquila, muchacha. Ya estás a salvo. Has superado la prueba — dijo la mujer con una voz tranquilizadora.

—¿Prueba? — respondió Medusa, mirando extrañada a la mujer, pero luego los recuerdos del monstruo volvieron a su mente y susurró: —Ah, sí, es verdad —

La mujer la miró con comprensión y le sonrió —Pobre niña, debiste asustarte mucho, pero considera que es un pequeño sacrificio para el gran honor de servir a nuestra diosa —

—Sí  — asintió Medusa mientras limpiaba rápidamente una lágrima que se le escapó.

—Ven, te voy a preparar— dijo la mujer, ayudando a Medusa a levantarse. Luego procedió a prepararla para su presentación con las demás aprendices; le dio un baño, peinó su cabello y la vistió con un elegante vestido de color lavanda. Cuando Medusa estuvo lista, ambas se dirigieron hacia fuera del cuarto.

La mujer que la había ayudado a prepararse la condujo escaleras abajo hasta un patio donde se encontraban muchas otras jóvenes. En cuanto Medusa terminó de bajar las escaleras, todas se acercaron a ella y empezaron a hacerle muchas preguntas.

—¿Tú eres la chica que sobrevivió al monstruo, verdad?— dijo una.

—¿Pasaste mucho miedo?— intervino otra.

Un Monstruo HermosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora