Capitulo 9

14 3 1
                                    


—¿Por qué haces eso? —preguntó Afrodita angustiada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Por qué haces eso? —preguntó Afrodita angustiada.

—Esta tarea que estabas realizando es de Hera. ¿Acaso quieres derrocarla como la madre del Olimpo? —replicó Zeus con dureza.

—No, claro que no. Antes muerta que ocupar el lugar de Hera. Solo estaba aprendiendo a tejer para tener un pasatiempo secundario. Juro que en ningún momento se iba a convertir en una tarea principal mía —respondió Afrodita, visiblemente nerviosa.

—No lo ibas a adoptar como tarea principal, pero has descuidado tu tarea primordial mientras estabas tejiendo. Además, no se te da nada bien y todo lo que hacen los dioses debe ser excelente. Afrodita, mejor deja de tejer y limítate a hacer lo que se te asignó —ordenó Zeus.

—Zeus, sé que no voy a poder llegar a tejer tan bien como lo hace Hera, pero si me esfuerzo y sigo practicando, creo que podré hacerlo mejor —dijo Afrodita, intentando convencerlo.

—Como te he dicho antes, entre tus tareas y habilidades no está el tejer. Esta tarea ya ha sido asignada a otra diosa, debes dejar de hacerlo —sentenció Zeus con firmeza.

—No lo entiendo ni lo acepto —protestó Afrodita.

—Puedes no entenderlo ni aceptarlo, solo debes hacer lo que se te ordena —respondió Zeus sin inmutarse.

—Pero Atenea puede hacer lo que quiera, ¿verdad? Ella puede pelear, tejer, cazar y muchas otras tareas típicas de otros dioses sin ninguna consecuencia —se quejó Afrodita.

—Atenea es mi hija, es por eso que tiene ventajas —explicó Zeus.

—¿Y qué pasa con Hebe? Ella también es tu hija y no se le permite hacer más cosas. Ni ella, ni Artemisa, ni... —continuó Afrodita, pero Zeus la interrumpió.

—Basta, Afrodita. No me cuestiones. Haz lo que se te ordena y no vuelvas a tejer, o yo mismo te romperé las manos —amenazó Zeus.

Esta prohibición hizo hervir la sangre de Afrodita. Cuando Zeus y Hera se fueron, cayó de rodillas sobre los restos de su obra y comenzó a llorar. Desde que había nacido, siempre había hecho lo que se le ordenaba, incluso en contra de sus propios deseos. Los únicos hombres a quienes amaba y de quienes esperaba aprobación siempre preferían a Atenea sobre ella. Ares siempre anteponía los problemas de Atenea ante los de cualquiera, y era capaz de hacer tratos incluso con la muerte con tal de que su hermana no sufriera. En cuanto a Zeus, ni siquiera quería reconocerla como su hija. En cierta forma, ella existía por él, pero ¿por qué no la aceptaba? ¿Por qué Atenea no le podía dejar a uno solo? Atenea tenía a Zeus, Ares, Apolo y Artemisa, quienes hacían todo por ella, mientras que Afrodita solo podía estar con su amor a escondidas y ver a quien consideraba como padre mirarla con indiferencia. Seguramente, si llegara a haber un problema que amenazara a Zeus y a su hijita y la solución estuviera en Afrodita, sería entonces cuando Zeus se acercaría a ella y la usaría como moneda de cambio, como cuando la hicieron casarse con Hefesto o cuando tuvieron que adormecer a Ares durante su ira.

Un Monstruo HermosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora