Capitulo 15

13 3 0
                                    


Esa charla con el dios del mar hizo que Medusa se quedara pensando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esa charla con el dios del mar hizo que Medusa se quedara pensando. Quizás, si Poseidón la hubiera conocido antes como a Anfitrite, tal vez se habrían entendido bien, pensó Medusa. Aunque en ese momento ella lo odiaba por ser el carcelero de su familia, Medusa suspiró ante este último pensamiento y saltó al agua, disfrutándola como lo hacía antes, sin ese miedo irracional que le obstruía el corazón. Nadó alegre en el mar, disfrutando de cada gota y relajándose con la calma que este le transmitía. Este día había sido bueno; había vuelto a nacer.

Medusa decidió volver directamente al templo a descansar. Perseo y Dánae estaban bien, ya que Poseidón estaba más calmado. Las palabras de Poseidón le parecieron muy sinceras; realmente el dios se disculpó con ella. Pero los dioses no hacían esto, y la forma en que habló con ella le dio a entender que estaba cansado de esta vida inmortal y, en cierta forma, ella ya tenía un poco de pena por él.

—¿Por qué tan pensativa?

—Andrómeda —Medusa se sorprendió al oír que esta se dirigía a ella—. Pensaba que no te dirigirías a mí nunca más, al menos no en ese tono conciliador.

—Sí, pensé que podría tener algo con Perseo, pero aunque me engañaba a mi misma albergando esperanzas, siempre que iba a verle solo me hablaba de ti —Andrómeda suspiró—. Supongo que estaba enojada conmigo misma; no se puede forzar a alguien a quererte. Pero dime, ¿por qué tan pensativa?

—El dios Poseidón se disculpó conmigo por lo que me hizo.

Al escuchar eso, Andrómeda abrió los ojos como platos, sorprendida. Medusa, que estaba mirando por la ventana, asintió y continuó:

—Me regaló las lágrimas de la elemental del agua, Ondina, para que pudiera caminar libremente por la ciudad sin la necesidad de usar una venda.

En ese momento, Medusa miró a Andrómeda, y esta pudo apreciar que ya tenía los ojos aperlados.

Andrómeda se asustó y cerro los ojos por inercia 

—tranquila — le dijo Medusa tranquilizándola y Andrómeda empezó a abrir los ojos lentamente

—Veo que funciona. No me he petrificado —dijo en un susurro, a lo que Medusa asintió, y ella continuó—. No sé, Medusa, seguro estaba intentando seducirte.

—No lo creo, amiga. Sonaba muy sincero. Además, noté que estaba cansado de la vida inmortal, y la verdad, me dio pena. No sé si debería hablarle de Pegaso y Crisaor.

—No, no hagas eso —saltó Andrómeda—. Solo estás sorprendida porque es un dios y se ha disculpado, ya que no es normal en ellos —dijo más calmada—. Escucha, yo creo que deberías esperar hasta que estés segura por completo de reunir a padre e hijos.

—Vale, está bien —le respondió Medusa, cerrando el tema—. Por cierto, mi conversación con Poseidón empezó porque él estaba enfadado y lanzó una ola gigantesca hacia la ciudad, y esta ahora seguramente está destrozada.

Un Monstruo HermosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora