Capítulo 12

19 3 0
                                    

Capítulo 12: caos.

Tres días de absoluta desesperación tuvieron que pasar. Tres días sin saber nada de los escuadrones, sin tener noticias de ellos o su ubicación. Grabé la llamada con Grecia y se la mostré a los superiores, estos no tardaron en dar la orden de encerrar a los descendientes en un mismo piso hasta nuevo aviso. Lo que pasó después fueron horas de trabajo sin dormir ni comer, estuve casi tres días metida en la sala de control con el resto de los agentes especializados en informática tratando de encontrar a los escuadrones en acción para enviarles ayuda y a la vez intentando localizar los escondites de Sinya Kûv.

Ocurrieron varias cosas más.

La reina Dokhye desapareció del palacio, la princesa de Taiwán comenzó a enfermar y los paganos comenzaron a debilitarse. Terra parecía enfurecer por alguna razón que desconocemos y los desastres naturales no tardaron en alarmar a los humanos. Sequías en donde no debe haber, tsunamis y huracanes por todas partes. El río Nilo quiso desbordarse pero logramos apaciguarlo con ayuda de los jefes y un par de rezos.

Todo se descontroló, la primavera se había vuelto verano demasiado rápido. La noche llegaba muy temprano y el sol salía muy tarde.

Aunque de todo eso para mí lo más impresionante fue que Naresh me trajera el desayuno, pero eso no es importante, supongo.

Fueron horas en las que por primera vez no sabíamos qué hacer, por lo que lo único que podíamos hacer era enviar más agentes en la búsqueda de los escuadrones desaparecidos, entrenar de forma apresurada a los aprendices y rezarle a los dioses para que nada más sucediera. Habíamos puesto una alerta roja a todas las bases de Moonchild en el mundo y respondieron como se debía, prometiendo apoyo. Incluso los guardianes que no son agentes están al tanto de la situación y se han ofrecido a ayudar. Por lo que estamos reclutando a todos los bimbaios jóvenes que quieren ayudar a proteger al mundo.

Entonces respiré con más calma cuando recibimos una alerta en la sala de control sobre agentes heridos en las orillas del río Nilo. Afortunadamente los siete escuadrones estaban aquí, todos en diferentes estados pero vivos y conscientes.

Nunca en mi vida había abrazado a Grecia Cambpell tan fuerte como lo estoy haciendo ahora.

—No me morí, ya pueden soltarme, zorras.

—Cállate y abrázanos. —tanto Valentine como yo estamos envueltas en un abrazo en el que Grecia no quiere participar, pero está en medio de las dos y no tiene escapatoria.

—¿Y yo qué? ¿Ya no me quieren?

Suelto una pequeña risa mientras suelto a las chicas y tomo asiento al borde de la camilla.

Gao permanece allí acostado aún con el uniforme puesto, está sucio y tiene sangre por todas partes. Su rostro tiene algunos hematomas, es quien más lastimado ha salido de todo esto. Es el único pagano en los siete escuadrones y aunque no nos guste admitirlo, es el más débil físicamente. Más ahora teniendo en cuenta las circunstancias, si Terra está mal ellos también lo están.

—¿Te duele? —pregunto, su pierna está un poco elevada y un yeso que ahora está seco la envuelve desde la rodilla hasta su pie. Pincho sus dedos que son lo único que queda por fuera pero al parecer también le duelen pues se queja— Cuando sanes lo primero que te haré será una pedicura.

—Eso me vendría bien, sí —recuesto mi cabeza en su estómago y le miro desde abajo, me duele mucho verlo tan vulnerable. Sé que el menor de sus problemas ahora mismo es la lesión en su pierna. Se siente mal, seguramente enfermo por lo que está pasando y no me gusta no poder hacer nada para hacerle sentir mejor—. Te cortaste el cabello.

Hortus Amoris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora