Capítulo 13

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Capítulo 13: no quiero estar aquí.

Me siento tan confundido ahora mismo, quiero gritar y acabar con todo de una jodida vez. Estoy harto de tantas sorpresas, de que las cosas nunca salgan como yo lo deseo. Quiero regresar, pero sé bien que no puedo hacerlo por mi cuenta, estoy encerrado en este lugar haciendo cosas que no quiero hacer. Y la única maldita razón por la que no he escapado o al menos no lo he intentado tiene nombre y apellido. Si Dasha Nayak fuera una persona común y corriente las cosas habrían sido más fáciles para mí, o quién sabe, tal vez ni siquiera me habría fijado en ella. Definitivamente todo habría sido más fácil; no sería su escolta y tampoco estaría aquí. Me habría seguido comiendo el cuento de que mi familia fue normal y de que Maru era completamente mi hermana.

Tengo muchas preguntas respecto a ese tema, preguntas que nadie me puede responder porque papá y mamá están muertos. Si es que eso no es otra mentira. Ya no sé qué creer ni en quién.

¿Sueno como si estuviera arrepentido de mirar a Dasha? Por supuesto que sí, ¡Es mi princesa! La princesa del reino en el que nací, es mi futura reina y yo solo soy su escolta. Literalmente nací para protegerla pues resulta que soy mitad guardián y la sangre de una deidad permanece en su ADN. Querer a Dasha ha sido un error para mí, pues no hago más que pasarla mal desde que esto sucede. Y si, también sueno como un cretino pero al menos mi hermana no estaría tan lejos de mí cuidado de no ser por mis sentimientos. Y no estaría luchando contra un chico dos años menor que yo que puede convertirse en un ratón cada vez que lo ataco.

-¡Vamos mestizo! -Prácticamente me grita en la cara y tengo muchísimas ganas de estrangularlo- ¡¿Eso es todo lo que tienes?! ¡Pelea!

Blanqueo mi mirada porque es la sexta vez que grita eso, no sé si es porque quiere verse rudo o qué carajos pero su actitud es irritante. Se supone que solo estamos practicando combate pero este joven solo me ve como si yo realmente fuera su verdadero enemigo. Aún no entiendo por qué el ochenta por ciento de los aprendices cambia formas me repelen. Realmente no nos llevamos bien pero en mi defensa, no es mi puta culpa.

-¡Pelearía contigo si no fueras un maldito cobarde! -he estado callado todo el rato, esquivando sus golpes y tratando de no pisarlo cuando se transforma. Pero estoy harto, me duele el cuerpo, tengo muchas cosas en la cabeza y este estúpido no ayuda a mi humor.

-¿Cómo me has llamado, novato hijo de puta?

Cuando estuvo a punto de estrellar su puño en mi cara lo detengo atrapando el mismo en mi mano, muy cerca de mí mandíbula. Aprieto los labios y el jodido loco me escupe en la cara al no lograr su cometido.

Bien, me cansé.

Vacío mis pulmones tomando un segundo para despellejarlo con la mirada. Su sonrisa socarrona me ha sacado de quicio, para ese chico esto no es una práctica, es combate real en el que al parecer yo soy el enemigo. Perfecto, seré su enemigo.

Finjo atacarlo, haciéndole creer que lo golpearé como anteriormente. Y justo cuando eso ocurre hace uso de la única táctica que parece conocer. Así que me enderezo rápido y piso su cola con mi bota antes de que vuelva a escapar. Entonces veo el pánico en sus ojos saltones en cuanto lo levanto por la punta de su horrenda y asquerosa cola entre mis dedos, a la altura de mi rostro, para burlarme de él.

-¿No eres tan valiente ahora, eh Gus Gus?

El ratón café se retuerce e intenta morder, así que sabiendo que no puedo pisarlo o lo voy a matar, lo lanzo al otro lado de la habitación y veo su cuerpecito estrellarse contra el acolchado de la zona de karate. Regresa a su forma original, y aunque parece inconsciente todos vemos cuando abre sus ojos con molestia. Los entrenadores abren la boca para reprenderme, pero no les permito hacerlo:

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