Capítulo 3

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Capítulo 3

Okey, primer intento del día por volver a mi mundo: Buscar una bruja a ver si me manda a hacer algo loco que hará que tenga que idear un plan muy largo, y encontraré a un aliado del cual me voy a enamorar y el deseo de volver se va a extinguir y-

Mejor me callo.

Buscar una bruja no era nada fácil, sobre todo cuando leí que en Rumelia la magia negra estaba prohibida. Genial.

No podía salir del castillo debido a que seguía en "reposo" por lo que decidí dejarle la tarea a la persona que al menos le tenía bastante confianza por ahora.

—Sonia.

— ¿Sí, Lady Ophelia?

La observé durante unos segundos, luego solté un suspiro pesado y le pedí que se acercara. Se sobresaltó cuando agarré sus dos manos y me miró muy sorprendida, pero no la solté y en vez de eso afirmé mas mi agarre.

—Necesito hablar con una bruja.

— ¡¿Qué, qué?!

—Shh—chisté—. Baja la voz—mascullé e hice que se acercara más.

—Lady Ophelia, l-la magia negra, b-brujas...

—Lo sé, lo sé. Pero necesito hablar con una y sé que debe haber brujas por algún lugar de la capital.

—Yo...

—Eres de confianza, Sonia—seguí—. ¿Crees que te diría esto si no pensara que eres mi sirvienta más cercana?

— ¿Lo soy? —pareció aun mas sorprendida.

Asentí.

—Sí, por lo que, en serio, necesito que me ayudes con esto.

No dijo nada durante unos segundos, parecía que tenía un debate consigo misma.

—Está bien. Yo... veré que puedo hacer.

Sonreí.

—Bien. Gracias.

—No es nada, Lady Ophelia—pareció avergonzada por el común agradecimiento—. Si me disculpa, me retiro.

—Recuerda que es un secreto, Sonia—le dije.

Ella asintió, luego se fue.

Bien.

Me aparté un mechón de cabello, luego saqué el cuaderno de escritura básica de debajo de la cama y me puse a practicar durante horas. Nadie me molestó. Luego de mucho tiempo sentí mi vista comenzando a ponerse cada vez más borrosa y luego cerré los ojos.

Hoy habría un eclipse lunar y estaba en el techo junto con mi hermana.

Solté un bostezo y miré el cielo.

— ¿Cuánto falta?

—No sé—dijo sin mirarme, ajustando su cámara profesional y apuntando al cielo—. Quizás una hora más hasta que comience a ponerse roja.

La miré en silencio y solté un suspiro de aburrimiento, echándome sobre el techo – suelo.

— ¿Aun nada?—apareció mi mamá por el hueco del techo. Subió completamente llevando tres tazas en sus manos.

— ¿Qué es eso, mamá?

—Chocolate. Toma la tuya que me estoy quemando.

Me apresuré a levantarme y tomar mi taza, me acerqué a la orilla del techo, observando los dos pisos de alto. Miré de nuevo hacia arriba para revisar nuevamente el estado de la luna, luego le di un sorbo a mi tacita.

Ophelia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora