Capítulo 8
[Cinco días después]
— ¿Vas ignorarme para siempre, Ophelia?
—Durante toda mi vida si pudiera, sin embargo mi deseo no puede ser cumplido debido a que vivo a su lado, Duque—respondí sin mirarlo ni una sola vez, observando cómo llevaban nuestras cosas dentro del barco.
—Soy tu hermano.
—Y un Duque.
—Ophelia.
—Gran Duquesa para usted.
Lo escuché resoplar y llenarse de aire los pulmones.
—No seas inmadura, por favor.
Lo miré mal.
—Inmadura tus-
Me detuvo.
—Déjame hablar: comprendo perfectamente que no aceptes que Ariadna vaya conmigo, pero también comprende que yo la sé cuidar ¿Por qué crees que el emperador se mantiene tan fiel a nuestra familia?
— ¿Por qué somos familia lejana de la emperatriz viuda...?
—También por eso, pero, también porque soy...—carraspeó y noté como se avergonzó. Sí, sabía que él odiaba demasiado su apodo.
— ¿"El demonio de guerra, Jonathan Cornelius"?
Apretó sus labios, acallando sus pensamientos que querían salir. Asintió.
—Sí.
—De todas formas, aunque seas dueño de la espada demoniaca—hice un ademan hacia su espada—. Y que Ariadna heredó la magia santa de su madre, me preocupo por su bienestar. También por el tuyo. No has ido a la guerra desde hace seis meses, y llegaste herido aquella vez—abrió la boca para contradecirme, pero levanté una mano delante de su rostro, deteniéndolo—. No creas que no me di cuenta, no soy estúpida, Jonathan. Tienes una gran cicatriz en la espalda.
— ¿Cómo diablos conoces todo de todos?
—Soy bastante sigilosa, los sirvientes no son callados entre ellos mismos—dije indiferente—. Volviendo al punto de Ariadna... todavía no me gusta que ella tenga que ir contigo.
Suspiró.
—Ophelia...
— ¿Qué? No, espera. Aguarda. No te acerques, ¿por qué te acercas? —me quejé cuando me estrechó entre sus brazos.
—Agradezco que ames tanto a mis hijas—me sonrió—. Pero ellas están creciendo, ya no son las pequeñas bebés que tú criaste con tanto amor.
—Fui una niña cuidando de niñas—murmuré, mirándolo—. Tú también eras muy pequeño.
Él no parecía resentido con su pasado, solo me sonrió cariñosamente y acarició mi cabello.
—Lo sé, Ophelia, lo sé. Pero míralas—miré a donde apuntó. Allí estaba Cindy poniéndole una corona de lirios a Ariadna, las dos sonreían hermosamente—. Ellas son todo cuanto amo. Jamás las pondría en peligro. Jamás pondría a Ariadna en peligro, conozco su capacidad.
Lo sé.
Suspiré.
—Está bien. No interferiré más, pero aun no lo apruebo—repetí y su sonrisa se hizo más grande.
—Agradezco que por fin comprendas—asentí, sintiendo que había perdido—. ¿Así que ya no estás molesta conmigo, verdad?
Ahí me di cuenta e hice que me soltara.
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Ophelia.
RomanceCuando Camila despertó en otro mundo, con otro rostro y con otra familia, se echó a llorar por lo asustada que estaba. Ella no era inteligente como esas protagonistas de los manhwas que leía. Ella no podía implementar objetos del futuro sólo por el...